Juan Gómez-Jurado - BALAS PERDIDAS
El amor en su lugar
Cuando nadie aplaude, arte. Cuando el amor es un obstáculo, arte. Cuando la conciencia se solivianta, arte. Estamos ante una obra bellísima, excepcional
Una escena de 'El amor en su lugar'
Hay un momento en 'El amor en su lugar' en el que una de las actrices se vuelve hacia sus compañeros y dice «os garantizo que hoy aplaudirán». Afuera, cientos de judíos ateridos de frío abarrotan el patio de butacas , la platea ... y los palcos del Teatro Fémina de Varsovia. Estamos en el gueto, rodeados de nazis, tal y como nos ha narrado el espectacular plano secuencia de ¡once minutos! con el que Rodrigo Cortés arranca la película. El futuro no se puede contar en años, más bien en minutos. En horas, a lo sumo. Y en mitad de toda esa oscuridad gélida, un minúsculo grupo de actores resiste, con el arte por bandera y único horizonte.
Acabar la representación, por encima de todo. Incluso pudiendo escapar. Incluso amando a la persona equivocada. Incluso si el público no saca las manos de los bolsillos para aplaudir, a riesgo de perder un dedo. Acabar la representación, porque el arte es lo único, la única salida . El único fin en sí mismo, cuando no hay otro. Y aún más cuando no tiene sentido alguno. Cuando el pan no es suficiente, ni el rescoldo extinto de los carbones ofrece otra cosa que añoranza, arte. Cuando nadie aplaude, arte. Cuando el amor es un obstáculo, arte. Cuando la conciencia se solivianta, arte. Cuando todo da lo mismo, por qué no hacer alpinismo, que cantaba Krahe.
'El amor en su lugar' es una obra bellísima, excepcional . La risa, la tensión, la tragedia, la música de Víctor Reyes, las canciones que cantan los actores sobre el escenario, las lágrimas de este lado de la pantalla. Todo ello convive en una hora y media que pasa como una exhalación y que te deja agotado, confuso, con heridas en el alma sobre las que Cortés vierte luz, a modo de bálsamo efímero destinado a perdurar. Si el oxímoron le hace levantar una ceja, créame que es intencional, pues no hay nada más contradictorio, hermoso, real y trágico que esos noventa minutos en tiempo real que nos regala esta película imprescindible. Les garantizo que aplaudirán.