F1- EL SCALEXTRIC
Otra vez Petrov, el de la ensaladilla rusa
MANUEL DE LA FUENTE
¡Cómo madrugan estos australianos! Desde lo de Gallípoli uno sabía que eran tipos duros, pero las del alba serían (más la bromita de la hora que nos han birlado esta noche) y ya estábamos ahí en la parrilla de Albert Park ... , en la parrilla y a ver si Fernando ponía toda la carne en el asador.
Y a las primeras de cambio, chamuscados, ni KERS ni puñetas, del quinto al noveno, tras paso por el pastizal australiano incluido en la primera curva. La radio del asturiano es un lamento: “Esto no tira Stefano , estoy más “atacao” que la nave Enterprise ”. “¿Has probato a reiniciare, Fernando?”, zanja las quejas Domenicali.
Alerones para arriba, alerones para abajo, la Fórmula 1 es una videoconsola y los pilotos niños traviesos que tienen que comulgar con ruedas de Pirelli. Aquí el que conduce es el ordenata, y el piloto no tiene dedos para los miles de botones que tiene que pulsar, tiene más teclas que el piano de Elton John : la caja de cambios, el control de frenada, el desgaste de las gomas (como en “La novia de Chucky”), el Button en el retrovisor, la gasofa que debe ser de garrafón porque no cunde, y encima (qué ocurrencias el Ecclestone), atender a las redes sociales, que si twittear con los tifosi, que si mi perfil (la fabada voladora) en Facebook . Vamos, que conducir un F-1 es como lo del chiste: “Mira mamá sin manos, mira mamá sin pies, mira mamá… sin dientes”. Como para quedarte dormido a 110. Aquí no se echa una cabezadita ni el del safety car. Que esto lo pilla Fangio y se pasa al scalextric.
Y Stefano que no para por la radio: “Fernando, a toreare, Red Bull è un miura...”. “Bueno, esto es de locos, pero hoy no me falta ningún tornillo”, se consuela Alonso . Luego lo de siempre, el tal Vettel , el tal Hamilton y don Pedro el Grande , o el Pesao: Petrov, el mismito con el que nos dimos el atracón de ensaladilla rusa en Abu Dhabi. Visto lo del morlaco de Vettel, Domenicali le da la puntilla a Alonso: “¡Bravíssimo, Fernandino, ma non sei twitteare gli tifossi. Porca miseria!”. Y se oyó al cavallino rampante relinchar a través de la radio de carrera.
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