TEATRO
Palabra de García Lorca
MADRID
'Un rumor de sangre' nos acerca con un enfoque novedoso al universo lorquiano. Recala este domingo 15 en el Teatro José María Rodero
Madrid
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Iniciar sesión«Si muero, /dejad el balcón abierto// El niño come naranjas./ (Desde mi balcón lo veo)// El segador siega el trigo. /(Desde mi balcón lo siento)// ¡Si muero, //dejad el balcón abierto!», escribió Federico García Lorca en su poema ‘Despedida’. La muerte revolotea por ... la producción del inmenso autor granadino, por su lírica y su teatro. Sentimos un impactante ‘rumor de sangre’.
Precisamente ‘Un rumor de sangre’ es el título del espléndido montaje sobre Lorca que nos ofrece la consolidada compañía Teatro del Duende —que cumple este 2023 treinta años—, y que prosigue su exitosa gira fuera y dentro de nuestras fronteras, incluyendo el Cervantes Theatre de Londres. Ahora, este domingo 15 de enero recala en el Teatro Municipal José María Rodero, en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz.
El espectáculo nos sumerge en la vida y la obra de Lorca en primera persona a través de un amplio material, extraído de sus poemas, conferencias, entrevistas, y canciones, que conforma un logrado híbrido de música en directo y palabra. Responsable de la dramaturgia y de la dirección es el director de escena y docente Jesús García Salgado, quien cuenta con una sólida trayectoria y que ha llevado a escena piezas de Cervantes, Pirandello, Berkoff, Koltés y Molière, entre otros. Comenta Salgado: «Cuando me puse delante de un poeta de la dimensión de Lorca, lo único que pude hacer fue dejarme llevar por el instinto, abrí los sentidos y dejé que me invadieran las palabras, imágenes y sonidos. Unos poemas iban necesitando darse la mano con otros y juntos formaron una cadena que viajó desde su nacimiento hasta su muerte. No hubo un mapa establecido».
«Unos poemas iban necesitando darse la mano con otros y juntos formaron una cadena», comenta García Salgado, director del montaje
Su relación con el autor de ‘Poeta en Nueva York’ viene de lejos, como él mismo nos explica: «Mi primer encuentro con Lorca fue en una de esas salidas que se hacen con los colegios para venir a ver teatro en Madrid. Yo era un niño criado en un pequeño pueblo de Segovia, siempre me habían dicho que tenía una sensibilidad especial para la escritura y cuando entré por primera vez en un teatro como el María Guerrero y vi ‘Doña Rosita la soltera’, los poros de mi piel y mi alma se abrieron de tal forma que desde entonces ya no pude alejarme de este arte del teatro.
Y cuando Marta Belaustegui y yo tuvimos la necesidad de formar una compañía en 1993, este año se cumple nuestro 30 aniversario, yo propuse ese nombre de Teatro del Duende para intentar hacer honor a quien me había lanzado al mundo de las tablas. Una frase de Lorca sirvió para dar sentido a este nombre y a nuestro deseo como artistas: “Para buscar el duende no hay mapa ni ejercicio. Solo se sabe que quema la sangre como un tópico de vidrios que agota, que rechaza toda la dulce geometría aprendida, que rompe los estilos”».
Granada, Madrid, Nueva York
Tres momentos esenciales del discurrir vital lorquiano centran la pieza. El primerizo Lorca en su Granada, el que aterriza en Madrid y el que, tras una profunda crisis personal vuela a Nueva York, donde descubre y choca con un espacio insospechado, presidido por la deshumanización. Tres magníficos actores, el veterano Manuel Galiana y los jóvenes Germán Esteban y Miguel Caballero se ponen en su piel en cada una de las etapas. Junto a ellos, Marta Belaustegui, excelente actriz de teatro, cine y series televisivas y cofundadora de Teatro del Duende, interpreta a un misterioso personaje y ejerce de maestra de ceremonias. La guitarra de Guillermo Fernández es el complemento perfecto para este viaje por el universo lorquiano.
No es la primera vez que Jesús García Salgado dirige al gran Manuel Galiana: «Manuel ya estuvo en dos proyectos de nuestra compañía anteriormente: “La comedia del Bebe”, de Edward Albee, y “Nostalgia del agua” de Ernesto Caballero. Él también nos conocía y nos seguía desde nuestros años de actores en el Teatro de Cámara, así que se puede decir que había una necesidad mutua por trabajar juntos, sobre todo con Marta Belaustegui con quien siempre quiso compartir escenario. Ahora, dos años después del último encuentro, nos hemos vuelto a juntar para este Lorca. Y me he encontrado al Galiana que ya conocía, entrañable, generoso, honesto con su trabajo y que sigue mirando la vida con los ojos azules de un niño. Siempre dándote más de lo que tú le das».
Los versos de Antonio Machado, que cierran el montaje, nos recuerdan: «Se le vio, caminando entre fusiles, /por una calle larga, /salir al campo frío,/ aún con estrellas de la madrugada. / Mataron a Federico/ cuando la luz asomaba. / El pelotón de verdugos/ no osó mirarle la cara. /Todos cerraron los ojos; /rezaron: ¡ni Dios te salva! /Muerto cayó Federico /—sangre en la frente y plomo en las entrañas—/… Que fue en Granada el crimen/sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada».
Pero Federico sigue entre nosotros, un Federico de todos y para todos: «Ese rumor de su sangre —bien apunta Salgado— está susurrando en nuestros oídos y conciencias para que no olvidemos al hombre que era hombre del mundo y hermano de todos y que no creía en la frontera política». El balcón de Federico García Lorca no se cierra. Está abierto. Hoy y mañana. Siempre. Una demostración es este emocionante y emocionado montaje, que nos sirve, empapado del duende de Federico, el Teatro del Duende.
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