CRÍTICA DE:
'Elogio del fracaso', de Costica Bradatan: nuestro naufragio a través del gnosticismo
Ensayo
El ensayista rumano traza en su nuevo trabajo una genealogía de los pensadores que hicieron de la derrota una forma de sabiduría
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Iniciar sesiónPara los gnósticos Dios es un fracaso. Y para Dios nosotros también lo somos. En realidad el mundo no tendría por qué existir. Lo que existe, tarde o temprano, se degrada. Las cosas no existen en el gnosticismo: caen en la existencia.
Aquí ... comienza el drama del fracaso. La existencia es el resultado de un fracaso primordial. En el Evangelio gnóstico de Felipe, el mundo «nació de una equivocación». Quería que fuera imperecedero e inmortal, pero no fue así. Para esta secta , este Dios, es un incompetente que ha llevado a la eternidad el fracaso perpetuo. El demiurgo de los gnósticos es el Dios del fracaso, «el único Dios al que podemos entender realmente y que puede entendernos a nosotros».
ENSAYO
'Elogio del fracaso'
- Autor Costica Bradatan
- Editorial Anagrama
- Año 2025
- Páginas 336
- Precio 22,90 euros
Según todas estas ideas, el ser humano es una «creación fallida», por eso los gnósticos en su vida cotidiana evitaban caer en los errores conocidos: no ganar dinero; no poseer riquezas; no tener poder; no casarse; no procrear para no transmitirse a otras generaciones; evitar la sexualidad incluso dentro del matrimonio.
Costica Bradatan, que ha escrito un gran libro y muy original, enumera las grandes cadencias que esta creación ha ejercido sobre nosotros, y lo ejemplifica a través de un grupo importante de pensadores que, o bien no se dieron cuentan que sus males provenían de aquí; o que fueron conscientes y dieron en sus escritos testimonios de ellos. Este Dios ha creado seres humanos torpes. Y Simone Weil fue uno de ellos. Una filósofa extraordinaria pero de una torpeza mortal. Bataille llegó a decir que «su innegable fealdad era repelente». Durante la Guerra Civil española, metió un pie en un caldero de aceite hirviendo. Ella se salvó todos sus compañeros murieron. Tenía un cuerpo mal creado y peligroso para sí mismo.
El mundo nació de una equivocación y la verdadera libertad la ostenta el no nacido
La filósofa judío francesa se fue matando negándose a comer con el equilibrio mental alterado. El anhelo de aniquilación, nos recuerda Bradatan, es otra muy importante manifestación gnóstica. En el catarismo se conoce como «endura» o «autoinanición». Separarse del mundo y de la materia. La mala materia que nos ancla en un mundo mal creado. En 'La gravedad y la gracia' ella habló de «descreación». Que lo creado pase a lo increado. Devolver a este Dios lo que es suyo para que vuelva a hacerlo bien. Entregarle la desdicha y esperar algo mejor.
Por eso la muerte era una posibilidad de mejorar. Por eso también era muy importante saber morir. Simone Weil temió fallar en ese instante. Pero como Montaigne nos apercibió, no hay porque preocuparse porque siempre la muerte ayuda.
¿Por qué el fracaso tiene que existir? Cioran es uno de los sumos sacerdotes de este fallo de Dios, aunque él como Weil no fueron grandes conocedores del gnosticismo. El fracaso es la presencia de la Nada en la existencia. Su fama es horrible. Sin embargo Cioran, rumano como Bradatan, escribe que peor que el fracaso mismo es no tenerlo. «El fracaso reiterado es siempre algo nuevo, mientras que el éxito reiterado pierde todo interés».
Este Dios en vez de ayudarnos a perfeccionarnos, va y ahora se inventa la IA. Y no se da cuenta que él mismo se está ayudando a ser también reemplazado. El no construyó esta tecnología que permanentemente lo está poniendo en duda.
El fracaso es la presencia de la nada en la existencia Pero para Cioran era aún peor no tenerlo
La humildad siempre fue una forma de conocimiento. Reconocer que no éramos el centro del mundo. «Amar la verdad más que a uno mismo», según Comte-Sponville. Hoy la soberbia campea sobre la humildad relegada. Los poderosos contemporáneos se olvidan del polvo que vinieron, del polvo en el que viven y al que retornarán. La humildad no humilla sino que rejuvenece, enriquece y da valentía. La humildad es la fuerza interior frente a la fuerza bruta que nos tiraniza.
Gandhi, un personaje complejo, del cual Bradatan saca a la luz su gran cúmulo de contradicciones e incongruencias, es el símbolo de la vulnerabilidad. Murió de la manera más innoble y de un modo brutal. La no violencia y la resistencia pacífica habían fracasado con él. En la India se inició una gran guerra contra Pakistán. El poder político como uno de los grandes errores del Dios fracasado. Bradatan le dedica muchas páginas a este personaje que confesó: «Si la India ya no ve utilidad en la no violencia, ¿cuál verá en mí?». Gandhi fue anti moderno, anti occidental, anti progreso científico, anti demócrata (llegó a apoyar a Hitler y ensalzarlo), revolucionario y aún así ha mantenido un halo de bondad y espiritualidad.
El perdedor es un fracasado social definitivo. La muerte es nuestro mayor fracaso. ¿Por qué este Dios nos la impuso? Según el gnosticismo volvió a equivocarse. ¡ Y menuda equivocación! Cioran, un gnóstico moderno, confesó que él estaba enamorado de su propio fracaso. Según él era un eco tardío de la doctrina calvinista de la predestinación. Precisamente las páginas que el autor de este libro dedica a Calvino y a su teoría, son ilustrativas del horror de esta herejía. En 'Institución de la religión cristiana', dice Calvino, «elección eterna, por la que Dios ha predestinado a unos a la salvación y a otros a la destrucción».
Cioran alabó a los gnósticos y los calificó de «fanáticos de la Nada Divina». El fracaso divino y el humano lo aplica igualmente a una obra del diablo. El mundo nació de una equivocación, y es una afrenta metafísica. La verdadera libertad la ostenta el no nacido. Cioran vuelve a la reflexión de la filosofía grecolatina. Por las páginas de este magnífico libro pasan además Mishima y su placer de martirilogio; o Jean Améry y su 'autoliquidación'.
En realidad todo este conjunto de grandes pensadores y escritores, coinciden —muchos sin saberlo— con el sentimiento gnóstico. El error de este Dios nos da permiso para devolverle nuestra materia mal hecha y confiar en ser resarcidos o bien también materialmente o a través de una espiritualidad que compense todos los padecimientos sufridos.
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