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Las inextinguibles necesidades financieras de Felipe IV

ensayo

En esta monografía, Carlos Álvarez Nogal nos cuenta la biografía poliédrica del genovés Bartolomé Spínola, banquero de Felipe IV

Felipe IV a caballo retratado por Velázquez

La historia de los llamados ‘Austrias menores’, los que siguieron al colosal Felipe II, ha cargado con las culpas de la llamada «decadencia española». Ha sido menos estudiada, apreciada y comprendida. Para nuestra fortuna, durante las últimas décadas, la historiografía cultivada a ambas orillas ... del Atlántico ha transformado nuestros puntos de vista en cuestiones fundamentales. La operatividad de los tercios en la terrible Europa de la guerra de los treinta años y hasta de la Real Armada, más allá de los tópicos del lógicamente resentido Cervantes y sus mediocres imitadores hasta la actualidad, fue remarcable hasta casi 1700.

En la América española, fueron arrebatados algunos fragmentos por potencias enemigas, en la práctica indefendibles. El Virreinato de la Nueva España, con la orgullosa México como capital, era el centro del dinamismo del mundo. Las revoluciones portuguesa y catalana de 1640, ‘annus horribilis’, acabaron mal para todos, en primer término, para sus vocingleros protagonistas. Toda aquella fábrica de monarquía global y católica se dirimía en una continua serie de guerras dinásticas, que era preciso financiar como fuera.

ENSAYO

'El banquero real. Bartolomé Spínola y Felipe IV'

  • Autor Carlos Álvarez Nogal
  • Editorial Turner
  • Páginas 440
  • Precio 26,90

El método más doloroso lo inventó el mismo Felipe II. Dura hasta nuestros días y consiste en la venta en subasta de aquello que la monarquía, el Estado, pueda tener de valor, enajenado así a la depredación de intereses localistas, arribistas, especuladores y compradores de deuda pública con capital fresco. En esta magistral monografía, Carlos Álvarez Nogal nos cuenta la biografía poliédrica, sorprendente, del genovés Bartolomé Spínola, prominente banquero de Felipe IV.

Como sus vidas suelen tener mala prensa y peor reputación, conviene resaltar que, entre lo peor que le pasó a Spínola, estuvo servir al monarca, excepción hecha, por supuesto, de los privilegios nobiliarios y reputacionales que logró, no el menor de ellos ser inmortalizado en un retrato por el mismísimo Velázquez. Nada glorioso, por cierto, pues nos mira con ojos agotados, invadido por la melancolía.

Justo cuando mejor le iba, a cambio de un salario, pasó al servicio del monarca hasta su muerte

En sus 34 años de trayectoria profesional, Spínola ejerció 17 de ellos como banquero y asentista de la corona; los siguientes 17 como factor general y miembro de los consejos de hacienda y guerra. Por hacerlo bien en el sector privado, podríamos decir, recibió una llamada indeclinable y pasó al servicio del monarca, una etapa en la cual tuvo que multiplicar su imaginación para atender sus inextinguibles necesidades financieras.

Negocios privados

La angustia de Spínola, bien descrita por el autor mediante una investigación exhaustiva, pasea al lector por escenarios que suenan contemporáneos. Entre 1610 y 1626 hizo una fortuna suficiente. Justo cuando mejor le iba, a cambio de un salario, pasó al servicio del monarca, hasta su muerte en 1644.

Es relevante mencionar que Spínola continuó con algunos negocios privados vinculados a los seguros y la exportación de lana, pero renunció a su mejor ingreso, el manejo de los asientos o contratos reales, precisamente para servirle. A su muerte, sin descendientes directos, la monarquía le dejó a deber una enorme cantidad, 700.000 ducados de plata, que hubieran pagado algunas de sus deudas. Merece la pena evocar el juicio del autor sobre el personaje: «El éxito de Bartolomé Spínola residió en el empeño por cumplir con su deber, aún a costa de arriesgar su patrimonio».

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