El baúl de los deportes
«Me importa un bledo ser español», el titular con el que quisieron hundir a Miguel Indurain
En 1991, días antes de que el ciclista navarro ganara su primer Tour, L'Equipe publicó una polémica entrevista
El cura chiflado que saltó a la pista de Silverstone entre coches que iban a 300 km/h
Miguel Indurain pasea entre el pelotón en la última etapa del Tour 91
Casualmente, Miguel Induráin era el líder del Tour de Francia 1991 y sólo faltaban cuatro días para que fuese proclamado ganador en París. Casualmente, era un ciclista de Navarra, región vecina del País Vasco y fronteriza con el país galo. Casualmente, ... por aquel entonces la banda terrorista ETA asesinaba, o lo intentaba, con mucha frecuencia, fundamentalmente en el País Vasco y en Navarra. Y, en el colmo de las casualidades, 'L'Equipe' atribuyó «por error» —según argumentaron después— la siguiente frase a Induráin: «Je me moque d'être espagnol (me importa un bledo ser español)».
El diario deportivo francés —y organizador del Tour— publicó la entrevista el 24 de julio de 1991. Fue, otra casualidad, el mismo día en que todos los periódicos daban como virtual vencedor de la prestigiosa ronda gala al corredor de Banesto tras lo sucedido en la mítica etapa con meta en Alpe d'Huez (23 de julio).
«Induráin, más cerca de su victoria cumbre», tituló ABC: «Sensacionales, Miguel Induráin y todo el equipo Banesto. Este podría ser el resumen de la decimoséptima etapa del Tour, corrida ayer entre Gap y Alpe D'Huez, con 120 kilómetros de recorrido, y tras la cual Induráin sigue vestido de amarillo, con 3:09 sobre el italiano Bugno, que se adjudicó la etapa. El corredor navarro dio un paso muy importante para ganar el próximo domingo esta 78 edición del Tour de Francia. El haber concluido esta jornada con tan sólo un segundo perdido respecto al italiano Bugno es algo realmente importante para la clasificación final».
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En el contexto político y social de la época, el titular de 'L'Equipe' fue una sacudida. Y dolió aun más cuando pocas horas después llegó la noticia del doble atentado perpetrado por ETA la madrugada del 24 al 25 de julio. Un coche bomba cargado con 60 kilos de explosivos estalló frente a la casa cuartel de la Guardia Civil de Irún. Por fortuna, solo hubo 15 heridos leves y cuantiosos daños materiales. Simultáneamente, un artefacto con dos kilos de amonal y tornillería hizo explosión en un bar de la misma localidad guipuzcoana sin provocar víctimas.
«Miedo a los toros»
«No soy un español en el sentido tópico —se leía en las citadas declaraciones a 'L'Equipe'— Por ejemplo, tengo miedo de los toros, y cuando era más joven, no fui nunca a un encierro, sólo iba a la plaza. Me importa un bledo ser español, no tengo precisamente fibra patriótica». Cuando le preguntan si se considera vasco, Induráin responde: «Yo soy de Navarra, es casi lo mismo. Vascos, navarros y aragoneses vivimos en un perímetro muy reducido. Al principio, los vascos me llamaban Mikel; en Madrid, Miguelón, que es mucho más cariñoso; y los franceses, Migouël, pero yo me llamo Miguel».
En la misma entrevista, habla de sí mismo: «Soy un corredor moderno y atípico. Antes de mí los españoles siempre habían sido campeones en la montaña, bajos y livianos. Es un problema de generación. El hombre de la calle es últimamente más grande en mi país. Además, soy muy reservado. Frío, como las gentes de mi país. No somos expansivos. Guardo mis distancias porque soy serio. Eso frena a todos los que tratan de hablarme y yo gano en tranquilidad… Mis padres son originarios de Villava, una pequeña población cercana a Pamplona. Tienen una granja, pero cada año la ciudad se extiende hacia los campos y nosotros tenemos cada vez menos tierras. Es preciso vender. Poco a poco van abandonando la agricultura. Son gente muy sencilla y religiosa, a quienes también les importa un bledo si soy campeón. Todos los padres quisieran que sus hijos hicieran lo mismo que ellos. Cuando vieron que me dedicaba al ciclismo, mi padre estaba simplemente triste porque abandoné mis estudios».
«En mi casa tenía una bicicleta para ir por los campos, pero jamás conservaba fotos de ciclistas ni sabía nada de la historia del ciclismo. No tenía ídolos. Al ciclismo llegué por casualidad. Un día me presenté a una carrera, logré el segundo puesto, me dieron un bocadillo y una Fanta, y eso me gustó. Si me dedico ahora a algo público es para disfrutar la tranquilidad en el futuro. Si todo va bien, de aquí a tres años tendré suficiente dinero para terminar mi carrera y no hacer nada. Llevar, en fin, la vida que sueño. Porque podemos vivir sin trabajar. Me pregunto siempre por qué hemos de subir para bajar enseguida... Tenía algunos amigos, pero cada vez les veo menos. Nuestras vidas son diferentes».
En el mismo artículo ponen en boca del líder del Tour una sorprendente crítica hacia el comportamiento de algunos aficionados españoles en las cunetas de las carreteras: «Antes se entusiasmaban por la carrera y daban agua a todo el mundo, sin importarles el corredor. Era lo más bonito del ciclismo. Ahora se inflaman con sus corredores y consideran a los otros como enemigos a batir».
Con Internet en pañales —y, evidente, sin redes sociales—, la polémica y el debate se desarrollaron en los medios de comunicación tradicionales. Tras la dura y lluviosa 18ª etapa (de un total de 22), el verdadero aguacero cayó sobre Induráin en forma de preguntas tras cruzar la meta y bajarse de la bicicleta. Y sus respuestas se resumen en la frase destacada en el sumario de ABC: «Quede claro que me siento navarro y español por los cuatro costados, orgulloso de la tierra en que nací»
Mala traducción o mala interpretación
«Es cierto que dije que no soy gran patriota. Nací en Navarra porque mis padres son de allá. Pero podía haber sido igual francés, italiano que español. Me da lo mismo. Me gustan los países sin fronteras —abundó el ciclista—. Todo se debe a una mala traducción o a una mala interpretación, que todo puede ocurrir, ya que yo no hablo perfectamente el francés Tal vez lo que el periódico ha querido explicar es que yo dije que las fronteras de las naciones para mí no cuentan nada, ya que son obra de los gobiernos. Pero a mí no me importan para nada las fronteras, las que cuentan son las personas, estén de un lado o de otro de la frontera. Tal vez éste sea el punto que el periodista francés malinterpretó».
El revuelo montado hizo que hasta el patrón de Banesto, equipo de Induráin, se presentase en Morzine, salida de la etapa, para intentar templar gaitas: «No hay que sacar las cosas de madre. Se trata de un lamentable error de interpretación y punto. Quien quiera ver más allá es que tiene ganas de polémica. Y lo último que nos interesa, estando a punto de ganar el Tour de Francia, es la polémica. En nuestro equipo estamos muy tranquilos porque tenemos la seguridad de que Miguel no ha pronunciado es tas palabras. Para mí no tiene ninguna importancia y se trata de una mera anécdota con cierto mal gusto. Pero ,¿a quién acusar? Son ganas de darle la vuelta a las cosas», zanjó Alberto Romaní.
El malestar por la frase de marras apuntaba directamente al firmante de la entrevista, Philippe Brunel, quien también apareció aquel día en Morzine. Así lo contó el enviado especial de 'El Mundo Deportivo' al Tour: «Brunel apareció en la salida de la etapa de ayer con el gesto descompuesto. No daba crédito a lo que leían sus ojos. Su entrevista con Induráin había sido titulada con una desafortunada frase que, además, el navarro no llegó a pronunciar. 'Me quedé de piedra al ver el titular', empezó explicándome Brunel. El periodista francés achaca este monumental 'gazapo' a 'un fallo de, montaje de mi periódico. Yo envié, el texto sin titular y en la redacción no estuvieron nada afortunados a la hora de poner el título. Aún no lo entiendo'. Brunel estaba satisfecho de la entrevista realizada hasta que ésta fue publicada. 'Hubiera preferido que me hubiese salido una mala entrevista a cambio de no lucir este titular'. Su sentimiento de rabia y frustración iba aumentando a medida que los colegas le comentaban la gloriosa metedura de pata. El no tenía la culpa, pero sí era él quien lo había firmado. El propio periodista me hizo esta comparación: 'Es como si yo te digo: eres un cabrón porque me has traicionado. Y vas tú y titulas: Eres un cabrón. ¿Verdad que no es lo mismo? Pues más o menos es eso lo que me ha pasado'».
La pelotera no dio mucho más de sí. Eran otros tiempos y el deporte importaba más que lo accesorio. El 28 de julio de 1991 Miguel Induráin ganó el primero de sus cinco Tour y «París fue una fiesta española en su honor». Miles de españoles celebraron la victoria y estallaron de júbilo cuando el corredor navarro subió a lo más alto del podio para recibir los honores de campeón. Según reflejó ABC a toda portada, se escucharon gritos de «¡Induráin!, ¡Induráin!» y «¡torero!, ¡torero!». Y eso que, según la entrevista publicada por 'L'Equipe', no le gustaban los toros…