ARTE

Julian Schnabel, el más torero de todos

El artista norteamericano acaba de presentar un cartel taurino para la Real Maestranza de Caballería de Sevilla

Detalle del cartel que Julian Schnabel ha diseñado para la Real Maestranza

Me encanta el nombre de la casa de Julian Schnabel en Nueva York -la ciudad donde nació, en 1951-, en el Greenwich Village : Palazzo Chupi . Le ‘pega’, todo porque él es un artista que lo mismo resulta muy ‘chupi’, ... se mueve entre las aguas del glamur como pez en el agua, que da el chupinazo y sorprende a todos con un golpe de efecto, y he aquí la última demostración. Su personalidad se mueve de aquí para allá. Salta tanto o más que aquellos creadores del Renacimiento con quienes le han comparado una y mil veces. Se aburre y se divierte a partes iguales. Se repite y se renueva a su antojo; así nos lo cuenta, por ejemplo, el documental que sobre su vida y obra se puede ver en Netflix ( A Private Portrait ). En su último requiebro, o golpe de efecto, ha vuelto a saltar al ruedo, a coquetear con el mundo de los toros. Fue el año pasado cuando la Real Maestranza de Caballería de Sevilla , dueña de la famosa plaza de toros de la ciudad, tomó la iniciativa de encargar el cartel de la feria taurina a un artista contemporáneo. En 2020, año en el que la institución celebró su 350 aniversario, el alemán Albert Oehlen fue el elegido para tan innovador proyecto.

Cartel de Julian Schnabel

Buenas migas

La pandemia impidió que se celebraran los festejos programados, pero la imagen un tanto futurista creada por Oehlen colgó por todas partes y vino a corroborar, una vez más, que la ‘vieja’ tauromaquia hace muy buenas migas con los artistas de las vanguardias , y no hace falta poner muchos antecedentes sobre la mesa: de Goya a Picasso, sin olvidar el más próximo en el tiempo, Miquel Barceló . Para este 2021, es Julian Schnabel quien toma el relevo y regresa a una plaza taurina en la que ya había hecho de las suyas. Nimes le encargó un ‘afiche’ en 1989 (quien quiera hacerse con una copia, aquí va el ‘chivatazo’ de que lo puede encontrar en eBay).

La «vieja» tauromaquia hace muy buenas migas con los artistas de las vanguardias

Schnabel está en Nueva York, en el Palazzo Chupi, y mientras atiende mi llamada se nota que está también ocupado con varios asuntos familiares. Entre ellos, por el murmullo que se escucha de fondo, cuidar a alguno de sus nietos. Para que se hagan una idea aquellos que no han oído hablar ni han visto antes una imagen de este Palazzo Chupi, se lo describo: una suerte de típica construcción veneciana que se levanta en pleno Manhattan sobre una clásica nave industrial de la zona. Un delirio arquitectónico , cuya fachada es de color rojo y en la que se abren estilizadas ventanas seudogóticas. En alguna de esas plantas y estancias, se debe encontrar Schnabel, quizá acomodado en uno de los butacones por él diseñados y a la sombra de alguna de sus inmensas creaciones pictóricas , en las que la materia se ensambla con trozos de platos o tazas de cerámica. Aquellos cuadros que le dieron fama le hicieron dueño de un estilo inconfundible en la décadas de los 80 y 90 y por los que se pagaron auténticas fortunas.

Schnabel no es un espontáneo en estas lides y eso se nota en el tono que ha dado a este cartel

Obviamente, le pregunto por Sevilla y por esa Real Maestranza que le ha hecho el encargo, y él me comenta que su relación con la ciudad española «viene de largo y es muy fuerte. Se inicia cuando hago mi exposición para el Cuartel del Carmen ». Aquella espectacular muestra, comisariada por Kevin Power , aún resuena en la memoria. Habla de tiempos en los que se hacían las cosas a lo grande y en los que artistas como Schnabel se movían a sus anchas en los escenarios más grandilocuentes. Él mismo recuerda que «en aquellos días fui a ver muchas corridas de toros. Me vienen a la cabeza los nombres de Rafael de Paula y de Curro Romero ». Entiendo que todos estos detalles le han inspirado de una manera u otra. Él prosigue dando vueltas a la memoria y rescata de la misma aquella imagen con su hijo Vito a los cinco años -ahora tiene treinta y cuatro y va tan en la estela de su padre que es marchante de arte en la Gran Manzana, dueño de una galería, y novio de las más despampanantes mujeres- en una corrida de César Rincón en la que «cortó dos orejas y, desde entonces, es uno de mis toreros favoritos. Toreaba muy cerca… Aquello era muy impresionante», remata Schnabel.

Conocimientos

Si quedaba alguna duda sobre sus conocimientos taurinos, rápidamente saca a escena que tiene una colección de trajes de luces y destaca uno de Ordóñez (padre), o que admira desde muy pequeño, desde que tenía siete años, a Juan Belmonte . Todo son nombres y palabras mayores en el viejo arte del toreo. Schnabel no es un espontáneo en estas lides y eso se nota en el tono que ha querido conferir a este cartel para la Real Maestranza de Caballería de Sevilla . Un trazo rápido que evoca, como él mismo explica, un aire goyesco, cuya plasticidad pone una vez más sobre el tapete que el arte de los toros dialoga a las mil maravillas con los planteamientos pictóricos. Sin duda, Schnabel es el más torero de todos y da, como pocos saben hacerlo, una vuelta al ruedo con honores incluidos.

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