Una reunión, pocha y toque de atención a los jóvenes: así se conjura España para la final ante Canadá

Alegría cercenada de forma contundente el viernes por Letonia que, con su sangre vikinga y con su orgullo báltico, doblegó a un equipo que se había olvidado de lo que era perder de forma tan dolorosa. No estuvo bien España, poco concentrada, algo ansiosa, realidades de sobra reconocidas en las entrañas del combinado nacional, y ahora toca ganar a un coco, la poderosa Canadá, para seguir con vida.

Se hermetiza España, rodeada de militares indonesios en el hotel Fairmont, a solo unos cientos de metros del Indonesia Arena, recinto en el que mañana se decidirá su destino. Tocó reunión mañanera y vídeo para ver los fallos (y aciertos) del equipo ante Letonia. No hay dudas en la plantilla que, como siempre, se encomienda al plan de Sergio Scariolo. «Debemos ejecutarlo al 100%», emanan los pupilos cuando se les pregunta qué hacer ante los norteamericanos.

Aparece Rudy con cara amable y con el moratón en la frente que le produjo un choque ante uno de los armarios letones. «No podemos jugar con tanta presión. Vi la cara de algunos compañeros y no están disfrutando del torneo. Tenemos que vaciarnos como siempre, pero hacerlo disfrutando», reconoce el capitán.

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Palabras de ánimo, pero seguidas de un mensaje para los no tan veteranos, que deben dar un paso adelante. «Somos conscientes de que los más veteranos hemos estado en situaciones similares. Pero los mas jóvenes lo han visto por televisión y, dentro de lo que cabe, también las han vivido. Si no se acuerdan, ya se lo recordaré yo», explicaba de forma contundente el balear.

Willy Hernangómez coge el relevo en el discurso de su compañero y explica que los hábitos no han cambiado pese a la derrota. Se reflexionó de noche, pero este sábado se ha entrenado con normalidad y se ha jugado a la pocha («Hoy he quedado el último», explica entre risas el nuevo astro del Barcelona). «Históricamente, siempre hemos dado la cara en estos partidos a muerte». Juancho, su hermano, también lo tiene claro. «El que no crea, que no venga».