Ciclismo
Carlos Rodríguez, el liderazgo del novato
Tour de Francia
Con 22 años y en su primera participación, el granadino luce galones en el gigante Ineos y aspira al podio
Carlos Rodríguez, en las primeras etapas del Tour
Cuando uno pasea por los aledaños de la salida de cualquier carrera del World Tour y, de repente, es sorprendido por la estructura del Ineos, sospecha que está ante algo inmenso. El autobús es imponente, el equipo de trabajo es amplio, hiperprofesionalizado, el alboroto ... es organizado, británico al milímetro, y su elenco de ciclistas suele optar a la victoria en cualquier circunstancia; es lo mínimo que reclama la entidad que ganó siete veces el Tour de Francia en la década pasada. El ciclismo defensivo, de datos y ritmos constantes, fue dominado por la seriedad inglesa de grandes corredores como Chris Froome o Geraint Thomas, pero en el actual renacimiento de este deporte, ante la voracidad del UAE y el Jumbo -en su icónica pelea entre Pogacar y Vingegaard-, el gigante por antonomasia del pelotón ha perdido el mando de su imperio.
Sin una primera espada evidente, el liderato del Ineos en la carrera más grande del mundo fue entregado a partes iguales al talento incipiente de Thomas Pidcock y Carlos Rodríguez. La decisión fue salomónica: la carretera y sus pendientes decantarían quién de los dos aglutinaría el esfuerzo de sus gregarios. El primero partía con una ligera ventaja en la salida de Bilbao. Pidcock es de Leeds -un elemento importantísimo para un equipo que desea tener una cara visible patria-, es campeón olímpico, su polivalencia es abrumadora y, además, con solo 23 años, ya lleva adherida a su apellido una brillante victoria en el Alpe d'Huez. Sin embargo, es el joven portento de Almuñecar, en su primera experiencia en el Tour de Francia, quien reclama protagonismo. Con un rendimiento estelar en los Pirineos y tras sobrevivir en el Puy de Dome, Rodríguez ha acabado la primera semana de la carrera gala en la cuarta posición de la general y está a menos de dos minutos de Jay Hindley, quien cierra el podio al ser el número uno de los mortales.
El único español que lucha por la general ya despuntó en la pasada Vuelta, donde las consecuencias de un horror de caída le alejaron de la lucha por la tercera plaza, pero el desempeño del granadino en Francia confirma el potencial del hombre que, junto a Juan Ayuso, con quien comparte rivalidad desde cadetes, ilusionan de nuevo a la afición nacional. «Que la gente me apoye no me supone una presión extra, sino que me da más fuerza», dice Rodríguez en el primer día libre del calvario.
Un talento «descomunal»
Aunque para algunos sea novedoso, el rendimiento del sexitano no sorprende a un hombre que vislumbró su potencial hace más de un lustro. Él es Fernando Espina, quien le fichó en cadetes para el Bicicletas Valdayo-La Joya al Corte. «Carlos despuntaba de una manera descomunal. Le ganaba incluso a los juveniles; parecía de otro planeta. Creo que es un futuro ganador de grandes vueltas; tiene los números y el potencial», comenta el onubense a ABC. Pero, ¿cómo llegó un chico de la costa de Granada a un equipo de un pueblo de Huelva llamado Bollullos Par del Condado? La respuesta la tiene Espina: «A nivel andaluz, cuando estaba en el club de su pueblo, siempre disputaba las carreras contra nosotros y, la verdad, es que se lo poníamos muy difícil; por aquel entonces no conseguía muchas victorias. Coincidió que los chicos de Bollullos fueron elegidos por la selección andaluza, y él también, para un campeonato de España en Lorca. Allí hablé con los padres, que son excelentes, vitales en lo buena persona que es el chico, y conseguimos unirlo al equipo para que desde 2016 compitiera con nosotros», donde su progresión fue ascendente en los torneos regionales y nacionales.
Su exdirector, con una alegría inmensa en su voz, señala con orgullo que es un chico encantador, metódico en los entrenamientos, un chaval humilde al que «no le importaba sacrificar una carrera para brindarle la victoria a otro compañero». Y añade: «No lo vamos a ver ganando un esprint, ni atacando en la montaña como Pogacar, pero tiene un potencial tremendo. En las subidas no es un corredor agresivo en el sentido de salir rápido a contraatacar; es más un todoterreno, un Indurain: mete vatios, agacha la cabeza y no tiene fin». En juveniles, Rodríguez acudió a la Fundación Contador, donde limó sus características antes de fichar por el Ineos.
Cinco años después, mientras su futuro parece pertenecer al equipo Movistar, el andaluz vive un sueño inacabado en la ronda gala. Es más, para finalizar su charla con este periódico, el director que apostó por él cuando era un adolescente, y con el que guarda aún una estrecha relación, lanza un aviso: «Contra el crono es muy bueno y puede estar entre los cinco mejores en la única contrarreloj de este Tour».
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