La grapa

Spiderman y Zelda

Según mi consola Playstation 5, he dedicado 23 horas de mi vida a jugar al 'Spiderman 2'. Pocas me parecen para lo bien que me lo he pasado

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Según mi consola Playstation 5, he dedicado 23 horas de mi vida a jugar al 'Spiderman 2'. Pocas me parecen para lo bien que me lo he pasado. Poca droga me genera la alegría de ser Peter Parker por esa Nueva York eterna; peleando ... con sus enemigos —Kraven, Venom, el Escorpión…—; paseándome por los tejados de Manhattan; ayudando a ciudadanos anónimos; resolviendo puzles… La magia del videojuego: el creador del artefacto nos ofrece varias líneas de historia y nosotros decidimos.

Igual me ocurrió con 'Zelda: Tears of the Kingdom' de la Switch. De acuerdo con mi resumen anual de Nintendo, he dedicado 131 horas a este prodigio. A caminar y luchar con su héroe, Link, por una tierra inacabable. Creo que nunca he sentido tanta emoción que acarreando la búsqueda de la princesa Zelda. Las llanuras de Hyrule se te plantean tan inabarcables como aquellas que leí, de adolescente, en las historias de Tolkien, o en las aventuras de vaqueros, o en los viajes en el tiempo de Crichton.

Con los videojuegos ocurre como con el chiste: mejor no entenderlos y callarse que hablar y cagarla

Los suplementos culturales deberían dedicarse a los videojuegos, antes incluso que a los libros. Y estas páginas podrían permitir que un chaval descubriera un juego —con sus planteamientos lógicos y físicos— donde no sólo funcionara su imaginación, donde también se produjera un germen inconsciente para abrir nuevas imaginaciones, nuevos retos…

Y, encima, mucha pasta para la industria. En los últimos años me he topado con joyas como la saga distópica de 'Horizon' (PS5). Su última entrega 'Forbidden west' no para de plantearme retos sobre los amores y miedos de nuestra generación. No sé cuántos autores actuales de otras disciplinas artísticas le llegan a los zapatos a esta barbaridad. En lugar de actuar como viejos gritando a una nube deberíamos aceptar tan bonito futuro. No en un tono irónico o paternalista: cantemos con Dylan, «venid, madres y padres/ de alrededor del país/ y no critiquéis/ lo que no podéis entender». Con los videojuegos ocurre como con el chiste: mejor no entenderlos y callarse que hablar y cagarla.

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