El Prado 'desempolva' su colección del XIX: más social, más internacional y con más mujeres
El museo exhibe, en quince salas, 275 obras (cien más que antes) e incorpora la escultura y las artes decorativas
Un espacio con 54 retratos y autorretratos de artistas rinde homenaje al Parnaso pictórico y escultórico español de la época

Tras reordenar sus colecciones del XVIII, el Prado hace lo propio con las del XIX . Durante un tiempo estas se vieron en el Casón del Buen Retiro (hoy sede del Centro de Estudios) y, debido a las interminables obras ... de rehabilitación del edificio, durante diez años estuvieron ocultas en los almacenes del museo. Al fin vieron la luz en 2009; se presentaron primero en las salas de Moneo en el edificio Jerónimos y después se colgaron en Villanueva.

Doce años después, se hace ahora una revisión de estas colecciones más inclusiva e integradora . Lo explica así Miguel Falomir, director de la pinacoteca :«No nos satisfacía ni desde un punto de vista estético (se podía presentar de una forma mucho más atractiva al público), ni desde un punto de vista conceptual (aun siendo consciente de que es una colección más local, española, permite una serie de aproximaciones diversas que hasta ahora no se daban). Se da presencia a determinadas manifestaciones que antes no estaban. Hay más sensibilidades, más relatos, más intereses , pintores que abordan temáticas distintas... La aproximación que teníamos hasta ahora era, a nuestro juicio, un tanto reduccionista . Nos parecía que estéticamente había terreno por ganar. El gran atractivo que puede tener el XIX para el público es que le cuente historias. Hemos introducido nuevas narrativas . A la pintura de historia incorporamos la pintura social, nuevas geografías (la pintura filipina), damos mayor visibilidad y presencia a las mujeres , un mayor papel no solo a la escultura [en otoño se inaugurará la Galería Jónica de escultura clásica], sino también a las miniaturas y las medallas . En la medida de lo posible, situamos la pintura española en un contexto europeo . La Historia del Arte no es lineal. Hay manifestaciones artísticas casi antagónicas que están conviviendo».
No aumenta el espacio expositivo (son 1.600 metros cuadrados , divididos en quince salas en el ala sur de Villanueva), pero sí crece considerablemente el número de obras: se pasa de 170 a 275 : 203 pinturas, 27 esculturas, 40 miniaturas, tres medallas y dos estampas. Se incorporan por primera vez 61 pinturas (de ellas, 17 ingresaron en el Prado entre 2019 y 2021 por donaciones o compras), 40 miniaturas, nueve esculturas y tres medallas. Se han recuperado nueve depósitos . Las obras abarcan desde 1771 (una miniatura de un retrato femenino de Lefévre d'Orgeval) hasta 1922 ('La boloñesa', de María Blanchard).

En cuanto a los artistas, en esta nueva museografía hay 130 (93 españoles y 37 extranjeros) . De ellos, 57 se muestran por vez primera . Por géneros, siguen arrasando los hombres (117) frente a las mujeres (tan solo 13) . Aunque la cuota femenina ha subido considerablemente. Hasta ahora solo colgaban dos obras de sendas pintoras en las salas del XIX: Angelica Kauffmann ('Anna Escher von Muralt') y Rosa Bonheur ('El Cid'). A ellas se incorporan ahora otras once artistas: las miniaturistas Antoinette Brunet, Teresa Nicolau, Marcela de Valencia (presente con una reciente adquisición) y Sophie Liénard (la única de la que se exhiben dos obras); Ana María Mengs, Carlota Rosales (se ha adquirido a la familia el retrato que hizo de su madre, Maximina Martínez de Pedrosa), María Luisa de la Riva (una genial pintora de bodegones y naturalezas muertas), Fernanda Francés (maestra en la pintura de flores), María Roësset (se exhibe un espléndido autorretrato de cuerpo entero que ya estuvo en la muestra 'Invitadas' y que ha sido cedido por el Reina Sofía), Aurelia Navarro (también presente con un autorretrato, esta excelente artista granadina que acabó siendo monja) y María Blanchard , cuya obra 'La boloñesa' cuelga en la última sala. Adquirida con fondos del legado Carmen Sánchez, fue polémica su compra, pues, según el reparto de colecciones entre Prado y Reina Sofía establecido por Real Decreto en 1995, esta artista correspondería al Reina Sofía y no al Prado. Al igual que Picasso , que entrará en las salas del Prado a partir del próximo día 19, gracias al depósito de 'Busto de mujer 43'. realizado por la American Friends of the Prado Museum. Se medirá con los retratos del Greco.

Recorremos las distintas salas con Javier Barón , jefe de Conservación de Pintura del siglo XIX del Prado, y Leticia Azcue , jefa de Conservación de Escultura y Artes Decorativas del museo. La primera gran novedad se halla en una de las salas dedicadas a Goya , cercana a la que acoge las pinturas negras, que se mantienen prácticamente como estaban. De momento, seguirá repartida la colección de Goya en tres plantas del museo. A pocos metros del 'Coloso' (que aguarda a ver si Javier Portús le restituye la autoría a Goya retirada por Manuela Mena), y frente a la pared donde cuelgan el 2 y el 3 de Mayo de Goya (o sea, 'La carga de los mamelucos' y 'Los fusilamientos'), se exhibe ahora 'La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos', de José de Madrazo , y su boceto. Es una de las salas de las que Falomir se halla más satisfecho:«Hay una afinidad temática entre ellas. Viriato es el primer héroe de la independencia de España. Las obras de Goya reflejan la lucha española en la Guerra de la Independencia contra los franceses. Unas, con un lenguaje moderno y contemporáneo, la otra acudiendo a la historia. Esta sala te hace pensar. Es una de las cosas que hemos pretendido. Son todas ellas pinturas sobre la guerra, hechas por Goya y Madrazo, pintores de una sensibilidad completamente distinta. 'La muerte de Viriato' gana más aquí, queda más elocuente, más interesante».

Otro de los cambios más llamativos es la gran galería abovedada, la sala más monumental , el espacio más noble arquitectónicamente hablando de los que acogen las colecciones del XIX. Se han reunido en la Sala 75 las pinturas de historia de gran formato , antes repartidas en tres espacios. «Es un remedo de la gran galería del Louvre –apunta Falomir–. Ahora lucen más, es mucho más espectacular y visualmente mucho más atractiva». Cuelgan cuadros monumentales y con una gran presencia como el 'Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga', de Antonio Gisbert; 'Doña Juana la Loca', de Francisco Pradilla; 'Séneca, después de abrirse las venas...', de Manuel Domínguez; 'La rendición de Bailén', de José Casado del Alisal; 'Los amantes de Teruel', de Muñoz Degrain... A ellos se suman, como novedad, una docena de bocetos de pintura de historia y algunas esculturas de Vallmitjana, Querol y Bellver. Encerrado en una vitrina y procedente de los almacenes del Prado, el frág il modelo en cera del sepulcro de Colón en la Catedral de Sevilla , obra de Arturo Mélida y Alinari, que ha sido restaurado. «Es una pintura que cree en sí misma. Antes, esta sala casi pedía perdón . El XIX miró a la Historia de este país y lo hizo con tonos muy sombríos. Quitando Bailén, todo son derrotas, locos, fusilamientos, la Inquisición...», comenta Miguel Falomir.

Tras el agotamiento de la pintura de historia, la pintura social se convirtió en la manifestación más difundida del arte de la última década del siglo XIX. Solo colgaba en el museo una pintura de esta temática del XIX: '¡Aún dicen que el pescado es caro!', de Sorolla . Ahora se le suman en la Sala 61A otras tres pinturas: 'Una huelga de obreros en Vizcaya', de Cutanda (el gran manifiesto de la España obrera); 'Una sala del hospital durante la visita del médico en jefe', de Luis Jiménez Aranda , y 'La bestia humana', de Antonio Fillol . Esta última recrea la rueda de reconocimiento de un hombre que ha violado a una niña. Estuvo presente en 'Invitadas', al igual que 'La esclava', de Antonio María Fabrés , representante del simbolismo orientalista. Se ha recuperado el depósito.

En la misma sala se incorporan dos excelentes mujeres artistas (María Luisa de la Riva, con 'Uvas de España', y Fernanda Francés, con 'Jarrón de lilas') y la pintura filipina , representada con dos artistas nacidos en las islas: el cotizadísimo Juan Luna y su espectacular 'Cleopatra', que se exhibe por primera vez, y Esteban Villanueva ('El zacatero' e 'India del campo'). «Filipinas es el único país asiático que tiene una tradición pictórica occidental –advierte Falomir–. Juan Luna es uno de los padres de la independencia filipina. Tuvo un éxito extraordinario. Su historia es tremenda: mató a su mujer y a su suegra».

Una de las salas más especiales reúne una espléndida galería de 54 retratos y autorretratos de artistas (muchos de ellos fueron directores del Prado). Es el Parnaso pictórico y escultórico español del XIX y principios del XX. Cuelgan las obras en varias alturas, emulando los gabinetes decimonónicos. El retrato, género por excelencia de la pintura española, es el conjunto más abundante en las colecciones del XIX. Casi todos los pintores relevantes, de Goya a Sorolla, cuentan con efigies suyas en esta colección.

Se mantienen las salas de Fortuny y Rosales (casi monográfica). Son los grandes nombres de la pintura española después de Goya y hasta Sorolla. Del primero, que estudió a los grandes maestros en el Prado, entre ellos El Greco, Ribera, Velázquez y Goya, cuelgan obras como 'Desnudo en la playa de Portici', 'Marroquíes', 'Malvas reales', 'Los hijos del pintor en el salón japonés'... Juntos, el 'San Andrés', de Ribera, la copia de Fortuny y su 'Viejo desnudo al sol'. En la sala dedicada a Rosales cuelga su gran obra maestra, 'Doña Isabel la Católica dictando su testamento'. Preside la sala el 'Cristo yacente', de Agapito Vallmitjana, para cuyo rostro usó el de Rosales. Se exhibe también por vez primera una reciente adquisición, 'Maximina Martínez de Pedrosa, madre de la artista', de Carlota Rosales, hija del pintor.

Cuentan con salas propias el Neoclasicismo internacional (están presentes pintores franceses y británicos como Pierre Guérin, Merry-Joseph Blondel, George Romney, Thomas Lawrence y Martin Archer Shee; Angelica Kauffmann, la pintora centroeuropea más relevante de su tiempo, esculturas de Johan Tobias Sergel y Adamo Tadolini...), el N eoclasicismo en España (nombres como Goya, Vicente López, José Aparicio, Juan Antonio Ribera y José de Madrazo, José Álvarez Cubero...; además, se incorporan las artes decorativas, con una vitrina con cuarenta miniaturas y otras con varias medallas), el Romanticismo (pinturas de David Roberts, Genaro Pérez Villaamil, Federico de Madrazo, Carlos Luis de Ribera, Antonio María Esquivel, Eugenio Lucas Velázquez, Leonardo Alenza, junto con esculturas de Camillo Torreggiani, José Piquer y Sabino Medina), el paisaje realista (Carlos de Haes, Martín Rico, Luis Rigalt, Ramón Martí Alsina, Antonio Muñoz Degrain)... Otro espacio está dedicado al arte cosmopolita europeo , con la presencia de artistas como Martín Rico y Raimundo de Madrazo. Instalados en París, desarrollaron, el primero a través del paisaje y el segundo, del retrato, las posibilidades abiertas por Mariano Fortuny. Junto a ellos, nombres como Paul Baudry, Jean-Louis-Ernest Meissonier, Alma Tadema, Rosa Bonheur y Paul-Jacques-Aimé Baudry.

El recorrido acaba en la Sala 60A con la renovación artística en las primeras décadas del siglo XX . Joaquín Sorolla es el artista español con mayor proyección en los años del cambio de siglo. Le acompañan Aureliano de Beruete, Darío de Regoyos, Ignacio Zuloaga, Anglada-Camarasa, Benlliure y la ya citada María Blanchard, que se convirtió en la más destacada pintora de la historia del arte español. ¿Se cerrará algún día con Picasso?
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