El día que Juan me enseñó a preguntar

El tiempo de creación y reflexión que he podido compartir en más de un proyecto con él ha sido uno de los mayores privilegios en mi camino en la escritura y dirección de películas. El trabajo con Juan siempre ha sido de los más ávidos de significado por una razón: porque por encima de su teatro que ahonda y ensancha horizontes, por encima de su verbo lúcido, crisálido, mayéutico siempre... Juan es pregunta.

Eso es lo que convierte a Mayorga en sabio y, a todo su trabajo, en creación pura. Ya sea en páginas, escenarios o aulas, Juan es drama, es conflicto, es acción... porque es pregunta.

Él siempre, a cada paso, me ha enseñado y enseña cada vez a preguntar con audacia y precisión, y después de hacerlo me invita a preguntarme de nuevo. Como un niño, como un anciano, como una piedra del camino que siempre estuvo ahí. Me empuja a preguntarle al espacio, al tiempo, al personaje que te mira... Al mundo que le rodea. Al mundo que nos rodea.

Juan jamás ceja en la pregunta, ni en el intento de encontrar aquellas imposibles, esas que no tienen respuesta. Las únicas que importan.

Así es cómo nos recuerda que, para bucear en el drama de lo humano, lo que esencialmente importa es la pregunta. Ahí se encuentra la única clave. Esa es la verdadera mirada al abismo exterior, o interior, que es más que una metodología, más que una actitud... Es el verdadero compromiso. Nuestra tarea es preguntar. Preguntarle al mundo. Preguntarte a ti. Preguntarle al otro, y al otro, y al otro, y al anterior, y al siguiente...

Por eso esperamos con avidez y expectación cada texto nuevo de Juan. Para averiguar cuál es la pregunta.