Flores demostró ser un profesional y aún así salió a batear, pese a no poder aguantar las lágrimas en sus ojos. Sin embargo, cuando su entrenador le confirmó la noticia de su cambio de equipo y le mandó a los vestuarios con una cerrada ovación de los hinchas, no pudo más y rompió a llorar desconsoladamente.
La historia tiene, no obstante, un final feliz y es que el traspaso del jugador finalmente no ha llegado a buen término por una lesión en la cadera del otro jugador que iba a participar en este «cambio de cromos», Carlos Gómez.
A sus 23 años, lleva los siete últimos jugando en la franquicia neoyorquina, después de haber comenzado su carrera en Venezuela. Flores no ha podido dejar más claro su amor por el equipo y por los colores de los Mets.
Un jugador de béisbol llora en mitad de un partido al enterarse de su traspaso
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