España-EE.UU, toda una vida intentándolo
De Los Ángeles 84 al mate de Rudy Fernández en Pekín. Este ha sido el camino que permite a España soñar con tumbar al imperio
GUILLERMO D. OLMO
Toda una vida intentándolo, y casi siempre mordiendo el polvo. Así se podría resumir la historia de los enfrentamientos baloncestísticos de España con Estados Unidos . Los estadounidenses han sido siempre los gallitos del baloncesto mundial y salvo en contadas ocasiones, ni ... siquiera la mejor España ha podido quebrar su inapelable hegemonía. Esta noche en el Palau Sant Jordi de Barcelona (La 1, a las 22.30) los Gasol , Navarro , Rudy y compañía harán una nueva intentona en un choque que se presenta como el más atractivo aperitivo antes de los Juegos Olímpicos de Londres , una cita que se presenta como la última oportunidad para la inigualabale generación actual de jugadores españoles de conseguir su último reto pendiente, coronarse en un gran torneo por encima incluso del rey de reyes del planeta «basket», los Estados Unidos.
Los precedentes no son alentadores. España ha perdido 14 de los 16 partidos que ha jugado contra los norteamericanos en competición oficial. Solo hubo dos victorias, la del Mundial de 2002 en Indianápolis, en la que era una de las primeras apariciones de los junior de oro en la absoluta, y la del Mundial en Cali, Colombia, en 1982, en la anterior época gloriosa de los españoles, la de los Epi , Corbalán , Fernando Martín , Romay , etc .
El resto, muchas derrotas de paliza y alguna esporádica actuación en la que dio la sensación de que sí, que España se acercaba al milagro.Varios hitos jalonan ese camino en pos de la utopía deportiva y alimentan las esperanzas de los hombres de Sacriolo de, por fin, doblegar a la bestia. El último, en Pekín 2008 , una de los mejores finales olímpicas que se recuerdan y de la que los aficionados españoles prefieren recordar el mate de Rudy Fernández en las mismas barbas del coloso Dwght Howard y no el triple tras el que Kobe Bryant mandó callar a un pabellón que empezaba a creer en la proeza hispana. Tampoco se olvida aquí la permisividad arbitral con los estadounidenses y sus reiteradas violaciones de pasos.
Antes de eso los caminos de la potencia europea y la superpotencia americana se habían cruzado en otras ocasiones y la mayoría de las veces la duda estribaba solamente en cuánto de abultado sería el marcador final. Esto permitía declaraciones displicentes como las de Joe Dumars en el Mundial de Toronto de 1994, cuando tras ganar por quince a España, el escolta de los Pistons dijo: «el número 4 ese, no sé cómo se llama, ha jugado bastante bien». El número 4 al que se refería Dumars era Jordi Villacampa y había destacado con 28 puntos.
Otro de los enfrentamientos tuvo lugar en Atenas en 1998, donde años después, en 2004, las muñecas inmisericordes de Stephon Marbury y Allen Iverson privaron a la hornada de los junior de oro españoles de su primera opción de medalla olímpica. En aquel partido de 1998, ante una mediocre selección de las barras y estrellas, España se quedó a dos puntos de la victoria gracias a un sensacional Alberto Herreros y sus 27 puntos.
Derrotas para creer
Pero sin duda, la derrota más dulce y recordada es la de Los Ángeles 1984. Los españoles se familiarizaban con el baloncesto, un deporte que todavía no tenía línea de tres puntos, a través de una retransmisión de madrugada en la que un joven Pedro Barthe insistía en que había que estar satisfechos con llegar a la final y, cómo no, siempre lo hizo, cargaba contra unos árbitros a los que veía aliados de los soberbios norteamericanos. Lo cierto es, visto con los años, que no parece que un equipo como aquel, con gente como Michael Jordan y Pat Ewing descollando, necesitará ayuda ninguna para imponerse a nuestros muchachos, por más que el suyo fuera un segundo puesto encomiable.
Pero hay precedentes a los que agarrarse para creer que la historia puede cambiar y lo mejor es que sus protagonistas lo serán también en Londres. Pau Gasol, Juan Carlos Navarro o Felipe Reyes saben bien lo que es ganarle a los yanquis. Así empezaron a escribir su leyenda. En la final del Mundial junior de Lisboa de 1999 derrotaron a los atléticos estadounidenses, desbordados por aquella exhibición de talento y juego en equipo. Fue la primera de una larga serie de gestas. En Londres podría cerrarse el círculo, pero el sueño comienza esta noche en Barcelona
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