Hamilton despide a su padre

La imagen de Anthony en primera línea de la cámara, pululando por los circuitos como el alma gemela de Hamilton se había convertido en algo familiar, próximo al espectador. Desde ahora, queda relegado al segundo plano.

«Es un paso muy positivo que dé un paso atrás -comentó Hamilton-. Quiero que vuelva a ser mi papá otra vez. Ahora tengo 25 años y es inevitable que se produzcan cambios en algunas cuestiones». Razones emocionales en un deporte desprovisto de este tipo de sentimientos.

«Él tiene un montón de tareas en sus manos y, por mi parte, ya ha hecho su trabajo. No hubiera podido entrar en la Fórmula 1 y ser campeón del mundo sin su ayuda».

Palabras que suenan a tributo para la persona que ha acompañado al piloto en todas las carreras que ha disputado desde que tenía ocho años y se enroló en el campeonato inglés de «go kart».

Hamilton declaró que «él ha sido el padre más increíble y el mejor apoyo que he tenido nunca. Siempre ha defendido mis intereses con el corazón y ha guiado mi carrera en la dirección correcta. A poco más de una semana para que comiencen a rodar los coches en Bahrein, Hamilton confía en que la decisión no lo desestabilice, aunque admitió que «será extraño que no esté mi padre en los circuitos, sobre todo en las dos o tres primeras carreras. Siempre pienso en positivo y al final todos nos sentiremos confortables».

Anthony Hamilton, nativo de la caribeña isla de Granada, trabajó en el metro de Londres hasta que se convirtió en el representante y protector de su hijo. Lewis Hamilton fichó por McLaren a los trece años y debutó en la Fórmula 1 con 22. Su padre negoció el contrato de cinco temporadas y casi veinte millones anuales del que disfruta.