REPORTAJE Liberté. Fraternité. ou la mort!
El silencio que envuelve las tumbas de la guillotina
EL TERROR en LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Visitamos el cementerio parisino de Picpus. Allí están enterrados el general Lafayette y el poeta André Chérnier, guillotinado en la época del Terror. Y, también, más de mil víctimas del furor revolucionario
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El cementerio de Picpus en París es, afortunadamente, uno de los lugares más desconocidos y olvidados de la capital francesa. Es el mayor cementerio privado. Fueron los terrenos incautados al convento de las Canonesas de San Agustín durante la Revolución Francesa. Allí aún están ... las fosas de las más de mil trescientas personas asesinadas durante la Revolución. Todo aconteció del 13 de junio al 28 de julio del año 1794. Fueron guillotinados en la muy cercana Place du Trône, que por aquel entonces era conocida como Place du Trône renversí.
Es decir, Plaza del Trono Destronado, en el Barrière du Trône. Hoy es la muy conocida Place Nation que se encuentra vecina a la más pequeña Place de L´ile de la Réunion.
En los grabados antiguos, aquellos que muestran el París revolucionario de finales del siglo XVIII, se ve cómo era el barrio du Trône. Las dos columnas muy altas incluso para hoy en día y la verja de la aduana. Esta ya no existe pues impediría el abundante tráfico. Por la Rue Picpus nos encontramos el Hospital Foundation Adolphe de Rothschild. Y poco más allá, solo que en la acera de enfrente, el número 35 que estábamos buscando. Es un gran portalón de madera semicircular.
En los laterales hay discretos carteles protegidos por cristales de plástico que mediante fotografías en color avisan de que allí está el cementerio. Figura como responsable de todo la Fondation de l´Oratoire. En estos carteles no aparece ninguna referencia a que allí mismo, en ese cementerio, se encuentra la tumba de Lafayette. Quizás porque ese minúsculo cuadrilátero que está presidido permanentemente por una bandera norteamericana, es territorio de los EEUU.
En el número 35 de la Rue Picpus, en este distrito doce popular y elegante a la vez, veo una pequeña placa de mármol que dice lo siguiente, «Ici/Dans deux fosses comunes/0nt ete inhumes les corps/de plus de 1.300 personnes/guillotinees sur la Place du Trone/Du 13 juin au 28 juillet 1794». Hay que recordar que en el 1789 había sido aprobada ya en el mes de agosto por la Asamblea Nacional Constituyente la Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano. «Todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos». Hay que llamar a un timbre y una pequeña parte de una de las dos grandes hojas de la puerta se abre automáticamente. Una portería nos recibe.
El portero libra ese día y nos atiende una joven. Al salir sabremos más de ella. Ahora nos acucia más que su belleza y desparpajo en varios idiomas, entre ellos el nuestro, ese espacio misterioso al aire libre. Entramos en un lugar que casi desde aquellos tiempos, hace más de doscientos años, apenas ha sido tocado. Lo primero con lo que nos encontramos es un amplio patio. En medio un antiguo pozo. A la derecha un largo edificio de pocos pisos y, a la izquierda, antiguas casas que albergan a algunos trabajadores. El eje de este ámbito lo acota una pequeña iglesia.
En el año de autos de 1794 estaba el Convento de las Clarisas. Subimos las escaleras y nos introducimos en la misma. No hay nadie. Es modesta. No alberga ninguna representación cristiana que podamos considerar como una gran obra de arte, excepto la escultura de la Virgen de la Paz datada en el siglo XV. Es la capilla de Notre Dame de la Paix gestionada por las hermanas del Sagrado Corazón. Sin embargo custodia algo muy importante históricamente. En sus paredes están los nombres, las edades y las profesiones de todos los asesinados por el mandato de Robespierre.
En sus paredes están los nombres, las edades y las profesiones de todos los asesinados por el mandato de Robespierre
También hay referencias a otros Mártires de Picpus del año 1871. Varios frailes que han sido beatificados. El verdugo guillotinador se llamaba Sanson. Zapateros, sirvientes, peluqueros, jornaleros, palafreneros, aguadores, niños, mujeres y muchos aristócratas de grandes familias perecieron. No tuvieron juicio ni supieron los motivos de su condena. El fiscal Fouquieur-Tinville llevó adelante estos procesos sin garantías. El mismo, poco después, fue ejecutado. Igualmente le sucedería a Robespierre.
En el 9 Thermidor finalizó el reinado violento y sanguinario del calificado como «incorruptible». Robespierre quiso suicidarse pero no acertó bien el tiro. Fue más certera la hoja de la guillotina. El Comité de Salud Pública (Saint-Just, Couthon, Hanrriot, Dumas y otros varios) fue disuelto. Los ejecutaron como a Danton o Camille Desmoulins. Ambos jacobinos disidentes que criticaban la falta de libertad de expresión. También por esas fechas Luis XVI y Marie Antoinette entregaron sus vidas. Como ha sucedido siempre a lo largo de la Historia, la Revolución se fue comiendo a los revolucionarios que la provocaron. Los jacobinos gritaban «Liberté, fraternité ou la mort». Quedaba atrás aquel «Liberté. Fraternité. Egalité».

En estas listas de guillotinados hay dieciséis carmelitas de Compiégne; la abuela, la madre y una de las hermanas de Anna de Noailles, marquesa y esposa del general marqués de Lafayette; el vizconde de Beauharnais, primer marido de la emperatriz Joséphine; el mariscal Duque de Noailles-Mouchy; la abadesa Louise de Montmorency-Laval; la Rochefoucauld-Doudeauville; Montmorency; Hancourt; Polignac; La Tour du Pin, familia a la que perteneció uno de los grandes poetas franceses del siglo XX; Montalembert; De Nicolay; Narbonne; Rohan; Broglie; Lévis- Mirepoix o la familia Saint- Simon, entre otras.
Las dieciséis carmelitas, entre las que se encontraba una novicia, están también recordadas en una placa en el cementerio, justamente junto a la tapia de las fosas que las contienen. En el año 1902 el Papa León XIII las nombró Venerables. Luego en el año 1906 el Papa San Pío X las beatificó. Y ahora hace pocos meses el actual Papa Francisco las santificó. Santa Teresa de San Agustín y sus quince compañeras ya santas fueron guillotinadas el 15 de julio del año 1794. Robespierre incluso había declarado al hábito religioso como ilegal.
Las monjas habían tenido que abandonar el convento de Compiègne. Fueron declaradas «enemigas del pueblo». El convento estaba en la región de Oise, siendo fundado por las carmelitas descalzas de Amiens hacía siglo y medio (1641). Ana de San Bartolomé con Ana de Jesús y otras cuatro monjas españolas habían llegado a Francia para iniciar la reforma. El Papa Francisco en este mismo acto nombró Beato al jesuita alemán, Eduardo Profittlich, que fue detenido por los soviéticos en el año 1941 en Estonia.
La Convención Nacional presidía las farsas judiciales y las ejecuciones
Deportado y torturado hasta la muerte . Algo por el estilo le sucedió al también nuevo Beato, el salesiano italiano, Elia Comini, fusilado por los nazis. Georges Bernanos las inmortalizó en su obra teatral 'Diálogo de carmelitas' (escrita en 1949 y estrenada tres años después). Sirvió de libreto a la ópera homónima compuesta por Francis Poulenc. El escritor francés se había basado en la novela de Gertrud Von Le Fort titulada 'La última en el cadalso'. En España la estrenó José Tamayo (1954). Hay también una película muy famosa dirigida por Philippe Agostini y Raymond Bruckberger con el mismo título bernaniano (1959). Con dos grandes actrices de protagonistas, Jeanne Moreau y Alida Vali.
A pesar del tiempo transcurrido, uno no puede abandonar este recinto sin conmoverse. Sobre la Revolución Francesa hay cientos de opiniones diferentes. Muchos han visto como necesaria esta hecatombe para poder seguir avanzando en la mejora de los derechos de las personas. Pero los actos sacrificiales jamás han sido un buen camino. Inmediatamente después de bajar las escaleras nos encontramos una verja azul que separa el patio en el que estamos del inicio de un gran jardín. Junto a esta puerta hay una placa en la que ya se cita al general Lafayette. «A la memorie du Géneral Lafayette (1757-1834). Don des Benjamin Franklin chapter. París. Daughters of the American Revolution». El general francés había sido enviado por Luis XVI para que luchara contra los británicos al lado de los norteamericanos sublevados.
El general Lafayette
Fue amigo y colaborador de Washington, Jefferson y Franklin. Lafayette tuvo que ser muy hábil para sobrevivir a la Revolución y luego a Napoleón. Su verdadero nombre era Gilbert du Motier (1757-1834). Era hijo de una familia burguesa acaudalada pero sin título. En los EEUU participó en muchas batallas. Y durante la Revolución Francesa (1789-1799) fue general del ejército revolucionario. También lo fue durante la Revolución de julio de 1830. Igualmente fue miembro de la Asamblea Nacional y comandante de la Guardia Nacional de París.
En el año 1792 los radicales ordenaron su persecución y arresto. Logró huir a Bélgica donde fue capturado por los austríacos y encarcelado durante cinco años. Napoleón lo liberó y le ofreció un puesto a su lado que él rechazó.
Traspasada la verja nos encontramos con un largo prado. En ese límite hay otra puerta lateral que nos conduce al cementerio. Es un cementerio familiar. Algunas de las familias aristocráticas recuperaron a sus muertos y los enterraron junto a las fosas. Y a partir de entonces todas las nuevas generaciones se fueron enterrando allí en sus tumbas y panteones. En el año 1802, Madame de Montagu llevó a cabo una suscripción entre los afectados para comprar el antiguo convento de las Clarisas y los terrenos adyacentes donde se encontraban las fosas. En el año 1805 se instalaron allí otras monjas. En el 1841 la pequeña capilla se amplió y se convirtió en la iglesia que visitamos. Y ya en el siglo XX, en el año 1926, se hizo la Fundación que rige todo esto. Hay tumbas que se ve que aún han sido recientemente utilizadas y otras ya abandonadas.
En una de ellas figura el nombre de Luzmila Patiño. condesa de Guy du Boisrouvray. Patiño es un nombre de mi familia y por eso me llama la atención. Aquí ya está el tiempo detenido. La tumba de Lafayette se encuentra justo al final del cementerio. Una tapia la separa del campo donde están las fosas de los guillotinados. De nuevo otra verja totalmente cerrada impidiendo la entrada. En unas lápidas colgadas de este muro con vistas se explica la ubicación de los masacrados. La guillotina era rápida e itinerante.
Visitó muchas capitales de provincia e incluso embarcó para ultramar. Carmelitas y combatientes monárquicos de la Vendée también yacen aquí. Este terreno con pequeños montículos da a un colegio cuyos alumnos con sus gritos dan vida a tanta muerte.
En la tumba del general, bastante discreta para su gloria, ondea permanentemente una bandera norteamericana. La tumba no era propiedad suya, sino de la marquesa de Noailles, su esposa, Adrienne (1759-1807). Como ya comenté, varias Noailles fueron ejecutadas en el Barriére du Trône. Muy cerca de la tumba de Lafayette, hay otras lápidas. Por ejemplo una con el nombre del poeta André de Chénier. Confundido con su hermano Louis, en esos mismos días fue guillotinado en plena juventud. La placa pone: «Fils de la Grece et de la France (1762-1794) Servit les muses/Aima la sagesse/Mourut pour la verite ».
El panteón de los Chénier es uno de los más grandes y llamativos del cementerio. André Chénier y Paul Verlaine escribieron los versos más bellos en la cárcel. Uno estuvo por su origen aristocrático y el otro por sus cuitas amorosas. Detenido Chénier a principios de 1794 en Passy, por aquel entonces a las afueras de París, fue condenado a muerte sin juicio. En la cárcel escribió poemas escondidos en sus ropas. Sátiras políticas en verso yámbico. El veinticinco de julio fue ejecutado, tan solo dos días antes de que cayera la dictadura del terror de Robespierre.
La guillotina, la sangre, las cabezas rodando, los cuerpos descuartizados. Aquí comenzó la gran 'perfomance' contemporánea
Otra placa, también colgada del mismo muro recuerda a Anne, Princesa Beauffremont-Courtenay, asesinada en el campo de concentración de Revensbrück, en Alemania, durante el nazismo. Fue en el año 1944, tenía veinticinco años. Chénier poco más de treinta. El terror y la muerte casi como una liberación.
En el año 1789 comenzó la Revolución Francesa y con ella la modernización del terror. El terror puesto al día: los delatores, los comisarios, los censores, la sin ley, los asesinatos sin justificación alguna, el miedo por el miedo. La Place de la Concorde, antes Place de la Révolution, lo ejemplifica. La guillotina, la sangre, las cabezas rodando, los cuerpos descuartizados. Aquí comenzó la gran 'perfomance' contemporánea. Actores de verdad, convulsiones de verdad, nada preparado, nada ensayado, todo real. 1793 ejecución de Luis XVI y su esposa austríaca. Venganza por el absolutismo y despotismo de siglos.
Era la continuación de los entretenimientos teatrales de la Corte de Luis XIV. Todo era representación, incluso las guerras. En vez del rey y su séquito estaban los demagogos revolucionarios y la Convención Nacional que presidía las farsas judiciales y las ejecuciones. Quiebra de la autoridad y de los principios de Libertad. Igualdad y Fraternidad. «El terror roba a la mente todas sus facultades», escribió Burke .
Robespierre defendió el uso del terror en nombre de la Libertad. Toda revolución era terror. Robespierre chocó con personajes como Danton o Desmoulins (un diputado de la Convención y miembro del Club Jacobino). Este y otros denunciaron que no había democracia y el miedo impedía avanzar. Para él, como para Danton, la libertad de expresión, de opinión y movimiento estaban abolidas.
Los dos lo pagaron con la guillotina. El científico Lavoiser también tuvo una muerte trágica a manos de los jacobinos. Burke previno a los británicos de que algo semejante pasase en las islas. El mayor peligro de una revolución él lo situaba en las pasiones. Las revoluciones siempre han sido: anárquicas, irracionales, inescrupulosas, proscriptoras, confiscadoras, saqueadoras, feroces, sangrientas y tiránicas.
Burke llamaba terroristas a los revolucionarios. La razón llevada a sus límites puede convertirse en algo irracional. Para Horkheimer y Adorno, por ejemplo, el Holocausto. Engels, inspirador de otros terrores más sofisticados escribió que el terror era «una política de crueldades inútiles, adoptada por aquellos que tienen miedo».
«Yo era un débil muchacho y ella era muy bella;/sonreírme sabía llamándome con ella,/y de pie en su regazo con mi mano, sereno,/yo tocaba su rostro, su cabello, su seno/y ella entonces con mano suave e indulgente,/fingía castigar mi imprudencia inocente.//Y ante los que la amaban, confusos por demás, /ella, a todos altiva, me acariciaba más…/Muchas veces… (¡más yo entonces no alcanzaba!)/con sus labios cual rojos corales me besaba./ Y al verme así, triunfante, decían los pastores:/ '¡Oh, muchacho feliz; oh inútiles amores!'».
André Chénier era un poeta clasicista. Tenía una gran oratoria y emocionalmente se dejaba llevar por lo que ya estaba muy pronto a llegar, el romanticismo. El impulso humano y creador era forzado en un mundo que tenía muy claros sus referentes greco-latinos. La Revolución Francesa degolló al poeta y a la poesía de su tiempo.
Regresamos sobre nuestros pasos, Mercedes, Jacobo Machover y yo mismo. ¿Hay perdón para todo esto? El tiempo olvida pero no perdona. Nos sale de nuevo a recibir Anastasiya, una muy joven estudiante, hija de una ucraniana y un francés. Su presencia allí se debe a que habita uno de los departamentos de estudiantes del edificio mayor del patio. Le decimos entonces si ese inmueble es un Colegio Mayor. Nos responde que de alguna manera sí lo es, pero solo para los descendientes de aquellas familias guillotinadas. Entonces le digo que debe ser una princesa, condesa o marquesa por lo menos.
Ella sonríe. Habla perfectamente español pues de pequeña vivió con sus padres en Cuba para ver de cerca lo que era una revolución marxista. No pone muy buena cara a los resultados de esa experiencia. Ahora se manifiesta con los ucranianos de París contra la ocupación rusa. Quizás Anastasiya sea la reencarnación de la muchacha del poema de Chénier. ¡Cuánta juventud!¡Cuánta vida! Al final siempre el amor se impone sobre la muerte. La sonrisa de esta muchacha nos reconcilia con tantas injusticias y violencias.
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