Ciclismo
Pello Bilbao consigue la primera victoria española en el Tour en cinco años
Tour de Francia
100 etapas después del triunfo de Omar Fraile en Mende, el excelente corredor de Guernica firma una exhibición memorable en la volcánica Issoire
Carlos Rodríguez, el liderazgo del novato
Pello Bilbao celebra con rabia su primera victoria en el Tour de Francia
Pasó una vida, casi 2000 días, pero el ciclismo español vuelve a ser relevante en la carrera más grande del mundo. Pello Bilbao, en una exhibición memorable, tras superar mil escaramuzas en la fuga, caza a Zimmermann en el último kilómetro y aprieta ... los puños con rabia en la volcánica Issoire. Vence Pello, recuerda en plena celebración a su fallecido amigo y compañero en el Bahrein Gino Mader, bajan lágrimas por sus mejillas y emociona a los allí presentes. Cinco años después de la victoria de Omar Fraile en Mende, de la manera más bonita posible, el todoterreno vasco saca del letargo al ciclismo patrio; un ciclismo que un día tiranizó el Tour de Francia.
«Con sangre fría pude seguir los ataques y pude moverme; crucé la línea y lo saqué todo. Es una victoria especial, es para Gino», dice el de Guernica con la voz entrecortada y el corazón fuera del pecho. Tiene 33 años y es su primer triunfo en el Tour, pero en un día que debía llenar su torso de protagonismo, lejos de vivir el presente exultante, Bilbao dirige sus pensamientos a ese chico que perdió la vida en una cuneta en el pasado Tour de Suiza; ese compañero que utilizó su posición como deportista profesional para divulgar el cuidado del medio ambiente.
Por ejemplo, en la Vuelta del 2021, el suizo donó un euro por cada corredor que quedara detrás de él en cada etapa a la reforestación de África. El proceso lo repitió en la pasada edición de la carrera española, su última gran vuelta, aunque en tal ocasión envió el dinero a una organización que lucha contra el deshielo de los polos. El desempeño de Mader tocó la fibra de su amigo Bilbao que, tras la muerte del escalador de 26 años, decidió continuar con la iniciativa del helvético en este Tour de Francia. «El objetivo es comprar un terreno deforestado y replantarlo con especies locales. Gino tendrá pronto un pedazo de bosque en el País Vasco», confirmó el flamante ganador de la décima etapa de la ronda gala días antes de que la carrera partiera de su tierra. La recaudación en la bonita Issoire es máxima, pues nadie puede llegar antes que él a la meta.
Sube al escalón más alto del podio Pello, recibe el ramo de flores, apunta con él al público, donde el líder de su equipo Mikel Landa lo observa conmovido, y con la mano libre señala hacia la frase que preside su blanco maillot del Bahrein donde se puede leer «Corremos por Gino». Al fin baja el treintañero del improvisado escenario, comienza a recuperar aire después de un volcán de sentimientos y atiende a la prensa con calma, con quien analiza el día que le convierte en inolvidable. «Teníamos una motivación especial y no iba a parar hasta conseguirlo. Me daba igual la general, sólo quería ganar una etapa y aquí la tengo. Muchas gracias al equipo y a Mader por inspirarme».
No le importa demasiado la general comenta, pero en un solo mediodía recorta seis posiciones y le arrebata la quinta plaza a Adam Yates. Por delante está Carlos Rodríguez, al que el doloroso trabajo de los gregarios del Ineos para cerrar una sangría de minutos con los fugados lo mantienen cuarto. Dos ciclistas españoles viven en los puestos de privilegio; el amarillo es un trofeo solo al alcance de dos extraterrestres, pero el podio parisino comienza a ser un objetivo real para ambos talentos.
Un triunfo paciente
Muere la mañana en los idílicos prados que rodean al Macizo Central, comienza la décima etapa y Pogacar ataca. Salvo en las pocas tardes de llanura y tregua, este Tour tiende a diario hacia la esquizofrenia. Es un día de media montaña con un plácido final en bajada, pero el esloveno no aguanta un día más sin la licra amarilla. Adosado a su rueda camina Vingegaard, quien salva el desmembramiento del pelotón. El tesón del Ineos cose de nuevo el grupo, pero el miedo generado por el insaciable Pogacar intranquiliza a los gallos de la general.
En otra guerra cruel, continua, fratricida, está inmersa la escapada. Los golpes la parten en dos, pero Bilbao y Pedrero (Movistar) aguantan en la cabeza de carrera. Van der Poel y Van Aert tratan de alcanzarles –y si lo hacen, su enorme capacidad para resolver carreras llevaría a uno de estos dos gigantes hacia una nueva victoria–, sin embargo, la veloz fuga obliga a ambos a dejar su empresa.
El fin se acerca y el duro ataque de Neilands no siembra el caos en unos perseguidores que acaban engullendo al letón. Entretanto, en el kilómetro final se adelanta impaciente Zimmermann y el corredor más inteligente del día lo agradece. Bilbao, como si una cuerda tuviese amarrada a la cintura del alemán, lo atrapa con una fortaleza de piernas pletórica y lo destroza al esprint. Cruza la línea Pello y grita encorajado: acaba de poner fin al calvario español en el Tour.