Natos y Waor: «El del Metropolitano será nuestro único concierto de 2025 y pararemos»
El dúo anunció anoche por sorpresa en el WiZink Center que su última actuación antes de un parón por tiempo indefinido será en el estadio del Atlético de Madrid. Un secreto que Fernando y Gonzalo confiaron a ABC días antes, mientras recorríamos el barrio de Aluche, donde iniciaron su conquista de la cumbre del rap desde la absoluta independencia
SFDK: volver al barrio para hacer cumbre en la historia del rap
Madrid
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Iniciar sesiónNo han pasado ni dos minutos desde que llegamos a Aluche, el barrio de la periferia de Madrid donde forjaron su alianza hace quince años, cuando Gonzalo Cidre (Buenos Aires, 1991) y Fernando Hisado (Madrid, 1988) se separan del grupo. Nos dirigimos al pequeño estudio de Saik, ... el DJ y amigo de la juventud que les acompaña desde el inicio. Un sótano de 15 metros cuadrados sin apenas luz en el que han grabado la mitad de los raperos de la escena 'underground' de la capital en la última década.
Natos y Waor, como se hacen llamar artísticamente, caminan unos pasos por delante. Se han olvidado de que llevan el micrófono en la solapa, mientras contestan mensajes sin parar para cerrar los últimos detalles del concierto que dieron ayer en el WiZink Center. El mismo en el que iban a anunciar, según sus palabras, la noticia más importante de su carrera. «Desde luego, es el riesgo más grande que hemos corrido nunca, pero tenemos fe», reconocerán minutos después.
Antes de llegar, Hisado, alias 'Waor', le pregunta a 'Natos':
—Fernando Hisado (Waor): ¿Cómo vas?
—Gonzalo Cidre (Natos): Estresado, tío.
—Waor: Te entiendo [risas]. Pues imagínate esta mierda con dos hijos.
—Natos: Lo sé, lo sé. No sería capaz.
—Waor: Lo acabarías siendo, te lo aseguro. Ahora, por lo menos, tengo ayuda de mis padres con el mayor.
—Natos: Queda el último empujón, tío.
—Waor: ¡Uf! Sí.
Llevan ya varios meses trabajando en secreto su plan, que confiaron a ABC hace unas semanas de cara a esta entrevista. El anuncio se produjo ayer en la recta final del concierto, con todas las entradas vendidas desde el día que salieron a la venta. La única condición que nos pusieron fue que no podíamos dar nada hasta que ellos lo anunciaran en esta actuación que ponía fin a su gira 'Quemando carretera'. Los seguidores, primero.
El anuncio
Y llegó el momento: el 7 de junio del año que viene actuarán en el estadio Metropolitano. Será su único concierto de 2025 antes de tomarse un «descanso por tiempo indefinido». Además, será la primera vez que un grupo de rap español intente llenar uno de los dos grandes estadios de Madrid, dando un salto al vacío desde las 15.000 personas que ayer abarrotaron el WiZink hasta las 60.000 que esperan meter en el campo del Atlético. Están preparando una actuación de más de tres horas con un repertorio que abarcará desde sus primeras maquetas hasta sus últimos lanzamientos, acompañados de todos los amigos y colaboradores que estuvieron a su lado desde el principio. Las entradas se ponen a la venta este martes 29 de octubre, a las 12.00, en su página web. «La posibilidad de darnos una hostia existe. Un proyecto así no tiene garantías de éxito, pero es parte de la magia», advierte Natos.
Natos y Waor nos citaron en el estudio de Saik cuando aceptaron la propuesta de esta entrevista para recordar cómo han sido estos 15 años de carrera, antes de su parón «por tiempo indefinido». Para hablar de cómo se produjo su ascenso a la cumbre del rap, siempre desde la más absoluta independencia, sin que su música se escuche en las radios y sin el apoyo de ningún sello o multinacional.
«¿Qué pasa, chacho?», saluda Waor cuando Saik –Daniel Vázquez de nombre real– abre la puerta de su guarida. Ambos se conocieron en Aluche cuando eran adolescentes y pintaban grafitis. Waor lo llamó un día para preguntarle si podía coger los platos y acompañarles en un concierto que iban a dar en una casa okupa de Villalba, en la sierra de Madrid. Ese día Saik conoció a Natos, que había llegado a España con su familia durante el corralito. Desde entonces, siempre les ha acompañado, cubriéndoles la espalda con la música en directo. «Tengo ganas de que llegue el Metropolitano. Un estadio… ¡Es muy loco!», apunta el DJ.
—Waor: Venimos aquí desde hace años para hacer ensayos vocales. Para los ensayos con toda la escenografía buscamos un sitio más grande. No sé qué leches vamos a tener que alquilar para ensayar lo del Metropolitano. Tendrá que ser un sitio gigante...
—Natos: ¡El WiZink! [risas].
Las batallas
Gonzalo y Fernando ya eran Natos y Waor, respectivamente, antes de conocerse. Coincidieron por primera vez en 2008, en una de aquellas batallas de 'freestyle' en las que dos o más contrincantes se atacan verbalmente improvisando rimas sobre una base rítmica. Las suyas no eran las famosas «batallas de gallos» del circuito más comercial, sino las que se celebraban ilegalmente en parques como los de la Bombilla o el Oeste, en pequeñas salas o en casas okupa como La Traba, en Embajadores, o La Dragona, en la zona de Ventas.
Se podían llegar a reunir, gracias al boca a boca, cien chavales y los participantes ponían una cantidad de dinero que se llevaba el ganador. «Yo tenía un gen muy competitivo. Quería ser el mejor improvisando y la verdad es que se me daba bien. Ganaba muchas batallas y me volvía a casa con el bolsillo lleno», recuerda Waor.
—¿Se enfrentaron alguna vez?
—Natos: Una... y ganó Fernando [risas].
—Waor: Ese día yo estaba en el camerino con el resto de participantes y Gonzalo estaba fuera. Ni sabía que había venido, porque no éramos amigos aún. Allí iban anunciando los enfrentamientos y, en un momento dado, dijeron mi nombre y el de un chaval que empezó: «¡No, no, yo no!». Se supone que yo era favorito y le comió la oreja al organizador para que le cambiara: «Vale, pues siguiente batalla, Natos contra Waor».
—Natos: Menuda putada me hizo...
—Waor: En realidad nos hizo un favor, porque no estaríamos aquí sentados.
—Natos: Cierto, seguro que no.
—Waor: Después de insultarnos en el escenario, justo antes del veredicto, Gonzalo se acercó y me dijo que había venido solo y que le estaban esperando fuera unos chicos para pegarse con él, así que le acompañé y nos pegamos hasta que se fueron. Al día siguiente me escribió para agradecerme el gesto. Eso nos conectó e hizo que siguiéramos hablando, hasta que un día quedamos para hacer un tema… De ahí vino todo esto. Yo no creo en el destino, pero si aquel primer chaval no se hubiera quejado, puede que, incluso, Gonzalo y yo no nos hubiéramos cruzado nunca.
La independencia
Allí fraguaron una amistad que terminó por materializarse en una unión artística y en una primera maqueta que ni siquiera les aceptaron en un portal especializado en hip-hop, porque sonaba «regulera» y tenía un lenguaje muy bestia. Gran error, a juzgar por lo que vino después: diez trabajos, tres de ellos como Hijos de la Ruina junto a Recycled J, todos editados y distribuidos desde la más absoluta independencia, rechazando el apoyo de cualquier discográfica o multinacional, con los que han superado ya los 1.200 millones de reproducciones en Spotify y los 810 millones de visualizaciones en YouTube.
El dúo ha conectado con las generaciones más jóvenes a un nivel que ningún otro grupo de hip hop había logrado antes en España –con excepción, quizá, de SFDK–, hablando de rupturas sentimentales narradas con crudeza, juergas e historias de trapicheos en barrios de la periferia como el suyo. Han declarado devoción por la primera generación de raperos, pero también por grupos de rock urbano y punk tan dispares como Non Servium, Rosendo, Extremoduro o Marea, cuyo líder, Kutxi Romero, participó en su disco 'Luna llena' en 2022. Y en el camino se abrieron a la electrónica y los ritmos latinos.
—¿Tuvieron que compaginar la música con otros trabajos?
—Waor: Claro. Mis padres eran profesores y yo estudié magisterio, así que la inercia me llevaba a dedicarme también a la enseñanza. Creo que se me habría dado bien. Estuve currando unas horas en algunos colegios de Aluche, pero llegó un año que tuve que pedir libres todos los viernes porque estábamos de gira. En esa época, la música ya me daba considerablemente más pasta que el colegio, pero no quería dejarlo porque pensaba que la música se iba a acabar. Un día, sin embargo, llegué a clase y me encontré con los alumnos de sexto cantando una de mis canciones. Y me dije: «¡Hasta aquí!»
—¿En serio? ¿Qué canción?
—Waor: 'Cinco Estrellas'.
—¿Cuánto ganaban con la música?
—Natos: La primera vez que ganamos dinero de verdad fue cuando sacamos la maqueta de 'Hijos de la ruina' en 2012. Hasta ese momento actuábamos gratis porque nos gustaba, pero nos dimos cuenta de que alguien se estaba llevando el dinero a nuestra costa, así que decidimos alquilar la sala Silikona, en Moratalaz, para probar. Tenía un aforo de 200 personas y no vendimos ninguna entrada anticipada. Al llegar, sin embargo, nos encontramos con… no sé… ¿Mil personas? Aparecieron hasta los antidisturbios de la que se lió y tuvieron que cerrar la sala. Recuerdo repartir después el dinero ganado y… ¡Hostia! Unos 500 euros cada uno, que no era un dineral, pero nos abrió los ojos. Pensamos: «¿Y si lo replicamos en otras ciudades? Estamos haciendo el tonto».
—Esa frase define su carrera: «Para que lo gane otro, lo gano yo».
—Waor: Pues sí. No teníamos representante ni la más mínima idea del negocio, pero decidimos seguir la dinámica de la sala Silikona haciéndolo todo nosotros solos. Si nos escribían por Twitter cuatro seguidores de Gijón, llamábamos a todas las salas de allí, pero no nos tomaban en serio porque no les llamaba un representante. Cuando les empezaban a acribillar a llamadas, cambiaban de actitud. Aprendimos mucho.
—Esa independencia tiene un precio al no haber aprendido a delegar.
—Waor: Tenemos un pequeño equipo que nos apoya, pero estamos encima de todas las decisiones. Nos gusta tener el control de todo. A lo mejor es un fallo, pero nos cuesta mucho delegar. Somos muy obsesivos. La gente piensa que nuestro trabajo es solo dar conciertos, pero lo que hay alrededor nos ocupa todo el día. Cuando nos vamos de vacaciones, seguimos pegados al móvil para contestar a todo en el momento. A pesar de tener una vida bastante cómoda, de la que no tenemos ninguna queja, de vacaciones totales no estamos nunca… jamás.
—Natos: Y estamos agradecidos de que sea así. No somos unos mártires, ni mucho menos. No estamos cargando sacos de cemento de 30 kilos.
—Waor: El otro día nos dio por mirar los grupos de whatsapp que compartimos con colaboradores por cosas de trabajo y contamos 108.
—El otro día llamé a su taller a Anhell Vil, el artesano con el que lleváis unos años colaborando y él mismo estaba sorprendido de que tuvierais un grupo de WhastApp con él para pedirle 50 o 100 muñecos exclusivos cada cierto tiempo. Me contó que otros artistas con menos alcance que vosotros también le piden cosas, pero siempre le llaman sus representantes, a diferencia de vosotros…
—Natos: Así es. Es que, si nos metemos en el tema del 'merchandising', ni te imaginas. Tenemos cerca de 300 productos diferentes relacionados con Natos y Waor. Nosotros mismos hemos llegado a llamar a Turquía para comprar un tejido concreto, mandarlo a Paracuellos para coserlo, pedir unos parches en otra parte del mundo y que los borden en otra, solo para sacar una cazadora. Estamos en todas las pequeñas decisiones. No nos aburrimos, la verdad. El tema de los muñecos de Anhell Toys es una manera muy bonita, artística y graciosa de sacar algo coleccionable para que los mayores seguidores. Cuando nuestro mánager nos preguntó al principio si queríamos hacer 'merchandising', nos sonó a sacrilegio. Pensamos: «¡Cómo voy a sacar algo con mi nombre!». Nos parecía vendernos, pero luego pensamos que a nosotros también nos gusta tener recuerdos de los grupos que admiramos, además de sus discos. No es únicamente un negocio, es crear una especie de simbiosis con los seguidores.
—Pero… ¿300 productos?
—Waor: Sí. Hemos hecho toallas, bufandas, leggings, cazadoras tipo bombers y vaqueras, sudaderas, camisetas, gorros de invierno, bañadores, riñoneras, un chándal, papel de fumar, cuatro camisetas de fútbol diferentes… Seguro que vendemos más camisetas de fútbol que algunos equipos de primera división [risas]. En serio, una burrada… más de 10.000.
—Natos: Tenemos una nave industrial [risas] en la que trabajan tres o cuatro personas en las temporadas altas para hacer los envíos. Vimos que ninguna empresa era capaz de hacerse cargo de todos los pedidos que empezamos recibir, para que nos llegaran a tiempo, y decidimos montar también nuestra propia infraestructura.
—¿Ganan más dinero con el 'merchandising' que con la música?
—Natos: No, sacamos más con la música, pero el 'merchan' la verdad es que da mucho dinero. Si te lo tomas en serio, es una fuente de ingresos importante. Además, piensa que la música es un negocio que va fluctuando y que hay temporadas en los que no damos conciertos, que necesitamos un parón o que nos retiramos un tiempo para preparar el siguiente disco. En esas temporadas está bien tener ingresos extras.
—¿Han aprendido a gestionarlos con cabeza?
—Waor: Yo gasto un porcentaje muy bajo de la pasta que gano. Si la música se acabara mañana, con el nivel de vida que tengo, quizá quitándome algún capricho, ya he ganado el dinero suficiente como para vivir toda la vida sin tener que volver a trabajar. No voy a volver a tener un jefe nunca.
—Natos: Nunca nos han perdido los grandes lujos. Vivir tranquilo para mí no tiene precio, lo prefiero a comprarme una mansión y cuatro Ferraris, sabiendo que si el año que viene nos va mal, los voy a tener que vender.
—Waor: Bueno, yo ahora me he comprado una casa grande de una vez. Si tuviera que hacer como el 90% de la sociedad… Bueno, venga, vamos al Metropolitano que se nos echa el tiempo encima. ¡Hasta luego, Saik, gracias! ¡Nos vemos!
El Metropolitano
Natos nos pide ir en su coche, uno de los últimos modelos del Volkswagen Golf GTI, con sus pertinentes extras deportivos, porque después tienen que salir corriendo. «Mis conversaciones de Whatsapp se multiplican. ¡Qué horror!», señala Waor. A continuación van apareciendo los temas a tratar: «Nos recomiendan salir con 12.000 entradas de pista en vez de 15.000. ¿Decimos que sí?», «¿cuando hemos quedado con la estilista?», «tenemos que ver con el estadio dónde colocaremos a nuestros invitados».
Mientras conduce para salir de Aluche, Natos señala el bloque de viviendas al que se mudó desde Torrelodones y en el que vivió hasta hace no mucho. Su compañero añade: «Todas las casas de mi vida están a cinco kilómetros a la redonda. En ese bloque gris viví con mis padres». Subraya lo bien que les ha funcionado siempre el boca a boca, sin el apoyo de los medios hasta que su éxito «les dio en los morros». «Por eso tenemos un nivel de fama cómodo –explica Waor–, porque todos los días nos piden fotos, pero son seguidores. Si le preguntas a tu tía de 60 años, probablemente no nos conozca, a diferencia de otros artistas que salen en programas de televisión de mucha audiencia, les invitan a 'Masterchef' o salen en la prensa del corazón, aunque vendamos muchas más entradas que ellos».
Al llegar al Metropolitano, comenta entre risas: «En las últimas semanas hemos venido aquí más que Simeone». El guardia de seguridad les pregunta el nombre: «Mmmm ¿Has dicho Gonzalo?». «Natos», aclara él. «¡Eso sí! Adelante», responde. Caminamos por las entrañas del estadio, pasamos por dos grandes fotografías de Pantic y Caminero y subimos en un ascensor hasta el palco. Cuando aparece ante nosotros la imagen imponente del césped y las gradas vacías, Natos reacciona: «La verdad es que impacta mucho ver un sitio tan grande y pensar que vamos a actuar aquí. Se me pasa por delante de los ojos todo el camino recorrido, ¿sabes? Abruma pensar que la vida nos ha traído hasta aquí… Es increíble».
Waor cuenta que el otro día su cuñada, empleada del estadio, le mandó el recorte de una entrevista que hicieron en 2018. En ella él comentaba: «Hace años te diría que el tope es mucho menos que Vistalegre, y hemos conseguido llenarlo. No te diré cuál es el tope, porque, a lo mejor, en unos años estamos llenando el Metropolitano o puede que no». «Lo dije exagerando, medio en broma –añade ahora–, pero puede que al final se haga realidad… Ya se está cumpliendo».
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