110 motivos
Un ejemplo para el deporte mundial
La selección de fútbol muestra el camino de buen juego, respeto y concordia para encandilar y aunar a toda la afición futbolística
Un ejemplo para el deporte mundial
Toda la vida persiguiendo un sueño y al final se hicieron realidad tres. Si de algo puede estar orgullosa la población española es de su selección de fútbol. En medio de tanta corruptela y decepciones, de las pocas cosas que quedan en pie en este ... país es el deporte y, dentro del deporte, la selección española de fútbol, dos veces campeona de Europa y una vez campeona del mundo, todo en tres ediciones consecutivas, una gesta jamás conseguida por ninguna escuadra nacional en la historia. Es una hazaña que ha llevado a muchos a considerar a este equipo como el mejor equipo nunca visto, por encima incluso de aquella selección brasileña de Tostao, Pelé o Gerson.
Con independencia de lo que piense el pueblo llano, este equipo no se hizo en un día ni por inspiración divina. Viene de una idea y de un proyecto elaborado en función del nacimiento de una generación especial, una serie de jóvenes valores con unas características determinadas de juego que favorecía la creación de un estilo, un estilo que, además, coincidía con los gustos de una afición entendida y fervorosa, una afición ansiosa de buscar un camino que intuía llevaba a la gloria. Ese sendero pasaba por el buen gusto con el balón en los pies, el trato exquisito del esférico, toque y más toque en el centro del campo mientras que por arriba los delanteros se mueven con velocidad en busca de desmarques rápidos para recibir el pase letal. Cuando se pierde el balón la presión contra el rival sube muchos metros para recuperar cuanto antes en las zonas donde el contrario está menos dotado para sacar el balón. Se recupera este y vuelta a empezar. Esa comunión afición-selección empezó a crecer al mismo tiempo que los éxitos llegaban al equipo absoluto. A los Xavi y Casillas, pioneros de aquella selección, se fueron uniendo una serie de jugadores, todos del mismo estilo, mientras el paso natural del tiempo iba eliminando a otros.
Naturalmente, todo esto no podía haber fructificado sin un timón. En principio fue Luis Aragonés, un sabio, y luego Vicente del Bosque, un hombre sensato. Aunque diferentes en su forma de ser, ambos coincidían en una cosa: establecer un estilo en función de las características de los jugadores, y no al revés, es decir imponer el estilo del técnico y obligar a los jugadores a adaptarse a él, aunque no tuviesen las características necesarias para hacerlo.
La primera premisa, que parece tan lógica y de cajón, no es tan seguida por muchos entrenadores, que prefieren el segundo camino, donde todo es más forzado y acaba por romperse a la tercera o cuarta temporada. Luis Aragonés demostró ser un técnico dúctil para establecer el juego en función de los jugadores de los que disponía. En la selección vio con inmediatez que el tiki taka podía funcionar. Tuvo el valor y la determinación de eliminar los grupos que entorpecían el crecimiento de los jóvenes peones y del nuevo juego y dar el mando a estos.
La consecución fue el logro de la primera Eurocopa lograda en la final ante Alemania (1-0), un aviso de que algo especial estaba ocurriendo y de que un nuevo juego se abría camino. Al mismo tiempo, el otro artífice del logro, el hombre oculto, trabajaba en la sombra: Fernando Hierro. El exmadridista levantó una infraestructura en la Federación Española de Fútbol con un solo objetivo: que las divisiones inferiores, juveniles, sub 21, etcétera, no solo jugasen como el primer equipo, sino que se entrenasen como la absoluta. Al respecto, una pléyade de ojeadores realizaba una selección de futbolistas que respondiese al mismo patrón de juego: fútbol raso, salida de balón y el menor número de pelotazos posibles.
Cuando llegó el relevo de Luis, la RFEF buscó un técnico calmado que huyera del protagonismo para dejarle este a los jugadores, un entrenador que si veía que las cosas funcionaban no quisiese cambiarlas para darse importancia. Vicente del Bosque llevó dicho cambio con mano de seda, sin apenas percibir un solo bache en el camino.
Jugadores queridos
La identificación de la selección con la afición española fue fácil. No fue solo que los triunfos allanasen el camino, sino que el aspecto personal de los jugadores, chicos educados, atentos y amigos entre ellos, caló en el público español, que estalló de júbilo cuando el equipo alcanzó la gloria en Sudáfrica. Campeones del mundo gracias a un gol de Iniesta, un chico de Albacete que atesoraba todas las virtudes, futbolísticas y personales, que gustan en España.
El estallido popular cuando se ganó la final del Mundial fue tal que llegó hasta los últimos confines del mundo. Probablemente el pueblo español nunca fue tan feliz como en esas horas posteriores al gol con el que Iniesta llevó al fútbol español al olimpo de los dioses. Ahora todos quieren jugar como España y ser tan queridos y entrañables como los jugadores de la selección española. No pueden. Y no pueden porque España solo hay una.
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