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Unos Spurs de leyenda toman Miami
San Antonio recupera el factor cancha con un triunfo cimentado en una primera mitad histórica en la que anotaron 71 puntos
Emilio v. escudero
El encuentro se presentaba clave en el devenir de las Finales. Tras el empate conseguido por Miami en el segundo partido de la serie, este tercero era un punto de inflexión. El choque que, habitualmente, decanta el campeón. Así había sido en el ochenta por ... cierto de las ocasiones, lo que añadía a los dos equipos un poco más de presión.
Con ese panorama, Miami, de nuevo en casa, y San Antonio salieron al parquet en busca de la victoria. La irrupción de Boris Diaw en el cinco inicial desvelaba las intenciones de Popovich por intentar cerrar la zona, sangría que le costó el triunfo en el segundo partido de la zona.
Esa tarea defensiva quedó en un segundo plano por el torrente anotador que exhibieron los Spurs. Un acierto nunca visto en unas Finales. Daba igual cómo o desde dónde. Todo entraba. Cada balón que salía de las manos de un jugador de negro acababa besando las redes. Brutal. Apenas dos errores en 21 lanzamientos. Un 75,8 por ciento al final de los dos primeros cuartos. Increíble.
El mérito de Miami, fue mantenerse aún así en el partido, acunado en una fe inqubrantable, a la que Bosh y LeBron, junto a Rashard Lewis, fueron los que más contribuyeron. La distancia de 21 puntos al descanso (71-50) hubiera sido una losa para cualquier otro equipo, pero no para Miami.
Dos fogonazos nada más volver del descanso rebajaron la diferencia de manera peligrosa para los Spurs, que mediado el tercer cuarto apenas tenían trece puntos de ventaja (64-77). Peligro. Lo vio Popovich, que pidió un tiempo muerto y dejó la manija de su equipo en manos de Patty Mills. El australiano, que hace un año apenas contaba para el técnico, es ahora un hombre importante y ayer lo demostró en estos momentos críticos.
Su asociación con Belinelli evitó que los Heat consumaran la remontada ya en este tercer período, en el que llegaron a ponerse a siete puntos (74-81), pero que vieron cortada su progresión tras una canasta de Mills y un triple del italiano, que devolvieron la renta por encima de los diez.
El empeño de Ray Allen volvió a encender el American Airlines Arena, confiado todavía en culminar la remontada a pesar de que los minutos corrían en su contra. Rugía el coliseo, ayer teñido de blanco, pero no era noche de milagros. LeBron se empeñó en ganar él sólo el partido y por ahí se agotaron las opciones de los Heat, que deberán ahora luchar contra el destino, ese que dice que el ganador del tercer partido es el ganador del título. Ese que decía que era imposible superar el 75 por ciento de acierto de tiro de los Magic en las Finales de 2009 y que ayer quedaron pulverizados por unos Spurs de leyenda, que demostraron que, en estas Finales, todo es posible.
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