LIBROS
Hideo Yokoyama: «El Japón del siglo XXI sigue aplaudiendo el modelo de mujer de la época de los samuráis»
El autor japonés publica un impactante «thriller», «Seis Cuatro», sobre el secuestro de una niña que nunca se resolvió

Cuentan que una vez escribió sin parar durante 72 horas seguidas. Sea cierto o no, la verdad es que esa compulsión creativa, esa concepción de la literatura como un caudal salvaje e imparable , capaz de derribar cualquier obstáculo, se refleja en su obra. ... Así es como Hideo Yokoyama (Tokio, 1957) se ha convertido a sus más de sesenta años en un autor de éxito internacional gracias a Seis Cuatro (Salamandra, 2021. 656 páginas. 23 euros. E-book: 9,99), una novela muy negra, que se acerca a las setecientas páginas y, sin miedo a saltarse las convenciones de la ficción criminal, le presenta al lector un impactante fresco de la sociedad japonesa actual a partir de un caso no resuelto y de un discurso mental que acaricia el delirio, el de su protagonista, Mikami, responsable de las relaciones con los medios en la Jefatura de Policía de la prefectura D.
Yokoyama, que tardó una década en concluir la que considera su obra más lograda, enfermó gravemente durante el proceso de escritura y también publicó otros títulos mientras lo concluía, pero sólo con Seis Cuatro consiguió establecer un puente literario entre su país y el resto del mundo; un canal para explicar hasta qué punto Japón, tan avanzado y seguro en apariencia, es también, a su modo, víctima de una violencia invisible y mantiene sangrante una importante brecha de género.
«Esta novela -explica el escritor- narra un caso de secuestro y asesinato, pero además trata un drama personal puro, que a su vez explora la influencia implícita y explícita de la organización sobre el individuo. A los lectores europeos, individualistas por definición, es posible que les cueste comprender el sufrimiento de Mikami, sin embargo, por grande que sea el mundo y distintas nuestras percepciones, no es posible vivir al margen de las reuniones de empresa, de la presión de los colectivos, de las costumbres de la comunidad a la que pertenecemos, del país en el que hemos crecido… todo eso diferencia al “yo” original del “yo” impuesto. Ojalá los lectores de Seis Cuatro comprendan, aunque sea sólo un poco, las dudas y sentimientos cambiantes de Mikami; ojalá se pongan en su lugar».
¿Qué le llevó a escribirla?
Es un compendio de las novelas que he escrito hasta ahora. En mis tramas, el protagonista no es un inspector, sino alguien de un departamento administrativo, como Recursos Humanos o Asuntos Internos. A los inspectores se les permiten ciertas libertades, pero a los trabajadores de estas secciones, que se consideran un engranaje más de la máquina, no se les tolera ninguna. Lo primero que se me ocurrió fue el título: Seis Cuatro hace referencia al año 64 de la era Showa, 1989 para el resto del mundo. Japón se rige por un sistema de eras vinculado a la sucesión del emperador. Cuando cambia el emperador, empieza una nueva era. Nos encontramos ahora mismo en el año 3 de la era Reiwa. 64 es el año en que murió el emperador Showa; un año que solo duró siete días, porque el emperador falleció el 7 de enero. Decidí aprovechar ese momento porque, al ser un año tan corto, cayó muy pronto en el olvido pero, aún así, en él nacieron y murieron personas, y ocurrieron eventos felices y desgraciados. Por eso quise resucitarlo, para que quedara en la memoria, por breve que hubiera sido. Ese fue el punto de partida.
«Ojalá los lectores de "Seis Cuatro" comprendan, aunque sea sólo un poco, las dudas y sentimientos cambiantes de Mikami»
¿Cómo se documentó para su exhaustiva descripción de la jerarquía y la burocracia policial japonesas?
Principalmente, a través de conversaciones triviales con policías. Desde que decidí abandonar el periodismo y dedicarme a la literatura, apenas me he dirigido a ningún policía para tratar en profundidad un tema concreto, presente en mis novelas. La prensa está al servicio de la opinión pública y puede informar sobre asuntos que la ciudadanía tiene derecho a saber, pero, en el momento en que renuncié a esa profesión, perdí mi autoridad para sonsacar información a la policía. Además, intuyo que, de haberlo intentado, no me hubieran contado más que lo que les interesara que supiese. Por eso, en lugar de recurrir a mi pasado como periodista, decidí codearme con miembros del cuerpo a los que conocí en celebraciones o momentos de ocio. Puede parecer poco efectivo, pero es justo en las conversaciones triviales y distendidas donde la gente se sincera más y deja entrever los puntos débiles de la organización a la que pertenece. Por supuesto, la información que obtengo de esta manera no puede usarse de un día para otro, muchas veces he esperado dos o tres años antes de incluirla en mis obras.
¿Cómo ha sido la convivencia con una mente tan atormentada como la de Mikami, su protagonista?
Me gusta la idea de «convivir con el personaje». Mi convivencia con Mikami fue muy intensa, tanto que ambos acabamos hartos el uno del otro. Siempre empiezo a escribir colocando una pesada carga mental sobre el protagonista, para que la energía que generan sus emociones haga avanzar la historia. Mikami no fue una excepción a esta estrategia. En Seis Cuatro se enfrenta a conflictos dentro de su propia organización, a los duros ataques de la prensa y, a la vez, a sus graves problemas familiares, acentuados por la desaparición de su hija. Con todo esto en juego, me costó no perder de vista el tipo de personaje que era. Es curioso como en la realidad resulta imposible seguir la pista de los sentimientos de los demás, en constante cambio. Se trata de un privilegio que solamente se concede en la ficción. Con la escritura de Seis Cuatro tengo la sensación de haber alcanzado mi cumbre como escritor en ese sentido.
«En Japón se valora mucho ser considerado con los demás, así como la obediencia y el asumir estar en deuda con quienes te han hecho un favor»
Japón se considera uno de los países más seguros del mundo, pero ¿cree que la forma de ver el trabajo y las relaciones sociales de la cultura japonesa ejerce sobre sus ciudadanos otra clase de violencia?
La seguridad en Japón es mérito de la policía, pero el carácter japonés también juega un papel primordial. Aquí se valora mucho ser considerado con los demás, así como la obediencia y el hecho de asumir estar en deuda con quienes te han hecho un favor. Por otro lado, está el «valor de la colaboración». Se trata de un condicionante que, aunque no se ajusta a la definición exacta de violencia, es un enemigo poderoso que apresa el corazón de los japoneses y fomenta la sensación general de que «todos somos iguales». Tenemos un dicho que define perfectamente el carácter japonés: «Si cruzamos todos a la vez, no hay por qué temer al semáforo en rojo». Pero mi lema personal es «En armonía, pero no con los demás». Nunca haré nada que vaya contra el orden pero, si algo va contra mis principios, lo denunciaré. Ese es el mensaje que proyecto en mis personajes, empezando por Mikami.
«Siempre empiezo a escribir colocando una pesada carga mental sobre el protagonista, para que la energía que generan sus emociones haga avanzar la historia»
Otro tema evidente en la novela es la fractura entre hombres y mujeres. ¿Por qué una sociedad como la japonesa, tan avanzada en otros aspectos, sigue en el terreno de la igualdad de género tan por detrás?
En un estudio reciente sobre igualdad de género en el mundo, Japón obtuvo el puesto 121 de 153 países. Lo más curioso es que los japoneses nos sorprendimos con esta posición en el ranking . Tenemos una percepción errónea de nosotros mismos, que se nos inculca desde la infancia y, sumada a la ignorancia sobre la discriminación vigente, supone un gran obstáculo a la hora de mejorar la posición social de las mujeres. En Japón existe la expresión «con la ayuda de la esposa». Significa que la mujer se queda en casa y apoya a su marido desde las sombras, para que él pueda trabajar y prosperar fuera del ámbito familiar. Con esta frase hecha, se aplaude a un modelo de mujer que, remontándose a la época de los samuráis, se ha mantenido a través del patriarcado en la era moderna y permanece en vigor aún en el siglo XXI. En los últimos años, el gobierno ha intentado reducir la brecha de género mediante modificaciones legales, pero queda por ver si la ley servirá para acabar con la tradición aprendida. Por fortuna, independientemente de nuestros esfuerzos formales como país, parece que en la ciudadanía por fin ha prendido la chispa del cambio. Hace unos días, un comentario machista del responsable del Comité Olímpico desató una reacción de indignación general, que terminó provocando su dimisión. Este es el camino: solo la presión de grupo conseguirá que se produzca la transformación.
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