LIBROS

Jesús Carrasco y la responsabilidad moral de los hijos

El autor extremeño llamó la atención de la crítica con su anterior novela, «Intemperie». Ahora demuestra que es un autor maduro

Jesús Carrasco (Olivenza, Badajoz, 1972)

Considero que esta novela era necesaria para afirmar a su autor como escritor a tener en cuenta. Aunque parcialmente ambientada en el mundo rural se separa bastante de Intemperie , respecto a la que añade sobriedad estilística y una emoción menos dependiente de la ... truculencia, podría decirse que más verdadera. Llévame a casa es novela de un escritor ya maduro. Tiene dos ambientaciones . La de Edimburgo está tan soberbiamente caracterizada que el lector se queda pensando si acaso no habría podido explotarse más. En todo caso, las descripciones del ambiente, el fracaso disfrazado de pequeños logros con el idioma inglés, las dificultades de aclimatación de un titulado español que termina haciendo trabajos de cocina y jardinero, conectan bien con un personaje, Juan, que vive en fuga, huido del asfixiante pequeño horizonte del hogar paterno y de su responsabilidad de hacerse cargo de la carpintería industrial del padre.

Jesús Carrasco , que escribe una prosa magnífica, o btiene sus mejores bazas en lo concreto . La novela se detiene en minúsculos detalles que dicen mucho de lo que ha sido la España de pueblo, desde finales de siglo hasta hoy. Incluso, podría decirse que contiene escenas magistralmente llevadas, como la que acontece en el tanatorio, cuando regresa Juan al entierro de su padre.

Simbólico

Hay pinceladas de situaciones sociales que solamente un buen escritor puede resolver tan bien, precisamente porque siendo muy cotidianas, ha sabido extraer reflexiones y narrarlas desde una actitud enajenada. Tanto eso, como la mugre adherida a los objetos representativos de un mundo caduco, el del padre, con su coche cuatro latas, su cocina de formica, su suelo de terrazo.

Pero lo que me parece también destacable es que esa mirada no se limita a la de un realismo descriptivo, sino simbólico, es decir el declive de una forma de vida que sigue estando donde siempre, una vez el desarrollo prometido por la especulación urbanística derivó en espejismo.

En «Llévame a casa» añade sobriedad estilística y una emoción más verdadera

Con todo, siendo muy importantes las ambientaciones, me ha parecido mejor aún el modo de plantear el nudo central de la trama, que es la responsabilidad moral de los hijos para con los padres, cuando la vejez los ha convertido en dependientes. No hay lector que no reconozca a la familia española aquí representada, tanto en las deudas de la que los hijos quieren zafarse cuanto en las que moralmente son reclamadas, llegado el límite de la enfermedad.

En el tratamiento de tal situación hay dos momentos distintos, a cuál mejor: el primero se nutre de las discusiones con la hermana de Juan, Isabel, que tocan todos los flancos de las obligaciones no compartidas. El segundo es la administración tenue pero progresiva que la trama va haciendo de la metamorfosis de Juan para con la madre, con principio de alzhéimer. La novela deriva hacia una honda reflexión sobre la salvación del propio personaje cuando decide asumir sus responsabilidades. Representa un drama cotidiano escrito con emoción contenida, y, por tanto, más eficaz. La elección de la tercera persona narrativa, cuando es más común encontrarte con la primera, es un acierto pues colabora a una contención que la hace más profunda.

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