La infinita voracidad del Real Madrid de Laso

«Cuando llegó este señor (Laso) empezamos a creer en nuestras posibilidades. Nos hizo jugar con un estilo que nos viene bien a todos y nos dio ese empujón que necesitábamos para ganar», reseñaba ayer Llull sobre el secreto de este Real Madrid. Todo comenzó aquel verano de 2011 en el que Laso dijo sí al ofrecimiento de Florentino Pérez. La negativa de alguna de las grandes figuras de los banquillos europeos terminó derivando en la figura del vitoriano. Un hombre de la casa que lo había hecho bien en la ACB, pero al que muchos veían sin la experiencia necesaria para dirigir al Real Madrid. Laso aplicó la misma receta que había conocido cuando fue jugador de la casa blanca: juego alegre y ambición sin límites . Tuvo que desterrar el complejo de inferioridad que asolaba el vestuario, habituado a perder sin remedio las finales que disputaba contra el Barcelona. Un proceso largo que fue engendrando un gen ganador en el espíritu de sus jugadores. En cada final perdida de aquellos inicios, el técnico miraba al futuro siendo positivo y consciente de que sus jugadores asimilarían esa enseñanza para no caer en los mismos errores. «¿Que cómo ganamos en los finales apretados? Llamad a Sergio Ramos », bromeaba Laso para explicar ese gen ganador que se ha instalado en el vestuario.

La hoja de ruta comenzó a funcionar desde el primer año con un solo título, que ya era mucho para las maltrechas vitrinas de la sección de baloncesto del Madrid. Aquella Copa lograda en Barcelona supuso un antes y un después en el devenir del vestuario . Cimiento del equipo de leyenda que hoy es este Real Madrid de Laso al que todos temen y que campa a sus anchas por el baloncesto nacional.

Los blancos han ganado once de los 17 títulos en juego en la ACB (13 si contamos la Euroliga de 2015 y la Intercontinental) y solo se han perdido cuatro finales. Un dominio que contrasta con el hundimiento del Barcelona en ese mismo período. Con la conseguida en Vitoria, el Real Madrid alarga su dominio en el torneo de Copa, donde no pierde desde 2013 . Una racha espectacular que ningún equipo había logrado amasar desde la década de los 80. La hegemonía blanca es total y se alarga si se mira a Europa, con el título conseguido en 2015 y las dos finales perdidas justo antes.