LIBROS
Los Modlin, esa extraña familia
Una muestra reciente homenajeaba en Madrid a Margaret Modlin, matriarca de una fascinante familia de «artistas» a la que Paco Gómez dedicó un libro autoeditado y cuya vida ganó un Goya
ALOMA RODRÍGUEZ
El primero en llegar a Madrid fue el hijo , con 17 años, en parte para evitar que lo llamaran a filas durante la guerra de Vietnam. Nelson Modlin (Los Ángeles, 1952-Madrid, 2002) era el único hijo del matrimonio: el padre, Elmer (Carolina ... del Norte, 1925-Madrid, 2003), se ganaba la vida como secundario en Hollywood, aunque aspiraba a ser escritor; la madre, Margaret (Carolina del Norte, 1927-Madrid, 1998), era pintora. En la familia todo giraba en torno a ella , su arte era lo más importante. La vida en EE.UU. era demasiado cara, los conflictos raciales de Los Ángeles y la decadencia en la que creían que estaba inmerso el país les parecían al matrimonio una muestra del declive de la sociedad estadounidense, un escenario preapocalíptico. Buscaban un sitio donde establecerse y Henry Miller, amigo de la familia, les aconsejó España.
Para los Modlin, la dictadura de Franco -al que veían como la encarnación del perfecto soldado cristiano y con quien Margaret se obsesionó de tal manera que le hizo un retrato que a punto estuvo de venderle- era garantía de estabilidad. Por eso mandaron primero a Nelson. A veces, da la sensación de que consideraban a su hijo como una obra más : en él proyectaron sus deseos, lo llevaron al mismo instituto al que iban las estrellas de Hollywood, lo prepararon para que fuera actor y lo idealizaron, obsesionados con la belleza del chico.
Huir del padre
Cuando Nelson se mudó a Madrid, después de matricularse en el Colegio Americano, estaba huyendo de sus padres. Mientras sus compañeros de clase coquetean con el movimiento «hippie» de la época, él decía que quería ser empresario y tener mucho dinero. Su rebeldía se muestra en su pragmatismo frente al misticismo y la adoración estética de los Modlin. En 1970 llegaron sus padres: Elmer, en una travesía en barco con los cuadros de Margaret que duró 25 días; la madre, en avión. La familia se instaló en un piso cerca de Callao. Después se mudó al menos dos veces. Ya nunca dejaron Madrid. Su última residencia fue la de la calle del Pez, número 3. En 2003, poco después de la muerte de Elmer, el último superviviente del triángulo, el fotógrafo Paco Gómez fue advertido por su cuñado de que en los contenedores de la calle había un material que podía interesarle: fotos y objetos personales, l as huellas de una historia . Confiesa que esa noche se convirtió «en uno de aquellos buitres, sin ningún pudor. Metí todo lo que iba encontrando en una vieja caja de fruta». «Las fotos que había encontrado eran extrañas, misteriosas, absurdas e inquietante s».
Paco Gómez, miembro del colectivo NOPHOTO, condensó un ingente trabajo de investigación en su primer libro, «Los Modlin» (Fracaso Books, 2013), en el que se mezcla la historia de la familia con la del fotógrafo a través de algunos ecos, casualidades y coincidencias. El resultado es un texto híbrido que juega con el diario, la entrevista, el testimonio, incluye cartas del matrimonio y otros documentos, y en el que también hay hueco para la conjetura.
La II Guerra Mundial, Hollywood, Franco, el destape... en todo estuvieron los Modlin
Gómez explica que la manera de equilibrar todo ese material fue sentirse «libre a la hora de escribir, disfrutando del proceso de creerse una especie de Indiana Jones de barrio que busca hallazgos arqueológicos dentro de fotos viejas. Como me autoeditaba el libro y no tenía miedo al fracaso, trabajé con total libertad . Siempre me pareció importante que el lector se tuviera que poner en el lugar del investigador e ir sorprendiéndose a la vez que yo de los descubrimientos».
De película
Recopiló información, testimonios y documentos que le permitieron reconstruir la historia de esa familia, aunque no completamente. Después de que la caja de fruta con las fotos de la basura sobreviviera a una mudanza, la primera idea de Gómez fue hacer un documental , ayudado por el fotógrafo Jonás Bel . Fueron dando con pistas que les llevaban a otras, y buscaron entre los vecinos del barrio quién podía haber conocido al matrimonio. Filmaron al escritor Agustín Fernández Mallo , que también había leído el artículo de «El País» de junio de 2004 en el que se hablaba de los «valiosos cuadros» de Margaret Marley Modlin y había incorporado al matrimonio como personajes de su primera novela, «Nocilla dream» (Candaya, 2006). En 2007 montaron una exposición con cuadros y algunas de las fotos cuyo misterio había sido resuelto en parte: los miembros de la familia servían como modelos para la pintora, por eso las poses estaban forzadas, por eso miraban a cámara, por eso estaban desnudos. También habían sido capaces de reconstruir gran parte de su historia. Gómez se obsesionaba con cada nuevo detalle.
Con destornillador
Decidió buscar ayuda en la producción del documental y acabó cediendo el material a Sergio Oksman, que dedicó cuatro años al proyecto, trabajó con dos guionistas e hizo hasta quince películas diferentes antes de dar con « A Story for the Modlins », con la que ganó el Goya al mejor cortometraje documental en 2013. A diferencia de Gómez, a Oksman lo que le interesaba era «la forma que daba a las piezas del puzzle». Dice que la película «está escrita con destornillador, porque hay huecos para que el espectador rellene, y los grandes temas no están. Lo que quería era cuestionar los límites del documental. La pieza cuenta lo que pudo haber sido. A partir de información real quise transmitir una sensación».
A este rompecabezas multidisciplinar se añadió recientemente una nueva pieza: la Malvin Gallery , bajo la dirección de Virginia Bauzá Vicens, abrió sus puertas con la primera exposición de la obra reunida de Margaret en España , desde la que protagonizó en 1978 en el Círculo de Bellas Artes la cita de la primera extranjera que expuso allí. El texto del catálogo lo escribió Henry Miller . El deseo del matrimonio era que sus cuadros se quedaran en España a cargo de alguna fundación y que pudieran verse en una misma sala presidida por una escultura de las cabezas de ambos en las que reposarían sus cenizas. Los dos tenían el convencimiento de que Margaret era la mejor pintora del Apocalipsis de todos los tiempos. La temática mística, sacada del «Apocalipsis» de San Juan, con los miembros de la familia y amigos como modelos, y el uso de colores vivos aportaban singularidad a la muestra. Solo pintaba con luz artificial. Ella se consideraba heredera de Leonardo y los clásicos, pero también emparentada con Dalí .
De Callao a Nagasaki
Para Gómez, «su obra no está hecha para agradar, pero es honesta, singular y misteriosa ». La muestra reunió hasta finales de noviembre algunas de las piezas más ambiciosas de Margaret, que, obsesionada con el tres -los triángulos, la Trinidad, pero también, ella, Elmer y Nelson- firmaba sus obras con las tres emes de sus iniciales. Allí estaba e l impactante tríptico «Elmer, tú que contemplas los siete sellos del Apocalipsis », «Henry Miller ve más que un águila», con la firma acreditada del escritor. El matrimonio se obsesionó tanto con el novelista que fechaba sus cuadros partiendo del «año de la luna», 1969, cuando comenzó su relación epistolar. O «Él y Nagasaki»: una recreación de la experiencia de Elmer, que afirmaba haber sido la primera persona en entrar en Nagasaki d espués de que EE. UU. lanzara la bomba atómica .
Gómez, que se ha implicado de manera activa en la exposición, cree que parte de la fascinación que siguen despertando los Modlin responde a «la peculiaridad de sus vidas; era una familia americana de artistas que se instalaron en el Madrid del final del franquismo, que estuvieron mezclados en todos los acontecimientos relevantes del siglo XX: la II Guerra Mundial, Vietnam, Hollywood, Franco, Henry Miller, la publicidad de los 70, el cine del destape... Una familia que dedicó toda su vida a alcanzar la fama y que, a pesar de sus esfuerzos, murió en el olvido ». El fotógrafo explica que «la exposición ha desencadenado nuevos hallazgos. Es un episodio más de esta historia eterna».
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