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ABC Cultural

Pablo Aguado mojó el agua en El Puerto

El sevillano revienta la feria en el duelo de las últimas balas con Manzanares. Ambos cortan dos orejas a la corrida de Juan Pedro Domecq

Pablo Aguado, naturalmente Paco Martín
Rosario Pérez

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Aquello era el duelo de las últimas balas. Con los toros que cerraban la feria, la pólvora se extendió e incendió los tendidos. Tras la gloria de Manzanares en el exigente quinto, Aguado salió espoleado para dictar una sentencia: el toreo puro es ... el único camino a lo trascendente. Ardía la plaza mientras el sevillano mojaba el agua. Como cuando cantaba El Lebrijano y García Márquez lo ensalzaba. Pablo no solo la mojó, terminó ahogándola en ese río de naturalidad. ¡Qué gozada! Si el flamenco de leyenda se atrevió con las ‘Bienaventuranzas’ por bulerías, el torero de arte se lanzó al vacío de la pureza, el vacío que más llena. Testigos fueron ayer Rancapino Chico, Vicente Soto Sordera y Paco Cepero. Hasta las cuerdas de su guitarra crujían.

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