¿Cómo es por dentro la histórica finca Bucaré que han vendido los Buendía?
Combina campiña y dehesa a través de su millar de hectáreas, todas ellas en el término municipal de Alcalá de Guadaíra
El empresario cordobés Antonio Carrillo compra la finca Bucaré a la familia Buendía
Sevilla
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Iniciar sesiónLa noticia de la venta de Bucaré no ha pasado desapercibida para gran parte de la afición taurina, conocedora de la trascendencia que sus pagos tuvieron para la evolución del toro bravo. Un paisaje llano de la campiña sevillana que enhebra con ... el río Guadaíra y en el que se salpican reminiscencias del olivar que en su día enterró ahí sus raíces y la parte de dehesa que aún se conserva, cuyas lindes fueron bautizadas en el siglo XIX por los propietarios de la época, la aristócrata familia italiana Bucarelli, como San José de Bucaré.
Esta llanura tiene 1.087 hectáreas dentro de una misma finca, cuya entrada principal está en la carretera de Morón de la Frontera, aunque pertenezca al término municipal de Alcalá de Guadaíra. Desde su cancela se tardan quince minutos en llegar a Sevilla, y por ella pasan las conexiones de varios pueblos: Utrera, Arahal, Carmona, El Viso del Alcor y Mairena del Alcor.
El entronque familiar que más adelante se produciría entre los Bucarelli y los Queralt y Maquieria terminó provocando que en una misma herencia se fusionaran ambos capitales y que los toros que el conde de Santa Coloma había comprado de sangre Ibarra y Saltillo llegasen a pastar en San José de Bucaré, ganadería que fue predilecta de Joselito el Gallo, aunque pasados diez años de su muerte entró en franca decadencia. Así, en 1932 se vendieron tanto la finca como los derechos de la ganadería a Juan Buendía y Felipe Bartolomé, quienes terminarían cediéndole la gestión al hijo del primero, Joaquín Buendía Peña.
Con la familia Buendía la ganadería adquirió carácter propio, logrando importantísimos éxitos a partir de la segunda mitad del siglo XX. Aunque la parte que adquieren viene especialmente impresa con el marchamo de Ibarra, Joaquín Buendía trata de refrescar con nuevas incorporaciones de Saltillo hasta conseguir una mezcolanza que produciría suavidad en la embestida de sus toros, dentro de la raza y transmisión que siempre les caracterizó.
Además de una interminable llanura de campiña y dehesa, San José de Bucaré posee una majestuosa hacienda con patios porticados en la que destacan sus azulejos cerámicos de alfareros trianeros y su estilo clásico andaluz. Por sus rincones se van descubriendo referencias y testimonios de la historia del toreo, a través de pinturas y decoraciones de cada época. La configuración del cortijo se articula en torno a un suntuoso patio empedrado con un coqueto pozo que sigue dando agua.
La Virgen de Consolación de Utrera preside desde un retablo cerámico del siglo XVIII la entrada al citado patio, desde el que se observa un precioso palomar con mirador con el hierro de la casa. En ese patio se cobijó históricamente una almazara para el tratamiento y producción del aceite de los campesinos de la zona.
Como es de esperar, uno de los elementos más importantes de esta hacienda es la zona de cuadras, donde el rejoneador Javier Buendía criaba sus caballos toreros. La plaza de tientas actual es de los años 60, de ruedo circular y con dos palcos en altura para ganaderos e invitados. Para el manejo del ganado dispone de chiqueros, corrales y rampa de embarque.
Cerca de esas cuadras se levanta uno de los elementos más llamativos del caserío: la plaza de tientas, construida entre 1958 y 1969, siguiendo en todo momento los modelos tradicionales. Es de planta circular y en su anillo se disponen dos elevadas tribunas cubiertas sostenidas por columnas de piedra, además del correspondiente cajón de embarque, chiqueros, manga y corrales.
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