Urtasun llama a las puertas de la UCD

Porque la industria no les gusta y este plan quiere convertir la cultura en un instrumento de lucha ideológica, como advirtieron desde el primer día los comunes de Sumar. Urtasun estuvo junto a la directora general de Derechos Culturales, Jazmín Beirak. Habrá 13 grupos para colocar a 200 asesores con un relator en cada uno. El relator se ha quedado para vestir 'aunques'. Pero hay una desmemoria democrática en todo esto. El derecho a la cultura está en la Constitución desde 1978.

Y no fue otro más tardío, sino Pío Cabanillas, padre, el que defendió ese derecho en la primera entrega del Cervantes con un ministro democrático. Dijo que la cultura es «mucho más que un consumo de productos culturales, incluso más que un acceso de todos a la cultura».

Que debía ser «una interiorización y una libertad creativa y participativa, nacidas del espíritu cervantino». Ahí es nada. Los de Sumar han cruzado océanos de tiempo ideológicos, como el vampiro de Bram Stoker, para llegar a la misma playa que la UCD. Pero ellos no lo llevan tan lejos como Cabanillas en 1978 en Alcalá, que dijo que la cultura debe arraigar en todos como una teoría de la libertad.