FÓRMULA 1
Cero información, cero preocupación
Fernando Alonso estrena su Ferrari F150 y dice no estar al tanto del nuevo Red Bull
josé carlos j. carabias
Decenas de camiones apilados en perfecta formación marcial, gente apresurada que va y viene como si estuviera muy ocupada, sin tiempo para cruzar una mirada, nuevas empresas en el vestuario colorista de la publicidad y rugido de fondo en cualquier conversación. Ya está aquí otra ... vez la Fórmula 1, con sus grandezas y sus miserias. El tiempo cambiante en el circuito de Cheste (mucho frío de mañana, sol por la tarde) recibió a la plana mayor de la F-1 en el primer simulacro de gran premio en 2011. Arrancaron los entrenamientos para el Mundial (13 de marzo, salida en Bahrein). Buscan las escuderías en este período de estreno un ritual casi de parvulario: que no se pare el coche, que trague kilómetros y traslade datos a las telemetrías, que no surjan problemas previstos ni imprevistos. Fernando Alonso juntó a mucha gente en las gradas del trazado valenciano (8.500 personas en un martes laborable), aunque no tanta como el año pasado en su debut con Ferrari.
En su segundo año de rojo, Alonso vuelve a intentar el título a bordo del F150, el prototipo de Maranello que ayer salió a la pista y no ofreció ningún síntoma inquietante. Tampoco lo hicieron, claro, sus competidores. Nadie sabe cómo es de sabroso el pastel hasta que no se le hinca el diente.
Se presentó Red Bull unos metros más allá de la ubicación de Alonso desde esa distancia tan sideral que marcó el año pasado a partir de Adrian Newey, el dueño del viento. Lo hizo sin estridencias, en aras de la nueva economía y cinturones ajustados que también afectan a la F-1. Una lona al suelo y a correr desde el garaje. RB7 se llama el prototipo que, rápidamente, fue auscultado por los sabios. Morro alto, líneas redondeadas, etc, etc. Gustó a unos, no convenció a otros. Eso sí, nadie sabe cómo será de veloz hasta el 3 de marzo, cuando se acaben las probaturas.
Los ensayos en el automovilismo siempre son el mismo compendio. Se para, se entra, se cambia, se pone, se quita, se prueba y se rueda con un objetivo prioritario: devorar kilómetros según un programa. Alonso corrió de lo lindo: 98 vueltas en seis horas en supervisión de la caja de cambios, las suspensiones, el Kers, el alerón móvil y cualquier otro elemento del monoplaza. Acabó quinto, por detrás de Vettel, Hulkenberg, Paffet y Di Resta.
Alonso coincidió en la pista con Vettel, el campeón, Petrov, su pesadilla de Abu Dhabi, Schumacher, su antiguo enemigo, y Alguersuari, el barcelonés que quiere dar un golpe en la mesa en 2011 y llamar a las puertas de Red Bull desde el filial, Toro Rosso. Ambicioso plan que tendrá continuación en las próximas semanas.
«Ni idea de Red Bull —dijo Alonso—. He ido dado una vuelta detrás de Vettel y veo que tienen la misma decoración. Tenemos cero información y cero preocupación. Hay tanto trabajo con nuestro coche que no nos importa lo que hagan los demás. Nuestra atención sobre Red Bull es baja».
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