CRÍTICA DE:
'Los nombres de Feliza', de Juan Gabriel Vásquez: morir de tristeza
Narrativa
El autor colombiano novela la vida de su compatriota, la escultora colombiana Feliza Bursztyn, una de esas mujeres golpeadas por la Historia
Otras críticas del autor
La escultora Feliza Bursztyn,
¿Puede alguien morir de tristeza? ¿y puede un novelista contar las razones de una muerte así? A la primera pregunta responde el autor de ese diagnóstico, Gabriel García Márquez, quien con su esposa Mercedes estaba cenando un 8 de enero de 1982 en ... París con una artista colombiana cuando esta se desplomó de un infarto. Pocos días después, el 20 de enero el autor de 'Cien años de soledad' publicó una columna que decía: «La escultora colombiana Feliza Bursztyn, exilada en Francia, se murió de tristeza a las 10,15 del pasado 8 de enero en un restaurante de París».
Diagnosticar que alguien muere de tristeza solo puede hacerlo un novelista. Explicarlo le compete a otro novelista colombiano también llamado Gabriel, de apellido Vásquez, que leyó tal columna cuando tenía veintitrés años y ha esperado otros veinte hasta escribir la novela que necesitaba para contarlo.
NOVELA
'Los nombres de Feliza'
- Autor Juan Gabriel Vásquez
- Editorial Alfaguara
- Año 2025
- Páginas 279
- Precio 19,90 euros
Como ocurre en un género narrativo que se propone ficcional (pues narra a una mujer no siendo ella), pero no es del todo ficcional, pues la protagonista vivió, sintió, y sufrió realmente como el novelista se esfuerza en que el lector vea que lo hizo, sirviéndose de varios mecanismos muy hábilmente dosificados en la novela.
Entrevistas con aquellos que la conocieron y singularmente con el marido de Feliza, Pablo Leyva, que estaba con ella en aquel restaurante parisino y había vivido junto a ella los duros días de exilio que precedieron. Estas fuentes se añaden a la vivencia de novelista, quien se ha esforzado en escribir esta historia en los barrios parisinos en que transcurrió, hasta el extremo de llegar a matricularse en la Escuela de Arte del Barrio Latino en que Feliza había aprendido sus pasos de artista. No todas las novelas, tanto las ficcionales como las que se construyen sobre vidas reales, alcanzan a llegarte de la misma forma.
Hay en el hecho de haber nacido la novela en estos días concretos un plus de desencanto
Algunas inventadas del todo pueden llegar a transmitir al lector más verdad que otras atenidas a hechos reales o documentables. La literatura ha nacido para que esa distinción sea menos importante que la comunicación que el novelista establece con un lector, de forma que este llegue a conocer a Feliza, incluso lo que quizá esta ignoraba de sí misma. Cuando Flaubert proclamó «Madame Bovary soy yo» transmitía la misma verdad que Marcel Proust para Swann. Lo importante es poder decir que Feliza Bursztyn es Juan Gabriel Vásquez y que al lector que se lo digas, cuando haya leído la novela, lo confirme. Estoy seguro de que ocurrirá.
En el mundo novelístico de Juan Gabriel Vásquez impera que las historias creadas dicen a alguien, pero también retratan una época, un fondo histórico y social (asimismo político). Es una novela personaje, pues Feliza es atractiva por donde la mires. Parece siempre una exiliada de si misma, es una artista dedicada a algo tan poco 'femenino' como la escultura con grandes bloques de hierro, es una colombiana que es también judía, hija de polacos exilados, y es de izquierdas, pero no es comunista, y difícilmente se deja atrapar por ningún discurso cerrado, como el de muchos de sus amigos.
Valiente, contestataria, pero renuente a que la encasillen; es atractiva por donde la mires. Esta luego el París de la 'rive gauche', de exilios latinoamericanos, el frío, las ventanas que no cierran bien, la necesidad de abrirse paso, el sufrimiento añadido de ver que quienes creías que eran amigos no lo son cuando caes. Y está el gran tema de la revolución cubana. Mientras leía esta novela he pensado que Feliza habría muerto de tristeza mayor viendo a donde han ido a parar (en Venezuela, en Cuba, en Nicaragua) aquellas revoluciones por cuya simpatía personal (más que ideológica) fue incluso torturada y hubo de exiliarse.
Hay en el hecho de haber nacido la novela en estos días concretos un plus de desencanto. No he podido dejar de sentirlo y no quiero tampoco ocultarlo ¿Merecían aquellos sueños este despertar? ¿mereció una vida rebelde haber sido traicionada, ya entonces, por sus camaradas de sueños? Como Juan Gabriel Vásquez es novelista grande, un pedazo de escritor, deja que estas preguntas sea el lector quien las haga. Y que la vida frágil y fuerte de una mujer como Feliza Bursztyn (gran mujer donde las haya) las responda.