'Nocturna', de Álvaro Mutis: el poeta y sus oscuras geografías de la noche

Como poeta del duelo, hay un combate en él contra las palabras y hay un combate contra el tiempo, pero sobre todo hay un lamento y una melancolía ante la derrota. Por aquí pasan el hombre que peregrina a Compostela para expiar sus culpas, el que se acerca a Valldemosa para oír las palabras del derrumbe de Chopin, el que da voz a la vida quebrada, al destino funesto del rey Luis IX de Francia cuando es vencido en la ciudad de Al-Mansurah.

POESÍA

'Nocturna'

• Autor Álvaro Mutis
• Editorial Zalipoli/ Libros del Kultrum
• Año 2023
• Páginas 80
• Precio 12 euros

A Mutis le gusta contemplar ese ángel al que se enredan las alas de la vida en la enfermedad y el dolor, ese que no puede emprender el vuelo por estar preso de un aliento fatal, el que se siente destinado a un horizonte de muerte y de corrupción. En muchos casos Mutis es el poeta de los seres llagados, de los mendigos de la historia, de los leprosos del sinsentido. Su escritura hace gala de una fuerza expresiva, de una complejidad textual e imaginativa sostenida por el largo aliento de sus versos, por esas enumeraciones que se convierten en una espiral de ritmo y de armonía, y que finalmente son sin embargo un lamento por el fracaso del poema para decir la realidad.

Mutis es el poeta que siente que el vertiginoso prodigio de lo real, la maravilla de la belleza, la verdad no pueden ser salvados del olvido, para el que escribir es una derrota, una llaga más que el tiempo abre y que el tiempo condena. Todo en Mutis son señales del tiempo y alianzas del silencio, las huellas de un Fénix que se hace un puñado de ceniza para recomenzar de nuevo.

En efecto, esta experiencia de los límites y de las nadas es a la postre una experiencia de la iluminación. Por eso cada uno de estos poemas es en última instancia una aceptación, una resignación: «Todo lo sucedido y por suceder es acogido con gozo/ y me deja dueño de un cierto orden, de una cierta serena sumisión tan parecidos a la felicidad», nos dice. La noche y sus constelaciones le sumergen en un estado de gracia, de conocimiento, en un tiempo donde la memoria es posible, aunque tenga carencias y precariedades.

Mutis viaja en la noche hacia el tiempo perdido, hacia la identidad que surge de la derrota, hacia el catálogo de sus yos y hacia los mensajes que la historia no deja de manifestarnos entre las ruinas. Vivir para él es darle la espalda al polvo, llegar a un estado de pureza interior para ver entre los escombros diarios la iluminación de una eternidad que nos rescata de los despojos y del llanto.

Poeta profundamente personal ha logrado crear un gran fresco narrativo donde la cultura es una forma de intimidad, donde los sueños y los delirios de sus personajes tienen la épica de un viaje, de una errancia por geografías tan reales que parecen fantásticas. Hay aquí navíos con la pintura desteñida, cafetales bajo la lluvia, ríos tutelares, reyes, santos y artistas que vieron el esplendor y la sima de sus vidas y que no fueron otra cosa que espectros de una civilización.

Ahora que se han cumplido cien años de su nacimiento y diez de su muerte aquí siguen sus objetos de un esplendor sofocante, sus atmósferas miserables, la sordidez caliente del trópico, las casas y los hoteles abandonados, la humedad de la tierra podrida, una geografía que en él es una aventura espiritual.