palabras contadas
Ejercicios amatorios
Las fronteras culturales entre nosotros son difusas, cada vez más (aunque moleste a algunos), y sobre todo en este Territorio literario de La Mancha que bien definió Carlos Fuentes
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El escritor mexicano Carlos Fuentes
Dicen que el ejercicio 'cardio' tonifica y tal vez por eso mismo nos falta un poco de 'cardio' de la lengua. No tanto para ejercitarla sin cabeza (mucho menos sin pausa, qué jaqueca) como para comprender de forma sistemática las diferentes maneras y acentos que ... rodean nuestra eñe, la consonante nasal palatal sonora que todos hablamos y amamos. Acostumbrarnos a ejercitar la lengua de Cervantes, en esta semana en la que tantos homenajes vamos a hacerle, con independencia del acento del que mana, supone una actividad encomiable y cosmopolita.
Las fronteras culturales entre nosotros son difusas, cada vez más (aunque moleste a algunos), y sobre todo en este Territorio literario de La Mancha que bien definió el mexicano Carlos Fuentes y que es más ancho que ancha era y es Castilla. ¿Considerar literatura española la de autores nacidos en América que viven (fijos o discontinuos) y crean aquí sus obras? Por supuesto. Ejercitar la lengua como cruce de experiencias y de estéticas, de acentos, de poemas y problemas, para poder comprender la quintaesencia de nuestro medio y nuestro mensaje.
Ahora que el algoritmo ha asaltado ambos, se puede reivindicar la literatura, la lengua y sus feraces territorios como el lugar de resistencias, más allá de una sintaxis o un acento peculiares. Cummings decía aquello de que «quien preste atención a la sintaxis de las cosas/ no te besará de la cabeza a los pies». Pues eso.