H. H.

Entre película y película, los inviernos se trasladaba a Palm Springs , una especie de sala de espera de la muerte, un Las Vegas pequeñito para vejestorios millonarios, lleno de gigolós y aventureras; cuando Howard se trasladaba al desierto, comentaba, no paraba de jugar al ‘croquet’ con sus colegas Darryl Zanuck , Moss Hart y Tyrone Power . Alto, delgado, seductor, canoso, «El zorro plateado» le llamaban (como a George Parnassus , el organizador de las grandes veladas del boxeo californiano); Hawks era educado, mujeriego, tan frío como el profesor Higgins y mejor bebedor que Bogart .

H.H. realizó obras maestras en la comedia, el drama, el ‘noir’, la ciencia ficción, el cine musical, el de ‘gangsters’, el ‘western’ y el ‘peplum’. En ello tuvo mucho que ver ’Slim’ Keith una mujer tan elegante como atractiva, que atesoraba la personalidad de Edith Wharton o Anita Loos -inspiró ‘La Côte Basque’, uno de los mejores relatos de Capote -; gracias a ella, repito, Howard nos regaló en sus películas unas mujeres tan innovadoras y libres como las de Hitchcock . (Más aún). Chicas directas, independientes, con la misma, o mayor, capacidad para desempeñar cualquier trabajo que los hombres; sexies, brillantes, resolutivas, con humor.

‘Slim’ era como Lauren Bacall en ‘Tener o no tener’. La Bacall lo reconoció muchas veces: «Soy ‘Celluloid Slim’».

Otra cosa. Si en la industria de Hollywood hubo un director industrial, ese fue Howard. «Diseñaba» sus planos como si fueran automóviles o aviones o relojes. Un director rápido, ¡menudo don! Le gustaba más sugerir que mostrar . Sabía que el éxito de una comedia dependía, no tanto de la originalidad del diálogo, como de que te divirtiera lo que estabas viendo. Hoy, las películas de Hawks, como las de Ford, son chimeneas acogedoras . Muchos de mi generación fuimos ‘groupies’ de Howard.