Atlético 0 - Milán 1
El Atlético se dispara en el pie
Pierde con el Milán en un partido lamentable y se obliga a ganar en Oporto en la última jornada, sin depender de sí mismo, para seguir en la Champions
Así están los grupos de la Champions
Crónica
El Atlético se dispara al pie en la Champions y queda colgado del precipicio. Una noche muy lamentable, con propósitos de más a menos, que acaba con el equipo recostado en su área, defendiendo un 0-0 y sin alma ante el Milán ... . El equipo italiano marca al final, vence en el Wanda merecidamente, revive en la pelea por la supervivencia en la Champions y agrupa las costuras del grupo. El Atlético necesita ganar en Oporto en la última jornada y confiar en que el Milán no lo haga ante el Liverpool para saber si está clasificado o se queda en el camino.
El frío se corta en el Wanda como un puñal en la mantequilla, pero hay aroma de noche grande. Sesión de Champions, caviar al que se ha acostumbrado el Atlético en su imponente Wanda de enormes pasillos, butacas individuales y palcos vip en la confluencia de segmentos, sede de una final, y apariencia de bombonera donde la afición colchonera silencia a la bulliciosa hinchada del Milán recostada en una grada alta. Una pancarta de dimensión gigante cuelga unos instantes antes del encuentro, «Peleas como el mejor», en honor a una tonadilla del himno rojiblanco. Atmósfera electrizante desde el minuto uno, cuando toca hacia atrás Suárez y el recinto retumba como una sola voz.
Un gran Theo
La efervescencia prosigue con Theo Hernández , el francés criado en la cantera del Atlético que emigró al Real Madrid antes de debutar con Simeone. Theo se las lleva puestas de todos los colores, una bronca detrás de otra que no afectan nada a su juego de zancada poderosa, largo recorrido y punta de velocidad por la izquierda. Un lateral de tremenda calidad y jerarquía en el juego que se convierte en la puerta de entrada del Milán a las preocupaciones de su adversario. Estupenda su primera parte, el mejor de los 22 contendientes.
El Atlético se aplica desde el principio a la tarea de picar piedra. Se mide a una escuadra italiana, granito puro, el alma en cada viaje, la portería a cero como principio de supervivencia... No llega al eterno ‘catenaccio’ de los ochenta y noventa, pero se le parece. Una contundente defensa que apenas concede, un centro del campo con músculo y despliegue y un formato delantera que espera más las ocurrencias de Brahim, el ‘sorpasso’ de Theo o algún balón suelto que embolse el hercúleo Giroud.
Nada excitante en cualquier caso, más allá de la irrefutable realidad del marcador (0-0 al descanso) y la solvencia en defensa para espantar a los colchoneros. El Atlético empieza más o menos bien, sin cohetes, con De Paul manejando la banda derecha junto a un Llorente que ha perdido fuelle, y Lemar buscando amigos para asociarse a su pierna izquierda, una delicia técnica que choca con la apariencia pétrea de la noche.
El partido vuelca hacia el ‘italianismo’, o el equivalente a esos palabros que suelen usar los entrenadores para definir el juego de preeminencia defensiva. Equilibrio, balance y demás sentencias que apelan a no perder la posición, estar siempre en orden con la táctica y jugar sin riesgo. El ‘cholismo’, en su concepción inicial, es más italiano que la torre de Pisa o el Coliseo de Roma. No encajar en su portería, no perder la compostura defensiva, no ofrecer grietas al enemigo y el gol ya llegará en alguna de las ocasiones que ofrece la vida.
El duelo deriva entonces en un soporífero toma y daca, cuerpos en movimiento, balones avanzados o despejados de cualquier manera, los saques de Oblak al costado izquierdo donde antes ganaba las disputas Saúl y ahora no las gana nadie. No la huele Luis Suárez, letal en el área y cero a la izquierda fuera de ella. Lo intenta Griezmann con su calidad para mejorar cada jugada. Se empeña, tozudo y poco afortunado, Carrasco por su carril. Pero falta una identidad de juego, un paso común que no puede mezclar entre los cabezazos de Savic o Giménez con la zurda de Lemar.
Los atléticos tratan de sacar ventaja con el engaño. Fingen y se desvanecen en cada duelo con los italianos, más pendientes de cobrar la falta o la tarjeta que de seguir la acción. Un vicio incorregible en los rojiblancos que nadie afea. Luego, el árbitro siempre tiene la culpa de todo.
El Milán se agobia en el Wanda porque su periplo en la Champions 2021 toca a fin, desprovisto de jerarquía y sin pujanza para rememorar al viejo Milán de Sacchi o Capello, los que ganaban Copas de Europa. Pero tiene la vergüenza para acosar al Atlético, someter su voluntad e imponerse en el choque de estilos y ambiciones. En el estadio se escucha algún silbido de desaprobación al estilo del Bernabéu porque el partido de los locales es un puro despropósito, tan falto de lucidez y precisión en el pase que hasta Griezmann no acaba el partido en el campo con 0-0 en el marcador.
Llega el gol del Liverpool al Oporto, un regalo para el Atlético, ya que eso cambia bastante su perspectiva. Y entonces el equipo especula, juega con el empate insulso sin goles, aprieta en esa defensa que ya no es inexpugnable y busca algún contraataque mientras Griezmann tiene aire en los pulmones. Una propuesta bastante pobre y escasa en una noche de tanta necesidad. De Paul la empalma con estilo a la manos del portero, pero es el Milán quien se ha adueñado de la noche.
Comparece Ibrahimovic , su corpachón de peso pesado para vencer por alto a los centrales del Atlético, tan desbordados que se dedican a achicar agua como pueden. Es el Atlético del callejón sin salida, acorazado atrás, de respuesta limitada. Savic saca un balón de rodillas, con Oblak derrotado. El Milán se resiste a morir y Simeone se empequeñece. Quita a Griezmann, pone a Kondogbia para sostener el 0-0. Y llega el desastre, minuto 86, internada por la izquierda y cabezazo de Messias a gol, más solo que la una. Un batacazo para el equipo sin espíritu y poco atrevido al que el Milán pasa por encima al final.
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