LIBROS
Juan Gómez-Jurado: «Escribo literatura comercial, pero con una verdad de fondo»
La osadía de llegar al número uno
Es uno de los autores que más libros vende en España. Su trilogía de novelas 'Reina Roja' alcanzó, según su editorial, la friolera de 2,5 millones de ejemplares en los años de la pandemia. 'Todo arde' (Ediciones B) es su nuevo 'thriller' a punto de salir. Un éxito asegurado
Colmenar de Oreja (Madrid)
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Iniciar sesiónHay quien se pirra por coronar ochomiles y quien acude a la montaña a pasear. Hay quien entrena para las olimpiadas y quien, sencillamente, sale a correr por el parque. La historia de Juan Gómez-Jurado no se puede encuadrar de esa manera. Acaba de ... demostrar que se puede llegar a la cima y dejar la impresión de que has venido caminando, divirtiéndote, dando un paseo.
Su trilogía de novelas 'Reina Roja' ha vendido la friolera de 2,5 millones de ejemplares en los años de la pandemia. Ahora se está rodando la primera temporada de la serie basada en esa historia trepidante, la del experimento policial de Antonia Scott y Jon Gutiérrez, con todos los medios de Amazon. Y la multinacional le ha nombrado 'showrunner' en España, casi una carta blanca para crear series y películas. Todo eso no se explica sin un trabajo incansable.
Al mismo tiempo, comparte la pasión por el cine y los libros –y también las bromas (muchas veces a su costa)– con Rodrigo Cortés, Javier Cansado y Arturo González Campos en los 'podcast' 'Todopoderosos' y 'Aquí hay dragones', con audiencias millonarias. Como tantos otros escritores, Gómez-Jurado ha dejado en el último año el ajetreo del centro de Madrid para vivir en un pueblo en busca de algo de tranquilidad. Allí ha dado los toques finales a su nueva novela, 'Todo arde' (Ediciones B), que se publicará la próxima semana. Es ya oficialmente el escritor que más libros vende en España, por si necesitara un poco más de presión justo después de un éxito tan enorme.
Suena su teléfono mientras comenzamos a charlar con él en la plaza mayor de Colmenar de Oreja. Es su editora, Carmen Romero.
Espectacular tirada con la que sale su nuevo título 'Todo arde'
—¡Carmen! ¿Qué tal?... –Juan gira un poco la cabeza para concentrarse en la voz al otro lado de la línea– ¿Cómo?, ¿qué?... ¿veinticinco más? Vale.
Cuelga y hay un silencio. Luego deja el móvil bocabajo como un naipe sobre la mesa.
—Aumentan la tirada inicial en 25.000 ejemplares más.
—¿Cuántos salen?
—Eran 250.000 de salida y ahora son 275.000 -y entonces empalidece y la respiración se le vuelve agitada unos instantes. Luego cierra los ojos y, lentamente, se calma, como si hubiera guardado la ansiedad doblada como un folio en el bolsillo.
—Menuda presión, ¿se puede sobrellevar, superar?
—¡Uff!, no quiero ni pensarlo. Cuando me dijeron la preventa de 250.000 mi reacción fue un wasap: «¿Os pincháis heroína?». Y ahora más. Esto es una locura, esos ejemplares hay que moverlos, hacen falta 25 'trailers' para distribuirlos. A tu pregunta, más que presión, intento tener inconsciencia. Si no…
La suya es una historia curiosa. No mucha gente sabe que Juan Gómez-Jurado dio sus primeros pasos como escritor trabajando como becario de la sección de Cultura de ABC. Quien esto escribe fue su jefe allá por 1998 y 1999, cuando era un talentoso reportero novato recién salido de la facultad. Y muy pocos años después vio cómo su primera novela se convertía en 'best seller' traducido a varios idiomas. Se titulaba 'Espía de Dios' y le permitió triunfar antes de cumplir los 30.
—He traído las primeras crónicas que escribiste en ABC para preguntarte cómo te ha cambiado la vida…
Juan enarca las cejas, sonríe y contraataca:
—¡Dios! Ya veo lo que traes ahí (risas), pero olvídate de esto un momento. ¿Puedo hacerte una pregunta?
El entrevistador entrevistado. Juan dispara:
—Cuando me conociste, cuando veías al tío que escribía esto -señala las crónicas- a aquel chaval… ¿te podías imaginar esto, todo lo que me ha pasado y hemos vivido juntos?
—Claro que no, ni de coña. Sí sabía que eras un tipo con mucho talento y también supe que tenías un problema con los límites, que no te gustaban. Lo supe enseguida…
«La tensión de entregar un texto la aprendi en ABC. ¡El cierre!»
—[Risas] Te hice la vida difícil. Tenía una reacción alérgica a la autoridad limitante. Me llevé muy bien contigo desde el principio, intentaba hablar todo lo que podía, aprender. De vez en cuando me decías: «Esto no lo puedes hacer»…
—Más bien «esto no lo deberías haber hecho».
—Creo que yo tenía ya esa manera de ver en el mundo cosas que no me gustaban, conciencia de lo que no debería ser así y quiero que sea de otra forma.
—Ese es un tema clave en todo lo que has escrito, por volver a la entrevista…
—Mucho más en esta novela.
—Me dijiste cuando empecé a leer 'Todo arde' que te ha quedado «un poco punki».
—Sí. Lástima que no podemos adelantar nada de la trama.
Echa un ojo a las viejas crónicas que le hemos traído. Uno de los secretos de Juan es el atrevimiento. ¿Ganas de comerse el mundo? Siendo un autor inédito buscaba agente y logró que le fichase ni más ni menos que Antonia Kerrigan, la persona que llevaba a Carlos Ruiz Zafón, el fenómeno editorial de entonces en España. Hoy planta de nuevo batalla con 'Todo arde' para cumplir ese sueño, después de codearse en los últimos años con los que más libros venden y más lectores tienen, como Arturo Pérez-Reverte.
Llamamos a Antonia Kerrigan y nos comenta que «más que fichar a Juan yo siento que fue él quien me fichó, cuando me envió su primer manuscrito, 'Espía de Dios', y pude detectar en él a un escritor todoterreno como he visto pocos. Intuí el enorme desarrollo que prometían sus 'thrillers'. El paso del tiempo ha certificado mi intuición. ¿Qué tipo de autor es? Yo lo compararía con Stephen King, por su tipo de trabajo, el éxito y por su mirada generosa». Para la agente, además, Juan ya no es sólo parte del negocio: «Llevo representándole 20 años y más bien es parte de mi familia. Más que pensar en lo que vende, que no hay duda, es una persona a la que quiero y por la que me siento querida».
Juan ya ha ojeado varias crónicas de 1998 y recuerda:
—La tensión de entregar un texto la aprendí en ABC. ¡El cierre! Aún la siento con las novelas.
—¿Cuándo hizo clic algo en tu cabeza? ¿Cuándo te sentaste y ya no viste una crónica, sino un libro y te querías comer el mundo desde la literatura?
—Desde el principio. Incluso antes de esas crónicas. Cada vez que me gustaba un libro pensaba: «Esto es lo que quiero hacer». Pero entonces me faltaba probarme. Saber si podía hacerlo de manera eficaz. Y eso no lo sabes hasta que no lo intentas. Cada vez que se me acerca un chaval y me pregunta qué tiene que hacer para escribir, le digo lo mismo, que se lea 'Mientras escribo', de Stephen King. Y luego, que escriba. Que lo intente y pruebe su talento.
De ahí al manejo virtuoso de la técnica narrativa. Gomez-Jurado escribe novelas que se leen solas y que comparten algunos hechos y personajes. 'El paciente', 'Cicatriz', y luego 'Reina roja', 'Loba negra' y 'Rey Blanco', han perfilado un mundo, el mismo de 'Todo arde'.
vendidos de la trilogía 'Reina roja'
—Llevo en el mismo universo narrativo desde 2014. Los libros que he escrito están interconectados entre sí, pero me empeño en que se puedan leer por separado. Me parece un juego muy divertido.
—¿Cómo se llega a un 'thriller' como 'Todo arde'?
—En 'El paciente' hice una narración en primera persona, que es difícil para el género. En 'Cicatriz' adopté tres voces narrativas. En 'Reina Roja' quité ya la primera persona, de manera que el narrador adopta el punto de vista del personaje principal de la escena. Cuando somos Jon, el narrador habla como Jon y cuando somos Antonia, somos mucho más secos. Cuando somos Carla, es una novela de terror, porque ella está encerrada.
«A lo mejor yo no me salvo, pero ellos, mis amigos, sí. Los que me han traído hasta aquí»
—Es lo mismo en 'Todo arde'.
—He encontrado mi estilo y no quiero cambiarlo. Está en tercera persona, pero no es una tercera persona neutra, anglosajona, canónica de 'thriller', sino que va cambiando y asumiendo lo que es cada personaje en cada momento. Nunca se había hecho así.
—¿Qué ha cambiado en esta novela?
—Lo he llevado un poco a la locura. Tenía que trasladar mi estilo a un género que no es eminentemente literario. No quiero hacer 'spoilers', pero es un género cinematográfico.
—Podemos dar pistas, el ritmo y las imágenes del cine...
—Quiero que el lector se lo encuentre como sorpresa. Aura, la protagonista, llega a reflexionar sobre ello cuando tiene que explicar sus planes. Dice: «Esto en una película sería mucho mejor», y les pone música. Entonces la técnica muta.
—Toda la novela es cinematográfica. Tiene ese ritmo. Las descripciones parecen edición de imágenes.
—Lo que he logrado es literatura con corte cinematográfico porque lo que hace al cine es el corte. Cuando ves 'El imperio del sol', de Spielberg, piensas que estás en una novela. Yo he querido que cuando leas algunas partes de esta novela sientas que estás leyendo una película. Es literario. No quiero compararme, pero lo aprendí en el 'Ulises' de Joyce. Allí la voz narrativa va cambiando según acompañas a Bloom, cambia de género, y de formato, periodístico, oratorio…
—¿No tienes miedo de perder lectores al complicarlo?
—El lector hoy es suficientemente maduro para asumir que en una novela de literatura comercial destinada a que la lea muchísima gente haya juegos experimentales. Es lo divertido. Lo leerá una abuela de 83 años y su bisnieto de 15.
—¿Te planteas límites pensando en la audiencia?
—No. Planteo niveles de lectura. Sé lo que estoy haciendo y nunca me planteo adaptarme a una parte de los lectores. Da igual una cita de Suetonio o una reflexión sacada de la filosofía oriental. Es irrelevante. La historia es la historia y hay que contarla como deba ser contada.
—Un ejemplo de esos niveles de lectura.
—Cuando, en 'Rey blanco', la novela se vuelve increíblemente 'sherlockiana' y ves en el despacho del padre de Antonia el cuadro de las cataratas Reichenbach, sin decir que era ese, hay gente que lo leerá y no capte ese detalle, pero no importa, puede seguir leyendo. Voy insertando muchísimas piezas de información partiendo de la idea de que lo más importante de todo es que la otra mitad del libro la escribe el lector, con sus talentos, experiencias, vivencias. Ese es el juego que más me divierte.
—Hoy las generaciones apenas comparten referentes. ¿Eso lo hace más difícil?
—Me llevo bien con la crítica, ha sido generosa conmigo y ha entendido que yo escribo literatura comercial, sin otro ánimo que divertir, porque es lo que yo quiero. Pero cuando alguna vez alguien se ha quejado era por una referencia a 'Los Vengadores'. ¿Y qué? Para mí y para medio planeta ha significado cosas. La señora de 80 años no lo habrá visto, pero da igual, también puede leer. Yo escribo novelas divertidas, no tengo otra pretensión.
de la serie 'Reina roja', al alemán, al búlgaro, al chino..
—¿Qué haces si te atascas, en las encrucijadas creativas?
—Estoy muy bien rodeado de amigos. No soy yo solo. En el caso de 'Todo arde', Rodrigo Cortés, especialmente. Hubo un momento en que habían pasado tantas cosas que no sabía cómo llegar al final. Rodrigo me dijo: para y danos una introspección para ver cómo cada una de las protagonistas se va a relacionar con lo último que va a pasar. La novela hace una pausa ahí y es porque me lo dijo él. El cabrón me vino con 20 páginas de correcciones.
—Amigos todopoderosos…
—Yo soy yo y mi circunstancia. A lo mejor yo no me salvo, pero ellos, mis amigos, sí, los que me han traído hasta aquí. Solo tengo agradecimiento.
—Hay en la novela damas y caballeros legionarios.
—Amo a esos personajes. Cuatro descastados, dados de lado por nuestra sociedad tanto económicamente como en lo social. Son buenas personas que han pasado por todas las cosas malas que le pueden pasar a uno, desde que te caiga encima un BMR a las drogas y quedarse en la calle.
«Me llevo bien con la crítica. Ha sigo generosa conmigo y me ha entendido»
—Cosas de esas que no tendrían que ser así.
—Hasta los malos son encantadores en esta historia.
—Sobre todo el banquero sin escrúpulos.
—Pero no es novela de buenos y malos. Las protagonistas tienen la fuerza vital para decir: esto podemos hacerlo. Y lo hacen. Es admirable.
—Todos olvidados, apartados.
—Escuchar a exmilitares con los que he hablado para construir personajes como Mari Paz es maravilloso. Hay seres increíbles, algunos han dado su vida por nuestra sociedad, otros han saltado detrás de líneas enemigas en operaciones que ni constan, se han roto las rodillas, y les han dejado ahí, sin darles las gracias, sin medios y con adicciones porque son seres humanos. De esto no se habla.
—¿Qué hacemos con ello?
—En la novela se junta gente que no tiene nada que ver entre sí. Cada una de las protagonistas tiene ideas políticas distintas, pero se dan cuenta de que el sistema les ha fallado por triplicado. A todos, sin importar su procedencia. Aura ganaba un sueldo de seis cifras y acaba en el arroyo. No hay barrera que nos proteja de la ruina, la vida puede cambiar en un segundo. Pero ganan los mismos. La pandemia y lo que hemos pasado lo ha demostrado.
—¿Quieres despertar conciencias?
—Es lo punki de este libro. Que nos hemos dado cuenta de que esto no era así y ahora lo es. Todo el mundo se ha dado cuenta. Quiero levantar el velo que hay entre realidad y ficción, por duro que sea. Expresado en literatura comercial para que la lea todo el mundo, pero con una verdad de fondo que está ahí. Quiero hacer pensar.
—Hay mucha rabia en las redes y en la sociedad.
-Un niño con una piedra puede romper 'Las Meninas', pero hace falta un Velázquez para pintarlas. Tenemos muchos niños malcriados, demasiados, y pocos Velázquez. No quiero parecer enfadado. Soy vehemente porque todo esto me importa mucho.
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