Comentando titulares

Tocados y hundidos, como el Titanic, ese monstruo de 53.210 toneladas de peso que acabó en el fondo del mar con cerca de 1.500 personas a bordo. Un ansia evidente de ir contra una época porque ese tiempo no le gusta se percibe en esa frase de Wiesenthal y, siento decirlo, también un toque ingenuo y algo desnortado. Sabemos de sobra que confundir los deseos con la realidad no es propio de la inteligencia artificial, pero sí del raciocinio más humano.

Prosigo con las lecturas salpicadas en los medios de comunicación en estos días, entre proclamas electorales y la Feria del Libro de Madrid y sus más o menos ilustres visitantes. Y me siguen llamando la atención algunos titulares que lanzan al aire otros acérrimos defensores (pensadores) de que cualquier tiempo pasado fue mejor, o de que después de mí, y de mis compañeros, la nada. Esa infantil cantata del yo delante. Pongamos como ilustrativo y recurrente ejemplo la campanuda sentencia de que no hay relevo generacional en la literatura, en el arte… Y quien lo afirma se queda tan ancho y tan pancho, tan seguro de sí mismo. Como lo he oído (leído) a no recuerdo quién y no sé dónde esta misma semana, aquí le recojo el guante para explicarle que también le veo desnortado. Mal andamos.

Para Titanic, y ya remato, esta Europa nuestra con rumbo incierto hacia al pasado, porque no entiende de qué va el futuro. Si me pongo más dramática aún, para Titanic, el mundo entero, que parece hacer aguas por todas partes. Quizás esto que está pasando suceda por negar que los nuevos tiempos, con sus gentes, llaman a la puerta. Abran, por favor.