Pau Gasol, un Papá Noel para los Lakers

Dentro de ese maratón, el duelo entre Lakers y Knicks, dos históricos venidos a menos, ocupaba este año un espacio preferencial. Quizá el duelo no era de tanta calidad como la reedición de la final del año pasado que disputaron poco después Miami y Oklahoma City, pero por su simbolismo, era el más atractivo con diferencia.

Dos equipos en busca de reencontrarse con su historia. Uno, los Knicks, que tras años de travesía por el desierto, parece haber encontrado por fin su rumbo, con Mike Woodson en el banquillo y una plantilla muy apañada con Carmelo Anthony brillando por encima de todos. Así, se han convertido en el mejor equipo del Este hasta el momento, dejando una imagen muy buena y aspirando, por derecho propio, a cosas importantes en el futuro.

El otro equipo en liza, los Lakers, de reciente fracaso, tratan de reencontrar la senda del éxito tras recuperar a todas sus estrellas la semana pasada. Con Nash y Gasol en la pista, Mike D’Antoni quería empezar a trazar la remontada. “Tenemos que jugar a la desesperada” , había llegado a declarar Nash antes de empezar el choque, que terminó siendo un calco de sus palabras.

Con un buen primer tiempo de los Knicks, impulsado por los 15 puntos sin apenas fallo de J. R. Smith, comenzó la segunda mitad. Si en la primera Kobe y Carmelo habían pasado desapercibidos, tras la reanudación reclamaron su cuota de protagonismo. Ambos lideraron a sus equipos, con un duelo entre los dos mejores artilleros de la liga que terminó decantándose del lado del angelino.

Sus 34 le sirvieron a los Lakers para ganar un partido que se les había puesto muy complicado en el tercer cuarto, en el que llegaron a ir perdiendo hasta por nueve puntos (58-67, min. 30) por culpa de los 17 puntos de Anthony en ese período. Solo el rush final de Kobe, ayudado por Wolrd Peace, permitió a los Lakers irse al último cuarto por delante (78-77).

Para entonces, Gasol ya había demostrado su adaptación al nuevo rol de D’Antoni, actuando cerca o lejos del aro en función de su coincidencia o no con Howard en pista. El español, que anotó incluso un triple, coqueteó con el triple doble (13 puntos, 8 rebotes y 6 asistencias), aunque se le notó aún algo lejos de su mejor momento, con demasiados fallos en el lanzamiento (5 de 13 al final del partido).

Aún así, como demandaba hace unas días, sí que jugó los minutos importantes, cuando el choque del Staples llegó al momento de la verdad. Los últimos seis minutos del choque, con el marcador casi igualado (86-85), fueron un clínic de Nash, que comenzó a servir el triunfo angelino en forma de asistencias. Hasta 11 repartió el base, que mostró el camino de la victoria que Pau Gasol se encargó de certificar.

Suyos fueron los puntos que sellaron la victoria, la quinta consecutiva, para unos Lakers que poco a poco recuperan sensaciones . En sus manos cayeron los dos balones que decidieron el choque. En el primero, Carmelo le mandó a la línea de tiros libres. El segundo, con el partido en un puño, lo convirtió en canasta el español tras recibir un saque de banda y lanzarse a canasta como un poseso. Un mate que no solo valió el triunfo para los Lakers, sino que le quitó de encima un peso al español, que vuelve a sentirse importante, seguro y clave en estos Lakers de la resurrección.