contacto en buenos aires
Soriano, de Mastronianni a Chandler
Soriano se veía a sí mismo como un «escritor comprometido» y era propio de la época creer que la novela negra cuestionaba principalmente el capitalismo
Otros artículos del autor
El escritor argentino Osvaldo Soriano
Una noche de 1993 el escritor argentino Osvaldo Soriano recibió una llamada en su casa de La Boca. Le costó comprender que no se trataba de una broma: su interlocutor se presentaba como un tal Marcello Mastroianni, y lo invitaba a pasar unos días ... en la ciudad uruguaya de Colonia, donde estaba filmando una película. Mastroianni quería interpretar al inefable cónsul que Soriano había creado en su desopilante novela 'A sus plantas rendido un león'. Habían incluso encargado un guion, que también había leído Fellini, y habían contactado a otro director, pero al final todo el proyecto naufragó.
El actor italiano quería volver a intentarlo, y entonces pasaron unos días juntos en Uruguay. Cuando Marcello murió, en 1996, Osvaldo reveló otro sueño que el protagonista de 'La dolce vita' tenía a los 69 años: «Interpretar a Tarzán viejo y descangallado, impotente, lamentable. ¿Por qué no me escribís el guion?». La anécdota está en la página 298 de la flamante biografía 'Soriano, una historia', que publicó Sudamericana y que firma el periodista Ángel Berlanga.
Esa editorial, que lanzó al mundo 'Cien años de soledad', fue también durante un tiempo la casa de Soriano. «Cuando a las cinco de la tarde el Gordo llegaba empezaban a aparecer gatos por las medianeras y por el jardín», recuerdan sus editores, como si se tratara de puro realismo mágico. La biografía comienza cuando a las tres de la mañana de una noche de verano, un gato entra por la ventana de su departamento, el bloqueo de Osvaldo se esfuma en un instante y descubre por fin cómo escribir 'Triste, solitario y final', una novela con Phillip Marlowe como protagonista que fue un 'best seller' internacional. A partir de entonces, esa será la «gata negra de Chandler» y los felinos se transformarían para siempre en sus deidades literarias.
Sin haber creado un detective ni haber merodeado las reglas del género, fue rápidamente reconocido como un culto del 'noir' e incluso ganó en Italia el Premio Raymond Chandler; la lista de esos consagrados lo dice todo: Graham Green, Sciascia, P. D. James, Mankell, Camilleri. Soriano era un fan de Ross Macdonald, a quien logró entrevistar en su chalet de Santa Bárbara. Según Berlanga, lo había idealizado y se decepcionó, puesto que el genial autor de 'La bella durmiente' le advirtió al argentino que no escribía novelas sobre política: «Esas cosas no cambian las relaciones socioecónomicas. Yo espero que mis libros sirvan políticamente sin explicitarlo. Hammett, que es esencialmente un escritor político, nunca la menciona en sus libros».
Soriano se veía a sí mismo como un «escritor comprometido» y era propio de la época creer que aquella novela negra cuestionaba principalmente al capitalismo. Descubrir que el padre de Lew Archer era un mero liberal acomodado disgustó mucho al joven izquierdista. Sus propias novelas serían luego muy politizadas, empezando por «No habrá más penas ni olvido», que narraba en tiempo real cómo la izquierda y la derecha peronistas se masacraban bajo las narices de Perón. Cuando Eduardo Galeano leyó esos originales, asustado, le sugirió que los arrojara al cesto de la basura para evitar que lo asesinaran. Afortunadamente, no le hizo caso.