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ABC Cultural

Jorge Fernández Díaz - Contacto en Buenos Aires

Lecciones de un padre sin palabras

La rara y epigráfica educación sentimental del cine clásico me convirtió en hombre y en escritor, pese a que mi padre confundió literatura con vagancia

‘Qué verde era mi valle’, de J. Ford

Mi padre se llamaba Marcial y al descubrir mi vocación literaria me dio por perdido. Era un sufrido inmigrante asturiano , un afable camarero del bar ABC -donde Osvaldo Pugliese había estrenado varios tangos míticos -, un fanático de Tyrone Power y un amante de ... las películas en blanco y negro. Durante los años 70 en la ciudad de Buenos Aires, los chicos de mi generación veíamos esas obras maestras sin saber que lo eran en un ciclo continuado que daban todos los sábados por televisión: comenzaba a las 13 horas en punto y acababa a las 22, cuando se iniciaba ‘ Hollywood en castellano’, films para adultos que sin embargo nadie nunca me censuró. A medianoche me iba a la cama y a un breve insomnio con los ojos exhaustos y la mente llena de imágenes brillantes. Marcial creía que el mejor ‘western’ siempre comenzaba con un hombre llegando a un pueblo o a un rancho: ‘Shane’, ‘Veracruz’, ‘El hombre que mató a Liberty Valance’, incluso el lerdo arribo de John Wayne a la finca de su hermano en ‘Centauros del desierto’, le daban cierta razón.

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