José Luis Garci - TELEGRAMAS CINÉFILOS
Freddie, ‘Twenty Fingers’
Fredric March, uno de los iconos del Hollywood dorado, tenía fama de «manos largas»
Fredric March
Fredric March fue uno de los mejores, y más famosos, actores de su tiempo, los años 30 y 40 del Hollywood dorado. Siempre me cayó bien, pero mucho más cuando me enteré que, antes de dedicarse al teatro, trabajó en un Banco, como ... yo. En 1931, obtuvo su primera nominación al Oscar por ‘The Royal Family of Broadway’, y, al año siguiente, se hizo con la estatuilla: su actuación en ‘El hombre y el monstruo’ , tanto incorporando al doctor Jekyll como el terrible Mr. Hyde , resultó excepcional. Fue el primer aviso de su versatilidad, de su flexibilidad como actor. Lo mismo encajaba en un diplomático (’El caballero Adverse’ que en un oficial zarista («Vronsky», en ‘Ana Karenina’), o incorporando a Mark Twain o al presidente de los Estados Unidos (en la magnífica ‘Siete días de mayo’). Volvió a estar nominado por la Academia en ‘Ha nacido una estrella’, la extraordinaria historia de William Wellman (que escribieron Dotty Parker, Alan Campbell y Robert Carson ), donde Fredric nos ofreció el más conmovedor Norman Maine , el veterano ídolo cuya estrella declina mientras su joven mujer alcanza el éxito.
Al tiempo que Fredric se convertía en el ideal romántico de millones de admiradores, se extendió por Movie Town el run run de sus «manos largas» . Claudette Colbert , cuando rodaban ‘El signo de la cruz’, propagó que Freddie era un «sobón» , comentando que «siempre que veía la ocasión, sus manos se dirigían a mi culo». Y quizá fue Claudette quien le apodó ‘Freddie, twenty fingers’ . Es conocido que cuando filmó con Garbo , la ‘Esfinge’ (como llamaban a Greta), fue aconsejada por Miriam Hopkins para que comiera ajos un minuto antes de rodar sus apasionadas escenas con March. Con todo, sus colegas femeninas de reparto le tenían aprecio y simpatía, porque Fredric era buen compañero, un tipo nada engolado.
Claudette Colbert, cuando rodaban ‘El signo de la cruz’, propagó que Freddie era un «sobón»
En Broadway -nunca abandonó el teatro, también ganó un Tony -, era muy considerado por precisamente su gran profesionalidad . En España trabajó en ‘Alejandro, el Magno’ ( Robert Rossen ), y todo el equipo le admiraba por ser siempre el primero en llegar a maquillaje -cada mañana le colocaban las barbas de Filipo el Bárbaro-, y el primero, asimismo, en estar listo para hacer sus planos. Eso sí, a las cinco en punto de la tarde, como especificaba su contrato, y aunque se hallara en mitad de una secuencia, se arrancaba la barba y, sonriente, se despedía de todos hasta el día siguiente.
En 1946, obtuvo un segundo Oscar por ‘Los mejores años de nuestra vida’ , la obra maestra de Wyler, en la que Fredric estaba genial. Hoy nadie recuerda al protagonista de ‘La muerte de vacaciones’, pero su filmografía es tan impresionante como la de Coop o Tracy . Me gusta verle en ‘María Estuardo’ (de John Ford , con Kate Hepburn ), ‘Me casé con una bruja’, ‘Una mujer para dos’, ‘Muerte de un viajante’ (otra nominación al Oscar), ‘La torre de los ambiciosos’, ‘Los puentes de Toko-Ri’, ‘El hombre del traje gris’ (aquí supera a Peck en una obra que es un claro antecedente de la serie ‘Mad Men’); no me gustó nada en ‘Heredarás el viento’, pero estaba sublime en ‘En mitad de la noche’, junto a Kim Novak , soberbio guion de Paddy Chayefsky que daba un nuevo giro a la clásica historia de amor Mayo-Diciembre, hombre mayor y joven veinteañera; una pequeña joya que dirigió Delbert Mann .
[Acabo de darme cuenta de que he metido la pata. No saben cómo me arrepiento de haber tecleado este cotilleo sobre Fredric, un chisme que no es nada en comparación con los escándalos que nos secreteó Kenneth Anger en ‘Hollywood Babilonia’ . Por si sirve de atenuante, ni Louella ni Hedda, las reinas del ‘gossip’, le dieron la más mínima importancia a las «manos largas» del faldero Freddie. Espero no haberle dado la idea a ningún movimiento radical que nos impida ver en la tele las estupendas películas de ‘Twenty Fingers’.]