crítica DE:
'Meditaciones sobre la belleza y la muerte', de François Cheng: la fealdad eterna y la belleza efímera
Ensayo
Entre el pensamiento oriental y occidental, el intelectual chino afincado en París explora el alma, el arte y la eternidad en dos de sus libros canónicos, ahora reunidos en un solo volumen
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Iniciar sesiónSe reúnen en este libro dos volúmenes anteriores publicados por François Cheng: 'Cinco meditaciones sobre la belleza' (2006) y 'Cinco meditaciones sobre la muerte' (2013). Ambas también editadas por Siruela. François Cheng (Nankín, China, 1929) vive en París desde el año 1948. Presenció los desastres ... de la guerra chino-japonesa. Fue nombrado miembro de la Academia Francesa en el 2002. Y se le concedió el Premio de ensayo Roger Caillois.
Poeta (en este libro se recoge una selecta antología de los mismos), narrador, ensayista, pensador, filósofo de raíces orientales y occidentales que conjuga muy apropiadamente, funde el pensamiento taoísta con las referencias rilkeanas, bergsonianas o cézanneanas. Pues Cheng es igualmente un gran conocedor de la pintura europea y china.
ENSAYO
'Meditaciones sobre la belleza y la muerte'
- Autor François Cheng
- Editorial Siruela
- Año 2025
- Páginas 272
- Precio 21,95 euros
Cheng parte del platonismo de la belleza-bondad-verdad. E igualmente de dobles realidades: infierno y paraíso, placer y dolor, belleza y fealdad o, finalmente, muerte y vida. Y a todo este conjunto se le añade una concepción unitaria y orgánica del universo vivo fundamentada en la idea del Hálito, la materia y el espíritu. Yin-Yang, el Vacío Medio, el lugar de encuentro y de circulación para «entrar en una interacción eficaz y, en la medida de lo posible 'armoniosa'». Taoísmo y fenomenología de Merleau- Ponty. Lo visible y lo invisible; lo sensible y lo inteligible: la pasividad y la actividad.
El Mal es el daño que un ser humano hace al otro. La Belleza, el Bien, es todo lo contrario. La Belleza, la mayor parte de las veces, es víctima del Mal. Puede engañar disfrazada bajo falsas formas engañosas. El Mal y la Belleza constituyen dos extremos del universo. Es decir, de lo real. Sin la Belleza no vale la pena la vida, pero esta opinión es cada vez menos extendida. ¿Qué es la Belleza?¿Solo la pueden disfrutar unos cuantos?
Son preguntas que vienen desde la violencia de la fealdad, esta sí cada vez más extendida. Pero es verdad que cierta forma de Mal procede precisamente del mal uso de la Belleza. Desde la antigüedad lo sagrado ha estado ligado a la Belleza. Es un gran resplandor con el cual se «engaña a la Vida». Cheng nos recuerda que la Belleza tiene forma y el Tao es lo que no tiene forma, lo que ve sin ojos, lo que guía sin saber, la ignorancia que es el conocimiento supremo. Así, entre el 'conocer' occidental y el 'desconocer' oriental, va transcurriendo 'Meditaciones sobre la Belleza y la Muerte'.
Cheng nos enseña, nos hace pensar y nos deleita con un libro lleno de esperanza
La Eternidad es tan efímera como inagotable. Es un instante pleno. La rosa de Rilke, aquí tan citada, el instante efímero de la Eternidad. Y entonces aparece la muerte. El único instante de todos los instantes. Cheng cita a Laozi, el fundador del taoísmo, para distinguir dos tipos de muerte. Este pensador de la Vía, la marcha hacia adelante del orden de la vida, se refiere al carácter SI (morir), y al carácter WANG (perecer). Ambos significan «cesación de la vida». En la óptica de Laozi, el carácter SI toma el sentido de reintegrarse a la Vía. El fundador del taoísmo dijo: «Morir sin perecer es longevidad». La longevidad es posible. La inmortalidad un sueño. Una eternidad de belleza, pero toda belleza es frágil y por ende efímera.
«La verdadera belleza es impulso del ser hacia la belleza y la renovación de este impulso. La verdadera vida es impulso del ser hacia la vida y la renovación de ese impulso. La eternidad son impulsos, instantes en los que la vida surge en su pleno poder de éxtasias», escribe Cheng. Pero está el tiempo y la duración. El tiempo: pérdidas y olvidos. La duración: cosas vividas y soñadas. Eternidad, volver a la belleza, al Paraíso, a la fuente del gozo y la felicidad.
Cheng no se olvida del alma como espíritu peregrino tras la materia. Paisaje del alma: nostalgias, sueños, miedos, esperanzas, misterios. El alma como belleza misma de las cosas sensibles que buscan el bien. Belleza sin forma. Pero el mal siempre está al acecho, es la fealdad misma. El mundo moderno está cargado de fealdad y fascinación por el mal, es decir, la violencia.
Esos paisajes del alma Cheng los identifica con la pintura de Cézanne 'El monte de Sainte-Victoire', y con 'El monte Huang' del pintor chino Shitao. Estas páginas están llenas de emoción y son extraordinarias como casi todo el libro. Cheng convoca al taoísmo, al cristianismo, al sufismo y a los maestros Angelo Silesio, Eckhart, Rûmî o Ibn Arabî.
Conquista del espíritu
Celebrar la belleza como una conquista del espíritu. La dignidad humana al nivel del Creador. ¿Cuántos pueden creer que haya muerto? No se puede cambiar lo bello por lo útil. «No es verdad que estemos perdidos en un universo enigmático donde reina el puro azar. No sabemos nada. Según la teoría más extendida, el universo aconteció por azar», nos recuerda Cheng.
La vida como aprendizaje de la muerte y de la eternidad. No olvidarse de los muertos. Vivir en cuerpo, espíritu y alma. Cada destino está dentro del destino del universo. La felicidad es un milagro porque no es frecuente ni duradera. Pero la vida está llena de milagros, siendo ella misma el primero. Todos estos instantes valen la pena a pesar de la certeza de la muerte. Cheng se refiere también al Vacío, a la Nada, «la postura misma de Dios», el No-Ser. Y el eros-ágape que une lo humano a lo divino con el éxtasis místico. ¿El amor o la muerte? Volvamos al 'Cantar de los Cantares'. «Si la vida es efímera, el hecho de haber vivido una vida efímera es un hecho eterno» escribe Jankélévitch.
Cheng nos enseña, nos hace pensar y nos deleita con un gran libro lleno de esperanza en un mundo que la dilapida.
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