El poder de las sombras inunda un nuevo IVAM

Apenas transcurridos seis meses desde su toma de posesión como directora del IVAM, Blanca de la Torre presenta los dos primeros proyectos expositivos con su impronta. Botón de muestra que ya apunta algunas de las características esbozadas en su programa: la importancia de la colección como epicentro en constante actividad, la sostenibilidad también social y cultural, el territorio, la colaboración institucional…

'Habitar las sombras' es una interesante muestra en la que dialogan parte de las respectivas colecciones del IVAM y del MACA (Museo de Arte Contemporáneo de Alicante). En el segundo caso, la colección de Eusebio Sempere marcó su origen, la de la Fundación Mediterráneo vistió de largo la ampliación de su nueva sede y la donación de Michael Jenkins y Javier Romero supuso un más que relevante espaldarazo internacional.

Ya el evocador letrero en la puerta de entrada, una tipografía objetual que proyecta su sombra, es toda una declaración de intenciones sobre el poder evocador de las sombras. Tanizaki ('Elogio de la sombra') y Stoichita ('Breve historia de la sombra') han ahondado poética e históricamente en la importancia seminal de aquello que elude la presencia directa e impositiva catalizando la imaginación y participación del espectador.

Articulada en cinco bloques: 'Espectros y presencias', 'Sombras internas y complejidades de la psique', 'Sombras de lo doméstico', 'Rastros de lo humano' y 'Arquitecturas ausentes', con la infinita gama de grises que se despliega entre el blanco y el negro como telón de fondo y como protagonista absoluto (etiqueta obligada en todas las piezas).

El recorrido transcurre, a lo largo del centenar de obras, desde lo fantasmal hasta lo arquitectónico, desde la imagen fija y móvil a la tridimensionalidad, abundando siempre en la dimensión oculta, y por lo tanto inquietante, de aquello que se nos muestra en su materialidad física, en su representación mimética, en su expresividad gestual. La nómina de artistas destaca no sólo por la notable presencia de firmas internacionales –Louise Bourgeois, Graciela Iturbide, Joseph Beuys, Cindy Sherman, Thoma Ruff, Hiroshi Sugimoto…–, sino por la incorporación decidida y pertinente de notables piezas de destacados artistas nacionales y valencianos.

Importante y reflexiva apuesta que las instituciones debieran hacer para lograr un equilibrio tenso e intenso entre acercar el panorama histórico internacional a quienes no tienen mejor oportunidad, al tiempo que presentar valores escasamente conocidos más allá de nuestras fronteras.

Darío Villalba, Olga de Diego, Teresa Cebrián, Amparo Tormo, Carmen Calvo, José Manuel Ballester, Miquel Navarro,Eulàlia Valldosera, Ángeles Marco, Rosana Antolí y un largo etcétera, componen un conjunto coral armónicamente agrupado en torno a los ejes discursivos ya planteados.

Por su parte, 'Kara Walker. Burning Village' es el complemento necesario, pequeño, individual, introspectivo y retrospectivo del anterior despliegue expositivo marcado por la amplitud de espacios, de nombres, de miras. También con la participación del MACA, el comisariado preciso de Rosa Castells y la presencia absoluta de la colección Jenkins & Romero, supone una oportunidad única para adentrase en el universo personal (teñido de universalidad) de una de las artistas más reputadas del panorama contemporáneo internacional, Kara Walker (1969).

Partiendo de algo tan sencillo e inicialmente intranscendente como los retratos de sombras victorianos (las sombras chinescas), Walker le da la vuelta a esta época histórica marcada por el colonialismo y el esclavismo para 'sacar a la luz' y poner en evidencia una serie de actitudes y acciones abominables que, aunque supuestamente erradicadas, siguen ensombreciendo nuestro presente.

El 'revival', la presencia del pasado en el presente, es un fenómeno incombustible, y como tal, no ha dejado de animar la obra de numerosos artistas. «Hazla nueva» (la tradición) era el imperativo fundacional de Ezra Pound, paladín del Vorticismo como símbolo de la energía concentrada en un punto de máxima intensidad. Walker hace de la denuncia, encarnada en múltiples disciplinas de indiscutible belleza (siluetas, dibujo, aguafuerte, serigrafía, libro de artista, animación…), su renovado y actualizado diario visual que pone en solfa la presencia de estigmas tristemente vigentes como el racismo o la violencia de género.