ADELANTO EDITORIAL
'José Luis Sampedro. Un hombre fronterizo', de José Manuel Lucía Mejías
libros
ABC Cultural ofrece un fragmento del prólogo de esta biografía vital y literaria, que publica Plaza & Janés en el décimo aniversario de la muerte del escritor, académico y economista
José Manuel Lucía Mejías
—¿Por qué cada obra suya es totalmente distinta?
—La explicación es muy sencilla. Para mí la literatura es una forma de vivir. Y yo «vivo» mis historias y lo hago intensamente. Por eso prefiero cambiar de vidas.
Entrevista con Tulio H. Demicheli, ... en ABC Madrid (domingo, 2 de junio de 1991)
Aquel 2 de junio de 1991 no dejó de llover en Madrid. Una de esas lluvias de final de la primavera, una lluvia sin ganas, una lluvia que se convierte en una costumbre, que no merece ni ser tema de ascensor. A la hora convenida, José Luis Sampedro entra en la Biblioteca de la Real Academia Española acompañado de Gregorio Salvador, que contestará su discurso, y que, junto a Rafael Lapesa y Antonio Buero Vallejo, había presentado su candidatura. Todo se había resuelto un año y medio antes, justo el día de su cumpleaños, el 1 de febrero de 1990.
Como dicta el protocolo, allí le esperan sus compañeros de alfabeto, que en unos minutos ocuparán su asiento en el estrado del salón principal del caserón de la calle Felipe IV para dar la bienvenida a la letra «F». ¿Qué habría pensado entonces aquel joven de dieciséis años que decidió ser escritor cuando paseaba por los jardines de Aranjuez? ¿Habría imaginado alguna vez esta escena que ahora, años después, iba a protagonizar?
El primero en saludar a José Luis Sampedro es Manuel Alvar, el director, y detrás de él, Rafael Lapesa y Julián Marías. Pedro Laín Entralgo se acerca y le abraza, mientras que Emilio Lorenzo y Antonio Mingote le dan la mano acompañando el gesto con una sonrisa. José Luis Pinillos añade, además, una felicitación por su discurso de ingreso, que ya ha leído. «Extraordinario, muy poético», apunta. Y mientras los académicos se van organizando en corrillos, Antonio Buero Vallejo, Rafael Alvarado y Antonio Colino hacen coro a su alrededor.
Es un día de fiesta y de felicitaciones compartidas. A las siete en punto, la mayoría de los académicos ya han ocupado sus asientos. La llegada de Francisco Nieva es la señal, el momento de comenzar la ceremonia. Unos segundos antes de abrirse la puerta principal, y aparecer José Luis Sampedro escoltado por Francisco Nieva y Francisco Rodríguez Adrados, los dos últimos académicos que habían entrado en la Docta Casa, escucha de los labios del primero, que le habla casi susurrando: «Hay que caminar despacio. Usted, dos pasos más atrás de nosotros. Así, ceremonial». Y las puertas se abren. Y a dos pasos de los Franciscos, aparece un feliz José Luis Sampedro, con la misma sonrisa que le iluminó la cara aquel anochecer cuando se dijo: «Yo también escribiré novelas algún día». Tenía dieciséis años.
Y así desde entonces.
Y con voz al principio tímida, como si las miradas de Felipe V y de Cervantes le dejaran sin saliva, comienzan a escucharse sus primeras palabras, las primeras frases de su discurso: «Señoras y señores académicos, fue un miembro de esta Casa, el gran novelista Pío Baroja, para mí, además, entrañable, quien en cierta ocasión se definió a sí mismo como “hombre humilde y errante”…».
Y con voz al principio tímida, como si las miradas de Felipe V y de Cervantes le dejaran sin saliva, comienzan a escucharse las primeras frases de su discurso
Justo este instante, este momento de reconocimiento público a comienzos de los años noventa, justo después de haber publicado tres de sus novelas más conocidas y reconocidas: 'Octubre, Octubre' (1981),' La sonrisa etrusca' (1985) y 'La vieja sirena' (1990), ha terminado por ser el punto de partida de este prólogo. En los últimos treinta años, he tenido la fortuna de asistir a varios actos solemnes en que los futuros académicos leían sus discursos de ingreso.
He podido disfrutar del ceremonial y de las conversaciones posteriores, del encuentro con maestros, colegas y amigos. Pero reconozco que nunca en estos momentos vividos me he emocionado tanto como leyendo el discurso de ingreso de José Luis Sampedro, su 'Desde la frontera'. Me emociona el acierto del tono, esa capacidad que tiene José Luis —o al menos así lo siento al leerlo, desde sus obras publicadas hasta las decenas de inéditos que han pasado por mis manos— de huir de la «pose» y de darse cuanto es, con la sencillez de saberse poseedor de una verdad humilde y errante. «Yo también escribiré novelas», se dijo un atardecer en Aranjuez, palabras que sigue escuchando a medida que va leyendo su discurso, este ir dándose en «un acto de corazón más que del intelecto». Ese saberse, este hacer y hacerse un hombre fronterizo.
Espero lograrlo exponiendo sencillamente el ámbito de mis preferencias más auténticas, sin caer por ello en egolatría ni exhibicionismo, puesto que es un campo existencial compartido por muchos. Se trata del mundo de la frontera y voy a referirme a él como hombre fronterizo que soy, más que el errante de la definición barojiana. Lejos de caminar sin rumbo, la frontera siempre fue mi norte, aun antes de que las circunstancias me llevaran a ejercer una profesión a ella vinculada [...]
Este libro es una invitación a leer y a releer a Sampedro. Asimismo, es mi diálogo más personal, el de un catedrático de la actual UCM con un antiguo compañero de aula
A mi juicio, una civilización puede entenderse como una complejísima estructura de fronteras, determinantes de actores y de relaciones en el sistema social. Y no solo fronteras en el espacio […] sino también en el tiempo. Cada acto y cada suceso se aparta con una irreversible frontera de las alternativas simultáneamente rechazadas o eliminadas, así como también de los actos anteriores y posteriores.
¿Y si nos acercamos a José Luis Sampedro como si fuera un universo propio de análisis, su propia civilización? ¿Acaso no lo podemos ver también como una complejísima estructura de fronteras, donde la vida le ha llevado a elegir por las circunstancias de cada momento, y así abrirse a nuevos campos, a nuevos territorios antes insospechados? ¿Acaso no es su sueño de los dieciséis años hecho palabra en un atardecer en Aranjuez una frontera particular?
Y el éxito y el reconocimiento de sus novelas a partir de los años ochenta, ¿no han convertido en una frontera a este primer José Luis Sampedro, el joven que quiso ser escritor y el que lo consigue al tiempo que adquiere cada vez más prestigio como economista y profesor universitario?
Y, de pronto, el primer José Luis Sampedro se convierte en sí mismo en una frontera, en esa otra frontera que es necesario traspasar para así poder ofrecerlo tal y como hoy lo conocemos, tal y como hoy lo habitamos, en su particular hacer y hacerse a lo largo de los años. Por eso, en este UNO que es José Luis Sampedro, un UNO fronterizo, se distinguen varios escritorios, pues él es UNO, pero no así las circunstancias, no así su reconocimiento y, mucho menos, su popularidad.
Este libro es una invitación a leer y a releer a José Luis Sampedro, a volver a escucharle continuamente. Es un acercamiento a la construcción de un escritor que lo es también del hombre y del científico, del humanista, pues son facetas que es imposible separar, convertir en fronteras unas de otras. Un acercamiento a su triunfo, al triunfo de la coherencia dentro y fuera de las letras, de la vida social y literaria.
Asimismo, es mi diálogo más personal, el de un catedrático de la actual UCM con un antiguo compañero de aula, pero que también ha comprendido que es un compañero de vida; un catedrático que habita hoy en día sus propia fronteras, y que encuentra en el ejemplo de Sampedro el camino para conocerse a sí mismo. Es el diálogo con la coherencia y el compromiso, ese del que tanto necesitamos para seguir viviendo en un mundo donde —ahora sí— se muestra en todo su esplendor la decadencia de la civilización occidental capitalista, de la que nuestro protagonista nos advirtió y a la que se enfrentó a lo largo de toda su vida, desde sus primeros escritos hasta los que dejó inéditos [...]
Muy colmado de ciencia está Occidente, pero muy pobre de sabiduría. Es decir, del arte de vivir, más abarcante que la ciencia porque, contando con ella, incluye además el misterio. Ahora no se procura alcanzar la iluminación, sino sentir el latigazo del deslumbramiento.
Se busca el estrépito, lo aparatoso, los focos publicitarios; no el silencio, lo auténtico, ni el resplandor tranquilo de la lámpara. […]. Los países de la periferia conservan, aún en su atraso técnico, más sabiduría y eso es una esperanza para todos, porque cada día es más urgente compensar el desajuste esencial de esta civilización: el tener muchos medios sin saber ponerlos al servicio de la vida.
Muy colmado de ciencia está Occidente, pero muy pobre de sabiduría. Es decir, del arte de vivir
Este libro es un diálogo con José Luis Sampedro, un continuo descubrimiento que se comprueba en la iluminación al ir entrando más en la espesura de su vida y su obra. Un diálogo que espero que no acabe en estas páginas, en la lectura final de la última de ellas. Todo lo contrario. Sueño con que este libro sea solo el punto de partida del posterior diálogo que tú, lector curioso, quieras mantener con Sampedro, con su ejemplo, con sus obras, y que vuelvas a ellas o que quieras adentrarte en las que no habías leído, iluminado ahora por la coherencia de su hacer y hacerse en el tiempo.
'José Luis Sampedro. Un hombre fronterizo' me ha acompañado en los últimos meses y ha terminado por convertirse en una frontera personal a la hora de comprender la escritura y la vida, la razón de mi escritura y los cimientos de la organización de mi vida. Ahora es el momento de «entrar más adentro en espesura». Ahora es el momento de ser valiente y atreverse a traspasar la frontera del ser afuerino que es José Luis Sampedro, de entrar en la tierra de nadie que nos descubrirá nuevas vidas, las que todos tenemos escondidas o silenciadas.
Hacer y hacerse cada uno de nosotros. Hacer y hacerse acompañados del ejemplo, de la obra, de la vida del protagonista, convertido en frontera de nuestra lectura, de nuestra vida […].
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