ARTE

Pequeña crónica marciana de Óscar Domínguez

TENERIFE

Sexta muestra que le dedica el TEA de Tenerife al creador isleño y, posiblemente, la más arrebatada, la más cercana a su ideario surrealista

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'Abrelatas' (1940) ABC

Javier Rubio Nomblot

Santa Cruz de Tenerife

«Ciertas superficies que llamamos litocrónicas abren una ventana al extraño mundo de la cuarta dimensión, constituyendo una suerte de solidificación del tiempo». En 1942, Óscar Domínguez (1906-1957) y el joven físico Ernesto Sábato publican su teoría delirante en un texto titulado 'La ... conquista del mundo por la imagen', que aparece en la revista 'La main à plume', publicación clandestina en la que el Grupo mantiene viva la llama surrealista durante la ocupación.

Se encuentra expuesta, por cierto, la maqueta de impresión de ese número mítico, perteneciente a un coleccionista francés, lo cual da idea del esfuerzo que ha hecho el TEA para esta cita, cuajada de obras pertenecientes a colecciones foráneas. El título de la muestra -la sexta que le dedica a Domínguez el TEA desde su fundación en 2008- nos conduce por tanto al surrealista más arrebatado: «La suya fue, en buena medida, una conquista del mundo por la imagen, porque de ninguna otra manera podría calificarse una pintura como la suya, presidida por una intuición onírica en estado puro y en perfecta consonancia con la maquinaria clandestina, vertiginosa e irracional del Surrealismo», declara Isidro Hernández, su comisario.

Proyecto ilusionante

Y tal vez sea –comparándola con retrospectivas como 'Óscar Domínguez una existencia de papel' (2011), u 'Óscar Domínguez en Checoslovaquia' (2017)– la que mejor entronca con el espíritu —podríamos hablar de un proyecto imaginativo e ilusionante, abierto a la fantasía, riguroso mas no exento de universalismo y romanticismo— de la ambiciosa y maravillosa exposición fundacional del TEA 'Cosmos. En busca de los orígenes. De Kupka a Kubrick', cuyo catálogo partía de la imborrable imagen final de '2001' y donde el comisario Arnauld Pierre iniciaba su texto con una cita famosa del 'Cosmic connection ou l'appel des étoiles' (1975) de Carl Sagan: «Era materia cósmica capaz de imaginarse. […] Se llamaba a sí mismo el Hombre. Pertenecía al pueblo de las estrellas. Y tenía nostalgia de las estrellas».

Mundos personales. Arriba, 'La primavera' (1939). Sobre estas líneas, detalles de 'Yo iré' y 'Paisaje cósmico', lienzos de Óscar Domínguez ABC

No hay mucha distancia entre esta sed de totalidad –y utopía– y la que se aprecia en el primer Manifiesto Surrealista (1924): «Un automatismo psíquico puro, por el que se quiere expresar, ya verbalmente, ya por escrito, ya de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento».

Es este espíritu abierto, vivo y crédulo, este Domínguez, el que quiere aparecer en la exposición, y para ello se ha partido de la conexión canaria; conexión doble, por ser tinerfeño el artista y por el mítico viaje de Breton a la isla (seducido por una carta del apasionado Domínguez que figura en la cita): por supuesto –y como ya hiciera Juan Manuel Bonet en 'Una mirada insular. Chirino, Millares, Domínguez', en la Fundación Arte y Pensamiento de Gran Canaria en 2017–, del 'Drago de Canarias' (1933) y 'Cueva de guanches' (1935), un óleo esencial –prestado por el Reina Sofía– que es una de las mejores representaciones del inconsciente y la memoria como paisaje que existen, o de las obras que presentó en la exposición organizada por 'Gaceta de Arte' y ADLAN en 1936 en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife, pero también de la propia isla, confrontada con la inmensidad oceánica, volcánica, marciana (es obvio que las películas que Curiosity nos envía casi a diario difieren poco de lo que vemos durante un paseo por el Parque del Teide. Así, sólo Domínguez podía inventar las 'decalcomanías', esas rocas líquidas glosadas ya por Breton y Éluard en 1937 de las que también Ernst saturará sus ficciones siderales); catastrófica, yerma, perfectamente mágica y, desde luego, abierta al cosmos a través de sus privilegiados observatorios astronómicos.

Numerosos acompañantes

La sala dedicada a ese primer capítulo la preside un inmenso relieve de Millares, el primero de los numerosos acompañantes de Domínguez en el relato de una muestra que, además, preludia el centenario de la publicación del Manifiesto: entre otros, Maruja Mallo, Leonora Carrington, Jorge Camacho, Claude Cahun, Victor Brauner (representado con un 'Volcán ingenuista' de 1930), Roberto Matta, Remedios Varo, Man Ray, Dora Maar, René Magritte (con una obra perturbadora), Yves y Jeannette Tanguy, André Breton, Georges y Germaine Hugnet, Paul Éluard, Wifredo Lam (una 'Femme se coiffant' de 1942 que acompaña a Domínguez en su etapa picassiana/chiriquiana), Eduardo Westerdahl (cuyo archivo adquirió el TEA), y artistas canarias mal conocidas como María Belén Morales y Maribel Nazco.

Así, aunque el relato de esta ambiciosa exposición –de las ochenta obras que se exhiben, además de las fotos, películas y documentos de apoyo, nada menos que veinte son inéditas y tan singulares como 'Yo iré' (1935), 'La primavera' (1939), 'Abrelatas' (1936) o 'Personajes litocrónicos' (1939)– sigue un orden cronológico y se compone de bloques coherentes dedicados a las sucesivas inquietudes del artista –la imagen del sifón, los objetos, las latas de conserva, las decalcomanías, las pinturas cósmicas de los años 38 y 39, consideradas «automatismo absoluto»; la litocrónica desde finales de los 30, la etapa picassiana, el triple trazo o esquematismo de finales de los 40 o sus tapices postreros–, toda ella es un homenaje al Surrealismo (a su dimensión ilusionante, lúdica y revolucionaria), al que el comisario rinde homenaje en cada línea de su texto erudito (de próxima aparición).

Exposición

Óscar Domínguez

'La conquista del mundo por la imagen'. TEA-Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. Avda. San Sebastián, 8. Comisario: Isidro Hernández. Hasta el 29 de octubre

Heterodoxia fértil frente a neoacademicismo estalinista; irracionalidad al fin, inesperada corriente de aire fresco; allí, en medio del océano, en Marte, lejos del infierno orwelliano.

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