El idioma español, interruptor del futuro

Los gigantes tecnológicos de la comunicación luchan por el control de un mercado de los contenidos culturales globales en español en el que podrían acabar por decidir, como el martillo de un juez al dictar una sentencia, cuál será el acento dominante, la modalidad de habla, incluso qué palabras sucumbirán al olvido . Esta situación se produce al mismo tiempo que los efectos de la exitosa modernización política, económica y social española de los últimos cuarenta años, fundada en la admirable transición política y la Constitución de 1978, incluyen un particularismo regionalista devenido en totalitarismo populista.

La persecución política de la lengua vehicular española, o la fragmentación e invención dialectales (por supuesto, todo con fondos públicos), resultan cotidianas. Sería frívolo y estúpido pensar que todo esto no nos afecta. O que se va a arreglar solo. De ahí que sea tan importante la revisión en esta o bra magnífica y valiente , ‘El español; lengua internacional: proyección y economía’, bajo la dirección rigurosa de José Luis García Delgado , de la situación del idioma y su prospectiva inmediata. Para los amigos de las buenas noticias, las hay y muchas. El español es un tesoro: el que nos queda. En un prólogo admirable de Santiago Muñoz Machado , director de la RAE , se recuerda que se comunican en español en el mundo más de 590 millones de personas, cifra que nos sitúa en tercer lugar en el escalafón de lenguas más habladas, tras inglés y chino mandarín. Hay 490 millones de hablantes nativos de español. Es el segundo idioma en Internet. Posee, sin embargo, escasa relevancia como lengua de comunicación científica y queda mucho por hacer, como ha estudiado Elea Giménez Toledo y su grupo del CSIC y aquí refieren Héctor Álvarez y David F. Vítores, entre otros. Una brillante introducción de García Delgado concluye con palabras sabias, «el español solo ganará posiciones en el mercado global si las economías que lo sustentan se hacen más competitivas y ganan en calidad las democracias que hablan en español».

También se abordan aspectos migratorios y de internacionalización empresarial. Otro epígrafe, sobre deberes y oportunidades, analiza la deficiente, aunque prometedora, difusión transnacional del idioma. E. Lamo de Espinosa y A. Badillo estudian oportunidades. El último capítulo, a cargo de A.M. Bernal, enmarca el libro en el quinto centenario de la muerte de Nebrija , padre de nuestros gramáticos y fundador de modernidad.