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ABC Cultural

MÚSICA

El poso sonoro de la Historia

La música no sabe de ficciones porque trabaja con otro orden de realidad. Cuando uno habla del mundo que le rodea por medio de los sonidos, el resultado es el encuentro de dos realidades en busca de sintonía. Como en el caso de las piezas inspiradas en el 11-S

Viñeta de «Aya de Yopougon», de Marguerite Abouet y Clément Oubrerie (Norma Editorial)

Stefano Russomanno

Para Ígor Stravinsky , la música no era más que «una cierta organización del tiempo» y cualquier pretensión de que sus contenidos expresasen ideas, conceptos o imágenes era una mera ilusión o, en el peor de los casos, una impostura. ¿Habla la «Heroica» ... beethoveniana de Napoleón y los ideales de la Revolución francesa? El quid de la cuestión es que la música no trabaja con símbolos -lenguaje escrito- o simulacros -la imagen-, sino con otro orden de realidad (la realidad última, dirían los pitagóricos: los sonidos). Así que cuando la música se encuentra con nosotros -con el mundo- lo que se produce es más bien un acuerdo entre dos realidades. Una resonancia.

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