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ARTE

La segunda vida de Gregorio Prieto

El lunes se inaugura en Valdepeñas el museo remozado del pintor manchego. Un autor que atraviesa y deja huella en el siglo XX

Fotografía de Gregorio Prieto en el 'atrio' de su museo en Valdepeñas Tania Sieira
Javier Díaz-Guardiola

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De él escribió Rosa Chacel poco después de conocerlo, siendo ambos jóvenes estudiando Bellas Artes en San Fernando: «Gregorio Prieto... Adolescente, sumido en el narcisismo de su adolescencia. Activo en el trabajo, ambicioso, seguro de sí. En el terreno de la amistad, sumamente expansivo, efusivo incluso. Extraversión participante de incalculables proyectos que le enmarcaban, le ponían en puntillas –su estatura no era gran cosa–, le crecían lanzándole hacia su porvenir».

Más allá de su valía artística, es casi de justicia reivindicar su figura (1897-1992). No solo porque fuera un prolífico creador (pintor infatigable, delicioso dibujante, con una veta clasicista posiblemente solo superada por Pablo Picasso; con una labor fotográfica junto a Eduardo Chicharro Briones entre lo más destacado que ha dado nuestra plástica en el periodo surrealista; collagista pop en las últimas décadas... Escritor empedernido que dejó cientos y cientos de notas, de cartas, de anotaciones y diarios aún por publicar...), sino porque su biografía atraviesa todo el siglo XX y sirve para narrar desde su persona sus episodios más destacados.

Rodeado de escritores

Así, Gregorio Prieto fue 'el pintor de la Generación del 27', con la que, de hecho, entra en contacto cuando sus grandes amigos –Rafael Alberti, Concha Méndez y la mencionada Chacel– se movían por las procelosas aguas del arte y aún no habían encaminado sus pasos hacia la literatura. dicen que al del Puerto de Santa María le animó él a cruzar la línea. Y gustó siempre rodearse de escritores y poetas: Luis Cernuda, con el que vivirá en Londres; Federico García Lorca, Vicente Aleixandre... Fue casi, casi, una 'sinsombrero' más, con una cálida relación a lo largo de los años con Maruja Mallo.

Imagen - El espacio, que nunca fue una casa-museo, necesitaba una remodelación precisamente para evitar esta confusión, y para poner orden en las más de 5.000 obras que alberga de su autor y las piezas que adquirió de otros

El espacio, que nunca fue una casa-museo, necesitaba una remodelación precisamente para evitar esta confusión, y para poner orden en las más de 5.000 obras que alberga de su autor y las piezas que adquirió de otros

Como autor ya reconocido, viajó becado a la Academia de España en Roma, donde se convirtió en la pesadilla de su director, por entonces Ramón María del Valle-Inclán (su profesor de estética en San Fernando y que se refería a él y a Chicharro Briones como «esas dos locazas»); uno de sus destinos internacionales que le llevó a conocer la Alemania de Entreguerras o el París de las vanguardias. Viajero infatigable, llegó a exponer en Groenlandia. Su 'Luna de miel en Taormina', ahora en su museo, se exhibió en 1937 en el Pabellón de la República junto al 'Guernica'.

Imagen principal - Sobre estas líneas, fotografía de Gregorio Prieto de su estancia en Roma. A la derecha, 'Luna de miel en Taormina'. Arriba, detalle de la corrala del edificio actual sede del museo en Valdepeñas del pintor, con 'El centro del Mundo' al fondo
Imagen secundaria 1 - Sobre estas líneas, fotografía de Gregorio Prieto de su estancia en Roma. A la derecha, 'Luna de miel en Taormina'. Arriba, detalle de la corrala del edificio actual sede del museo en Valdepeñas del pintor, con 'El centro del Mundo' al fondo
Imagen secundaria 2 - Sobre estas líneas, fotografía de Gregorio Prieto de su estancia en Roma. A la derecha, 'Luna de miel en Taormina'. Arriba, detalle de la corrala del edificio actual sede del museo en Valdepeñas del pintor, con 'El centro del Mundo' al fondo
Un mundo propio. Sobre estas líneas, fotografía de Gregorio Prieto de su estancia en Roma. A la derecha, 'Luna de miel en Taormina'. Arriba, detalle de la corrala del edificio actual sede del museo en Valdepeñas del pintor, con 'El centro del Mundo' al fondo Tania Sieira

Con el estallido de la Guerra Civil se exilió a Londres, pensando que aquello sería coyuntural, y allí sufrió los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Regresaría en los cincuenta a España donde conocería el franquismo, la llegada de la democracia, la puesta en marcha de su Fundación primero y de su Museo después... Entre otros proyectos fabulosos –¡como la recuperación que llevó a cabo de los Toros de Guisando!– que cuesta recoger en estas líneas.

¿Por qué la historiografía ha pasado tan de puntillas por su legado? Tanto Raúl Luis García, director de su museo en Valdepeñas, como Jesús Rubio García-Noblejas, coordinador de su fundación, o el historiador Javier García-Luengo, miembro de su patronato, lo tienen claro: En primer lugar, no era fácil defender el legado de alguien que tan abiertamente defendió (o al menos no ocultó) su condición homosexual: «También lo eran Lorca o Cernuda, pero para ellos como poetas era más fácil ocultarla bajo una metáfora». Lo es, y evidentísima, en su pintura (y dibujo), en la que pululan marineros como su 'alter ego' y ambiguos maniquíes de estética surrealizante que se intercambian arrumacos y mimos; y para la que llegó a generar cierta gramática homoerótica.

Un limón y medio limón

Por ejemplo, con símbolos como el del limón (el opuesto ácido a la media naranja propia de la relación heteronormativa), o la granada, cuya sombra proyectada lo es como de sexo femenino, una dimensión que siempre defendió. O repitiendo una y otra vez el mito de Orfeo, quien renunciara al amor femenino tras la trágica muerte de Eurídice en el Inframundo.

Por otro lado, por la dificultad para clasificar su figuración («fue un hombre de vanguardia incluso antes de viajar a Europa. Y fue Aleixandre el que le advirtió del peligro de 'contagiarse en Roma de Miguelángeles y Rafaeles'»). Prieto bebió de todos los 'ismos' pero no se casó con ninguno.

También, y por último, por la complejidad para datar su obra, la de alguien que se cambiaba la edad constantemente en los documentos oficiales: «No solo rehacía y repintaba con los años las pinturas, a las que se resistía a dar por acabadas, sino que incluso gustaba de ocultar sus fechas», explican nuestros interlocutores. Baste acercarse a la obra 'Los maniquíes' de 1932, en el que ondea una rojigualda. ¿En plena República? Es fácil que, con el tiempo, una tricolor hubiera sido repintada...

Imagen principal - Arriba, peines en los que descansan las más de 5.000 obras del artista y de sus colecciones personales. Sobre estas líneas, detalle de la colección de tallas del arcángel San Miguel y un dibujo de Alberti en una de las cartas que se cruzaron
Imagen secundaria 1 - Arriba, peines en los que descansan las más de 5.000 obras del artista y de sus colecciones personales. Sobre estas líneas, detalle de la colección de tallas del arcángel San Miguel y un dibujo de Alberti en una de las cartas que se cruzaron
Imagen secundaria 2 - Arriba, peines en los que descansan las más de 5.000 obras del artista y de sus colecciones personales. Sobre estas líneas, detalle de la colección de tallas del arcángel San Miguel y un dibujo de Alberti en una de las cartas que se cruzaron
Una y mil sorpresas. Arriba, peines en los que descansan las más de 5.000 obras del artista y de sus colecciones personales. Sobre estas líneas, detalle de la colección de tallas del arcángel San Miguel y un dibujo de Alberti en una de las cartas que se cruzaron Tania Sieira

Una nueva etapa vive ahora el Museo que Gregorio Prieto inaugurara en vida en 1991 en una casona del XVI en Valdepeñas, su ciudad natal; «un ataque de nostalgia» para un cosmopolita, y después de que se apalabrara un lateral del la Casa de América en Madrid. Llegó después de su fundación (en Madrid, pero constituida en 1968 en Argamasilla de Alba, por eso de estar sentimentalmente cerca de 'El Quijote'). Curiosamente, esta última ha conseguido, después de muchos años reivindicándolo, arrancarle una placa al Ayuntamiento de Madrid que pronto lucirá en su sede de la avenida General Perón.

El espacio, que nunca fue una casa-museo, necesitaba una remodelación precisamente para evitar esta confusión, y para poner orden en las más de 5.000 obras que alberga de su autor, entre pinturas, grabados, fotos y collages, más su biblioteca personal –con un ejemplar del 'Manifiesto Surrealista' de Breton– y las piezas que adquirió de otros: de Bacon, de Rivera, de Picasso, Viola o López Villaseñor, pero también de Lorca. Sobre todo, de Lorca. Es más, el museo atesora el mayor número de dibujos del poeta después de su propia fundación granadina. Eso por no hablarles de la colección que hizo, sobre todo a su vuelta a España, de figuras religiosas de arcángeles. Ahora descansan en una habitación oculta al público, junto a otras piezas de anticuario, abanicos... Prieto era un pozo sin fondo...

Y, de pronto, una pandemia

«Lo que iba a ser un lavado de cara se dio de bruces con una pandemia y un confinamiento, que nos invitó a pensar de manera más ambiciosa –explica Luis García, su director–. Eso nos ha permitido desarrollar un moderno plan museográfico, digitalizar los fondos, desarrollar una nueva web y equipamientos más accesibles».

El resultado, que se inaugura oficialmente este lunes, son 2.000 m2 totalmente remozados, 1.300 dedicados a la exhibición de hasta 250 obras, con dos ámbitos anexos para muestras temporales, uno de las cuales se dedica estos meses a los galardonados con el Premio Gregorio Prieto de Dibujo desde su instauración en 1991 y por el que han pasado autores como Paloma Polo, Guillermo Peñalver, Eduardo Barco, Marta Beltrán, Isabel Viñuales (su primera ganadora) o Felipe Ortega Regalado (pues el asunto se ha extendido al dibujo expandido), entre muchos otros. Natural que fuera un premio centrado en esta disciplina, que tan bien cultivó su inspirador, y que se destinara a gente joven, viniendo de alguien que quiso ser eternamente joven.

Imagen - Como buen vanguardista, buscará la modernidad en la tradición (y así 'geometriza' el paisaje manchego y, al final de su vida, ayudará a recuperar los molinos de Consuegra)

Como buen vanguardista, buscará la modernidad en la tradición (y así 'geometriza' el paisaje manchego y, al final de su vida, ayudará a recuperar los molinos de Consuegra)

El nuevo recorrido, cronológico y por técnicas, nos lleva desde aquellas obras en las que oposita para San Fernando con Muñoz Degrain como profesor de paisaje, a su retratos y paisajes de la segunda mitad de siglo. Su primera exposición en Madrid será prologada por Ramón Pérez de Ayala, y visitada por Lorca, fruto de lo cual le regala el primero de muchos dibujos. Como buen vanguardista, buscará la modernidad en la tradición (y así 'geometriza' el paisaje manchego y, al final de su vida, ayudará a recuperar los molinos de Consuegra).

En la etapa romana unificará el Surrealismo con la estatuaria clásica, y convierte el Áuriga de Delfos en motivo recurrente. En Reino Unido, huyendo del fratricidio, tendrá que volver a empezar de cero, pero no se privará de vivir con Cernuda en Hyde Park («solo hay una cosa que no perdona un británico y eso es la pobreza», decía con sorna).

Allí comienza, sin embargo, su relación con La Casa de Alba, que mediará por él para que se le nombrara académico en San Fernando. Y logró que la mismísima institución de trasladara a su museo para hacer esto efectivo. Una placa lo recuerda en el atrio.

Esta etapa da pie a sus fantásticos dibujos de estudiantes (muchos refugiados españoles como él), a sus retratos de 'celebrities' y sus homenajes a la pintura española. Entrar en los ámbitos dedicados al dibujo, a la foto, al 'collage' y al arte gráfico y la actividad bibliográfica es casi enfrentarse a un hombre de personalidad múltiple. De vuelta a la corrala sobre la que pivota la casona, su última etapa pictórica: su fauvismo ibérico y su asunción de la ruina, con su obra maestra como declaración de intenciones: el lienzo de gran formato 'El centro del mundo', quizás de 1965. O posterior...

Imagen principal - Sobre estas líneas, una de las fotografías de inspiración clásica que realizó en Roma junto a Eduardo Chicharro Briones. A la derecha, 'el centro del mundo', obra capital de Prieto. Arriba, detalle de la entrada al museo de Valdepeñas
Imagen secundaria 1 - Sobre estas líneas, una de las fotografías de inspiración clásica que realizó en Roma junto a Eduardo Chicharro Briones. A la derecha, 'el centro del mundo', obra capital de Prieto. Arriba, detalle de la entrada al museo de Valdepeñas
Imagen secundaria 2 - Sobre estas líneas, una de las fotografías de inspiración clásica que realizó en Roma junto a Eduardo Chicharro Briones. A la derecha, 'el centro del mundo', obra capital de Prieto. Arriba, detalle de la entrada al museo de Valdepeñas
Lo clásico. Sobre estas líneas, una de las fotografías de inspiración clásica que realizó en Roma junto a Eduardo Chicharro Briones. A la derecha, 'el centro del mundo', obra capital de Prieto. Arriba, detalle de la entrada al museo de Valdepeñas Tania Sieira

Y si aún se quedan con ganas de más, como el nuevo ámbito dedicado específicamente a la Generación del 27 (con Lorca sobresaliendo sobre todo lo demás), el edificio aún esconde en sus bajos una sorpresa: en lo que se denomina 'cueva' en este tipo de casas manchegas (despensas naturales y lagares), un auténtico cenote castellano. No les miento, resultado de las filtraciones y acumulaciones de agua. Algo a lo que, si Prieto hubiera llegado a ver, le habría dado utilidad.

Esperemos a que este autor eterno que se negaba a desaparecer regrese y me lo cuentan.

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