La taurina de ABC
Javier Buendía: «Las corridas de toros que nos echaban eran de tres rejones y una ametralladora»
El maestro rejoneador se cita con ABC de Sevilla en la semana que será homenajeado en la corrida de rejones de la Feria de Morón
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Iniciar sesiónSigue tan lúcido como siempre, da gusto escucharlo hablar de caballos y de la vida. Maestro de maestros del rejoneo con la Virgen de Consolación de Utrera siempre presente. El próximo viernes 19 de septiembre se homenajea en la plaza de toros de Morón de ... la Frontera a Javier Buendía con una corrida de Pallarés en la que se anuncian Andy Cartagena, Diego Ventura y Lea Vicens. Sin duda, es una buena excusa para quedar con él, que ya se encuentra recuperado de una herida en el pie que lo ha tenido en reposo varios días. Y lo hacemos en Villanueva del Ariscal en concreto en casa del poeta José León justo debajo de la cabeza del toro 'Arrempuja' de la ganadería de Luis Albarrán, al que le cortó las dos orejas en el coso del Baratillo allá por abril de 1995 compartimos mesa y mantel disfrutando de la sapiencia de este veterano caballero rejoneador del Bajo Guadalquivir.
-¿Cómo surge este homenaje en Morón de la Frontera?
-Me llamó mi cuñado Pepe Benítez Cubero para contarme que querían darme un homenaje en Morón, tras el que le hicieron el año anterior a Álvaro Domecq, y que habían estado en Los Ojuelos comprando una corrida de toros del hierro de Pallarés. Evidentemente le dije que me parecía bien y más con una corrida de Santa Coloma que la van a matar las figuras. Luego me llamó Morilla, el dueño de la plaza, así como Curro Durán el empresario, y ya hace dos meses que lo presentamos. No sé exactamente en que va a consistir, pero me hace ilusión.
-Vamos a meternos en faena, maestro. ¿Cómo ve el rejoneo actual?
-En la época que yo toreaba con las figuras apareció Pablo Hermoso y apareció Diego Ventura. Diego era un niño cuando empezó, era un ratón, montaba un caballo, estaba aquí, estaba allí, en todos lados, se le veían muy buenas maneras. Pablo empezó a consagrarse en aquella época cuando ya nos retirábamos todos. Para mí hoy día Ventura es el que pisa mejores terrenos en el rejoneo.
Mi rejoneador era Moura, porque pisaba unos terrenos que son los que pisa hoy Diego, pero el toro era distinto totalmente. Hoy es un toro hecho para el rejoneo, para un espectáculo, no para rejonear y lidiar. Moura tenía que lidiar y dar espectáculo. Todo lo que se hace hoy de galopar de lado y de correr por las tablas, eso lo hacía él de salida. Las corridas de toros que nos echaban a nosotros eran de tres rejones y de una ametralladora porque no se paraban, tenían otro genio. Hoy el toro tiene otra bondad, yo me alegro por los rejoneadores y los caballos que no se pegan los mismos sustos. Cuando veo las corridas de rejones y dicen ellos que el toro se está cruzando mucho, yo no lo veo cruzarse. El toro, si tú le marcas el terreno va a buscarte a ti. Esa lidia antigua se ha perdido, que era la emoción que tenía el rejoneo. Antes con Domecq, los Peraltas, Vidrié, Vargas, todos eran distintos, entonces había una rivalidad bonita. Y hoy el rejoneo es todo lo mismo, y no lo quiero decir para destruir, al contrario, han cogido la forma esta de echar el toro para el lado y salir airosos tras una batida y eso es muy fácil. Antes era de poder a poder, había caballos muy buenos que hoy yo no veo, por ejemplo, Neptuno que era un crack. Ese caballo se dejaba a los toros venir y se hacía un arco, ese venenillo que tenían los toros. Y esos caballos con ese arte y con esa agresividad.
-¿Cómo empezó todo?
-Yo empecé a rejonear con 25 años. Me encantaba el campo, los caballos, he sido garrochista desde chico. Un día vino Álvaro Domecq a Bucaré, la finca de mi padre, a comprar un caballo. Le echaron una vaca y a mí se me encendieron los ojos. Empecé a hablar con Vidrié mientras Álvaro estaba con mi padre cerrando el trato y le dije que me encantaría rejonear, a lo que me contestó que hablara con Alvarito y me metiese en la escuela de Jerez. Y ahí empezó todo. Estuve allí seis meses viviendo en la casa de Vidrié y aprendí muchísimo de lo que es pasar del campo a la doma. Porque nosotros éramos de cuatro riendas y allí pase del bocado al filete. Cogí asientos en las monturas inglesas. Te cuento una anécdota, Alvarito en aquella época estaba en Viena dando clases y llamaba por teléfono a la escuela para preguntar cómo me iba y entonces le contestaban que iba aprendiendo lento, pero bien. Yo era un poco mayor ya para todo el laberinto, pero aprendía muchísimo. Y de ahí ya me vine, aquel año me organizaron una corrida de toros en Cabeza la Vaca y salió aquello fatal. Y ya arranqué buscando unos caballitos más y organizamos para seguir toreando.
-De ahí nace todo. Pero, ¿cómo ha sido su estilo en el toreo? Llevó a la plaza lo que había vivió desde pequeño en su casa, en el campo.
-Yo lo que había vivido era el campo, tentaderos de macho, las querencias, cómo había que respetar al toro que es importantísimo. Todo lo que había mamado en el campo lo llevé a la plaza. Pero te cuento como llegué, vino la 'guerra de las espuelas', que no querían que Moura toreara sólo en España. Por lo tanto que nadie torease con él. Y a mí Manuel Vidrié me aconsejó que yo no me metiera en nada, pensaría él que con lo malo que yo era para qué firmar nada. Pues me llamó Manuel Chopera para torear con Moura, que ha sido un gran empresario y persona, y me dijo que todo era un capricho de Álvaro Domecq y de los Peralta, que no querían que torease en solitario la corrida de la beneficencia en Madrid. Entonces yo dije que adelante y toreamos 70 corridas ese año Rafael Gutiérrez, Luis Miguel Arranz, Moura y yo. 70 corridas, que se dice muy pronto.
De ahí me hice con una buena cuadra. La yegua buena de garrocha, la ponía de frente y mataba a todos los toros, se echaba encima de los pitones, eso me dio mucha moral. Le compré un caballo a Luis Valdenebro, Pepe Benítez Cubero me ayudó muchísimo con los que me dejaba y mi padre me dijo que dinero no me daba para comprar caballos pero que de casa podía coger y domar los potros que quisiera.
Me iba todos los inviernos con Vidrié a Guadalajara a su finca Los Cotos, volvía en febrero para Candelaria y ya él se quedaba conmigo en Bucaré. Y empezábamos a torear, de Bucaré pues íbamos a lo de los Cuberos, Valdenebro, Bartolomé, Cañaveral… a todos los sitios a torear vacas. Entonces había muchas y aprendí viendo a Manolo, me fijaba en muchos detalles para saber llevar los caballos al sitio.
-Y Sevilla…
-Antes de torear en Sevilla el famoso festival de Triana en el 87 ya había salido por la Puerta Grande de Madrid cuatro veces y no me ponían en la Maestranza. Me pusieron gracias a Ignacio Sánchez Ibargüen que me guardó para el sitio, ya que había dado uno en Gines y no me puso siendo el único hermano del Rocío de Triana. Me sentó fatal. Cuando me dijo que iba a torear en Sevilla con Curro Romero, Diego Puerta, Paco Camino, Viti, Litri y Sandín, no podía andar, se me aflojaron las piernas, no podía dormir. Ya por aquel entonces tenía una buena cuadra y nació la garrocha en mi toreo. Sevilla para mí ha sido todo, yo me empleaba y preparaba para Sevilla nada más. Preparaba los caballos para Sevilla, si salía el toro malo o bueno lo lidiaba.
«Todo lo que había mamado en el campo lo llevé a la plaza»
-¿Hay alguien que pueda seguir su estela en esa forma de toreo campero?
-Pues no ha habido ninguno de poder a poder. Ellos ya se han habituado a correr de lado, pero no a torear después. Ponen un par de banderillas, salen corriendo y tiran el sombrero. Álvaro Montes podía haber servido, pero desgraciadamente se reunió de mala gente y no pudo tirar para adelante. Otro que estuvo mucho tiempo fue Paco Benito que me encantaba cómo toreaba, cómo domaba, pero en la plaza se venía abajo.
-¿Ve toreando algún día a su hijo?
-A mi hijo no lo veo toreando. Ahora mismo están las cosas muy difíciles, y a la mayoría de los rejoneadores no le pagan un duro, solo a tres o cuatro y los demás se tienen que ganar la vida. Javier tiene ya 33 años, tiene ideas y sabe, toreó un festival que estuvo cumbre para la hermandad del Rocío de Triana, pero ya no tuvo más continuidad. Él está trabajando, tiene un niño y medio, ya que el segundo viene de camino. Una cuadra de caballos necesita las 24 horas en lo alto y eso no es fácil.
Le han dicho que toree, pero para eso necesitas una cuadra importante, no es lo mismo un toro que un novillo en Espartinas. La plaza, el toro, el público, es otra responsabilidad. Su amigo José Luis Pereda, con el que corre muchos concursos de acoso y derribo, le ha dicho que se prepare para Huelva, lo ve muy suelto con los caballos y tiene tres muy buenos. Pero dar ese paso conlleva una responsabilidad muy grande, esto es muy serio y al toro hay que darle un respeto.
«Hoy el rejoneo es todo lo mismo, hay muy pocos con estilo propio»
-¿Cómo ve el futuro?
-Veo que no hay rivalidad. Estilos propios tiene Cartagena, que gustará más o menos. Ventura, pero hay 30 que lo copian. Rui Fernandes anda bien, pero hay días que quiere y otros que no. El hijo de Pablo Hermoso, Guillermo, puede ser buen rejoneador pero veo que trabaja poco. Tiene la cuadra de caballos muy buena de su padre, aunque cuando Pablo ya no pueda ponerle caballos, veremos de qué es capaz. La única herramienta que hay para triunfar es el caballo y el trabajo.
- ¿Volverá la matinal del Domingo de Farolillos algún año?
-No hay gente ahora mismo para eso. Lo intentaron poniendo a unos y otros, pero eran todos los rejoneadores iguales y la gente dejó de ir.
-¿Le duele cuando ve un solo cartel de rejones en todo el abono sevillano?
-¿No me va a doler? Y encima no se llena. El único que entra ahí es Ventura, que no tiene rival ninguno. Ahora mismo es un genio del toreo. Si se le muere un caballo bueno ya tiene otro mejor, y ahí está la clave del éxito, en trabajar mucho.
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