España apela al colectivo y al trabajo para vencer a la República Checa

A Jordi Ribera, analítico y detallista para que los jugadores tengan toda la información posible para cuando salten a la pista, observó que a los checos les costaba manejarse con defensas 5-1, y Álex Dujshebaev cumplió a la perfección con el papel de jugador correoso y anticipativo en los primeros minutos de encuentro. Suficiente para que el conjunto nacional entonara los brazos en la defensa y encontrara una renta de tres goles para empezar. Utilísima porque el grupo creó muchas opciones de gol, por piernas, por ideas, por jugadas, por combinaciones, pero entró en un bache en el que hizo bueno a Mrkva, portero checo que brilló con doce paradas en la primera mitad.

España, a oleadas, se desatascó de unos minutos de deriva con tres goles marca de la casa: parada, recuperación y a la carrera; apelando al colectivo cuando bien el portero, bien los lanzamientos desviados dejaban sin gol los brazos de los atacantes.

Varió Ribera a los jugadores, las defensas, para desequilibrar al bloque checo sin perder la esencia española. No era la España alegre y fluida y aún así, el marcador siempre soplaba a favor : dos, tres, hasta cinco goles antes del descanso. Con Entrerríos, con Cañellas, con Sarmiento, con Aginagalde. Rotaciones y entrega colectiva. Colaboración individual para el premio del grupo, con un Gonzalo Pérez de Vargas que sigue en números de oro para proteger la portería; enfundados todos con el mono de trabajo para minimizar los fallos en los lanzamientos y mantener la superioridad en todas las líneas.

Se mostró pegajosa la selección checa, rápidos en las contras y contundentes en los brazos de Kasparek y Zdrahala . Pero España, asentada siempre en esa ventaja y en la confianza de saber que eran mejores, ya no se permitió atascarse más en la segunda mitad. En cuanto la República Checa daba tímidos intentos de acercarse, España se hizo España. Un bloque compacto en la defensa, y por fin algo de alegría al ataque . Brillantes en el juego de la puntería cuando al rival se le ocurrió intentar recortar diferencias jugando con el límite de la portería vacía. Se hinchó entonces España a marcar desde la distancia, y a cerrar la victoria, otra más, de prestigio y voluntad. Porque el brillo estuvo en el colectivo, en el esfuerzo y la solidaridad, en esa herramienta que luce con orgullo esta España de adaptación, recomposición y superación.