Barrichello exprime su verano en Monza
Escaló Rubinho al podio del viejo Monza, desplegó su sonrisa y provocó un contagio generalizado. Alguna corriente singular transmite este veterano brasileño, con su estigma de Poulidor, eterno segundón fustigado por los caimanes de la Fórmula 1 durante décadas. Tal vez sea la estética del ... perdedor, pero esa sonrisa permanente de Rubens Barrichello descoloca este deporte tan rígido. Venció en el templo de la velocidad , exprimió el verano con su segundo triunfo en tres semanas y aprieta el Mundial que se juega en casa Brawn. Si hay alguna posibilidad de libertad en esta escuadra, todavía hay pelea por el título.
Ríos de tinta corrieron este invierno en la pretemporada. Gracias a la mágica capacidad de la F-1 para convertir cualquier innovación en fenómeno paranormal, a su destreza para desplegar el marketing en cualquier recodo del planeta, el Kers engrosó el glosario de términos para la posteridad.
El sistema de recuperación de energía en las frenadas, un botón-turbo de coche fantástico que procuraba una aceleración extra durante seis segundos, debía ser el quid de la cuestión en cualquier análisis. Ha sucedido lo de tantas veces en este decorado: días de mucho, vísperas de nada. «El Kers sólo sirve para lanzarlo al mar como un ancla», resumió al poco tiempo Briatore.
De la euforia mediática del Kers y de sus bondades extra-sensoriales se ha llegado a un final de año en el que casi no quedan equipos que usen el propulsor galáctico. Y los que lo utilizan, no ganan. «Siempre tenemos dudas sobre si usarlo o no», admitió ayer Alonso.
El asturiano lo empleó en la salida de Monza, una recta infinita como esas del Lago Salado donde se superan récords de velocidad con coches que nadie ha visto en la calle. Y de poco le sirvió. Más que nada, para minimizar daños. En vez de perder posiciones, como le ha sucedido en las últimas carreras, mantuvo la suya inicial. No es poco en vista del cenizo que le persigue.
Dio la apariencia de que la carrera reservaba un mano a mano singular: el ultrasónico Force India de Sutil contra el McLaren de Hamilton. Entre medias se cruzó Raikkonen, que ha despertado con los rumores que lo expulsan de Ferrari. Pero, a la hora de la verdad, las cargas de gasolina decretaron el nombre de los coches dominantes. Eran los Brawn, más llenos, más largos en su permanencia en pista, menos tiempo en los garajes. Tanto Barrichello como Button sólo se detuvieron una vez y esa estrategia de economía de recursos les proporcionó el doblete.
A Barrichello no lo humillaron con una orden de equipo como en tiempos de Schumacher y el mismo jefe que ahora guía sus pasos, Brawn, y el brasileño desplegó su gesto risueño para decir que ahí está, pimpante a sus 37 años.
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