fórmula 1
Carlos Sainz derriba a Verstappen y logra una pole vibrante en Monza
gran premio de italia
El madrileño saldrá en cabeza por cuarta vez en su vida en el primer sábado sin éxito de Red Bull. Fernando Alonso, décimo
Parrilla de salida
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Carlos Sainz, en Monza
Un aullido que se propaga desde Monza a Italia por el mundo, pasa por España, se para en Madrid y festeja la pole de Carlos Sainz, autor de un momento fantástico en su propia historia y en la de una temporada de Fórmula 1 ... gobernada por el hasta ahora intocable Verstappen. Ha sido Sainz el primero en romper la hegemonía de Red Bull, sale primero en Monza y aspira a ganar. Fernando Alonso clasificó décimo.
Carlos Sainz navega a contracorriente en Italia. Pese a que trasladó su residencia cerca de la fábrica roja en Maranello, no siempre es el favorito de la afición, de la prensa y de los dueños del equipo, que sienten debilidad por Charles Leclerc. Sainz rema contra ese viento con tenacidad y disciplina, carrera a carrera, un año tras otro. Su apariencia calmada y su cabeza fría, nunca un volcán de sensaciones, engañan. Es un caimán de diente firme cuando se pone el casco. En tardes como la de ayer en Monza se aprecia su estatus como piloto de un equipo legendario.
La F1 impone una nueva norma en esta carrera en Monza para evitar embotellamientos de tráfico como las que hubo en ediciones anteriores. Los pilotos solo disponen de 1 minuto y 41 segundos por vuelta, ya sea de salida, lanzada o de regreso a boxes. Se evita un caos casi garantizado en el último sector de cada ronda.
Una regla puntual en la que se desconoce las sanciones puesto que nunca las hubo, y que atrapa a Ferrari con el calzón quitado. Los dos Ferrari (Leclerc y Sainz) serán investigados al final de la clasificación por, presuntamente, haber incumplido esa norma. La pole de Sainz con el soporte global del circuito lleno de aficionados de Ferrari deja en nada un posible castigo.
Alonso se muestra sólido en un circuito desfavorable para el Aston Martin, demasiadas rectas en Monza para el bólido británico. Décimo en la Q1, solvente y sacando el máximo rendimiento posible del coche verde.
La ronda inicial es una sinfonía de dolor para Lance Stroll, el chico canadiense compañero de Alonso en Aston Martin que no parece tener ninguna apetencia por participar en este deporte. Último en la Q1 Stroll.
La distancia entre Verstappen y los Ferrari en Monza es diminuta a una vuelta, un sábado de septiembre con la grada de tifossi esperanzada en colocar a uno de los suyos en la pole. Y todos los coches en igualdad de neumáticos, duros en la Q1, medios en la Q2, blandos en la Q3.
Emocionante
El neerlandés solo aventaja en 40 y 50 centésimas a Leclerc y Sainz. Los datos de los ingenieros muestran cómo el Ferrari es más rápido en las rectas y el red Bull más veloz en las curvas. Sainz se siente cómodo todo el fin de semana, se funde con el coche y aspira a todo en ese punto de la tarde.
Alonso pasa a la Q3, un reloj de precisión, siempre concentrado el español, lleva el Aston Martin hasta la novena posición, otra vez entre los diez mejores.
La ronda final con los diez más rápidos es una explosión de emoción, lo que siempre debió ser la Fórmula 1. Tres pilotos en un suspiro, los dos Ferrari más el inefable Verstappen que arrasa a la competencia.
Todo lo que viene después es una catarata de alegría para Ferrari. Leclerc logra el mejor tiempo provisional, viene Verstappen como un avión y le arrebata, pero llega Carlos Sainz en su mejor versión, un hombre calmado que saca el colmillo y se deja mecer por el sueño.
Consigue la pole, se regala este premio por su reciente cumpleaños, estalla la grada de Monza en un aullido que se escucha en Madrid, y Sainz recibe al fin el premio a su trabajo. «Decidme que lo tenemos, decidme», grita por la radio.
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